UNA VERDADÉRA CELEBRACIÓN

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Danny respiro hondo y miro hacia todos lados ni bien salió del lugar. Corrió por el pasillo. Vio una puerta lateral que también entre abierta. La jalo suavemente temeroso de que rechinara, bajo por una escalera, pero cuando iba por el tercer peldaño se detuvo instintivamente agazapándose. Escucho pasos que corrían por el pasillo en que venía. “Idiota” se dijo mentalmente por haber olvidado cerrar la puerta. Como el lugar era semi-oscuro y salto hacia un lado para agazaparse en este esperando a ver qué pasaba pero cayó encima de alguien por lo que instintivamente empezó a golpear. ¡Maldita la hora en que siguió a ese troglodita! Pero no tenía opción, había entrado en celo y si se quedaba lo más seguro era que lo violaran. Ese era su tercer celo y aun no conocía muy bien las pistas que su cuerpo le daba antes que este llegara. ¿Dónde estaría el energúmeno de McGarrett? No sabía que era peor, si haber salido del comedor donde seguramente sus maestros ya no lo podrían cuidar o arriesgarse a que alguien lo encontrase en los pasillos y… Estaba asustado. Necesitaba salir de ese lugar y abrazar a su madre para llorar. Maldita naturaleza que lo hizo omega mientras que todos sus hermanos eran alfas

- ¡Detente! ¡Detente! – ordeno Steve en voz baja – ¡Danny, detente!
- ¿Tú? – dijo Danny retrocedió asustado
- Tranquilo – dijo Steve con voz suave, pero el rubio de igual manera intento salir –. Todo está bien. Tranquilo
- Tengo que salir de aquí – dijo Danny desesperado intentando salir
- No – dijo Steve con voz firme y deteniéndolo, por lo que el instinto del omega lo obligo a obedecer – ¿Estas entrando en celo? – y este solo pudo asentir –. Bien, voy a sacarte de aquí. Tranquilo. ¿si? – a Danny le quedaban solo minutos de conciencia, así que debía actuar rápido –. Danny, escúchame quiero te acuestes en el piso – el rubio empezó a temblar en ese momento mientras obedecía – ahora necesito que te quedes aquí y no te muevas – Steve se quitó la camisa y la coloco sobre el otro chico que se aferró a ella para olerla

Steve hizo acopio de todo el autocontrol que su padre le había enseñado desde que era un niño y fue hacia el fondo de la habitación. John McGarrett, como policía, había aprendido en la academia como estar frente a un omega en lo más alto de su celo y ser prácticamente inmune. Steve todavía no había llegado al nivel de autocontrol de su padre, pero si quería sacar de ese peligro al rubio tendría que alcanzar ese nivel en cuestión de minutos.
Tomo una silla y una vara que vio cerca de donde estaba el rubio y regreso a la puerta para trancarla por dentro. Volvió hacia donde estaba Danny y constato que estuviera bien. Inspecciono el lugar con la poca luz que tenía y vio un tragaluz cerca del techo, por lo que salto hasta alcanzar una barra que atravesaba la pared que utilizo para impulsarse para llegar hasta la ventana, la cual rompió de una patada y con otro impulso se deslizo hacia afuera. La acción fue dolorosa, ya que quedaron varios vidrios en esta. Los pateo y se deslizo fuera lastimándose en el proceso. En cuanto estuvo en el patio corrió hacia atrás del colegio teniendo cuidado de no ser visto. Trepo la reja y salto fuera. Apoyo la espalda en la pared y cerró los ojos intentando regularizar su respiración. ¡Vaya, eso estuvo cerca se dijo!

- ¡Alto ahí! – dijo la voz del oficial que le apuntaba
- Soy Steve McGarrett – dijo levantando la manos –, hijo de John McGarrett
- ¡Steve! – dijo John llegando sorpresivamente y abrazándolo – ¿Estas bien?
- Si – dijo Steve sonriendo y cerrando los ojos –. Escúchame, no hay tiempo que perder. Son cinco hombres. Tienen armas automáticas. Reunieron a todos en el comedor. Hasta cuando salí, hace unos diez minutos, no habían heridos
- Bien hecho, hijo – dijo John – ahora ve a la ambulanc…
- Hay otro problema – interrumpió Steve –. Hoy entraron unos chicos nuevos. Uno de ellos, el que está en mi clase de ciencia, es omega y acaba de entrar en celo.
- ¿Qué? – dijo John sorprendido –. Eso hará más di…
- Me siguió cuando salí del comedor – dijo Steve – y lo deje escondido en el sótano, pero debo sacarlo antes que los demás lo sientan
- ¿Tiene sus supresores a mano? – dijo John y Steve negó –. Bien, Keoni – dijo y un hombre de uno veintiocho años se acercó – entrégale supresores a Steve y luego acompáñalo a rescatar al joven. Y Steve, cuídate – el chico asintió antes de irse con el otro hombre

DemenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora