Prefacio

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  Hace siglos, un ángel fue mandado a custodiar la puerta del cielo. Aquel era un joven ángel, sin ninguna experiencia. Paso días, meses y años viendo como las silenciosas almas humanas entraban al cielo, felices de que se les haya concedido la entrada. La soledad de la puerta le dejó tiempo para pensar, tal vez demasiado. A él le gustaba imaginar las historias de cada una de aquellas almas; también acrecentó su curiosidad, a tal punto que decidió acercarse, para ver aunque sea de lejos, al mundo humano. No le costó demasiado, nadie reparaba en aquel joven ángel, nadie le veía, nadie notaría la diferencia.

  Emprendió camino, e invisible, desde la altura, observo a la gente de un pequeño pueblo, como caminaban de un lado a otro; parejas jóvenes, vendedores, ancianos y niños. Pasó un rato observando, hasta que vio a una pequeña niña corriendo, más bien huyendo, estaba escapando de un hombre, le gritaba "ladrona vuelve aquí!". Siguió observando, el hombre fue más rápido y la atrapó, quitándole una manzana, que debía ser aquello que había robado, levantó su mano, sabía que iba a pegarle, entonces, sin pensarlo ni por un segundo, se encontraba a su lado, sosteniendo el brazo del hombre y haciendo que soltase a la niña, la cual asustada se fue corriendo. El ángel enojado miró al hombre con seriedad mientras nubes negras cubrían el cielo antes completamente despejado; después de todo, como todo ángel, tenía una capacidad especial, él gobernaba las tormentas, y cuando este se enfadaba le era imposible no causar una. Sabiendo que sería atrapado si dañaba a un humano, soltó a aquel hombre y salió de allí antes de que replicase algo.

  Siguió el rastro de la niña, no tardó mucho en hallarla, se encontraba sobre los techos de las casas, estaba sentada comiendo aquella manzana sin ninguna preocupación, como una Eva devorando la manzana prohibida, que no se preocupaba por su castigo. Se sentó a su lado, sobre saltando a la pequeña niña, que le vio aterrorizada.

- Como me haz encontrado...?- dijo la confundida niña

- Podría encontrarte con los ojos cerrados- respondió el ángel con una sonrisa.

  Su sonrisa hizo que la niña sonriese también, y el ángel, al verla hacerlo, supo que no se separaría de ella, por lo menos hasta que su inevitable muerte humana llegase.

  Los años pasaron, el ángel, fue un hermano mayor, luego un amigo, y más tarde un amante. Se casaron, aunque no ante Dios, por supuesto, pero se convirtieron en un feliz matrimonio. Aquella niña, que se había convertido en una hermosa mujer, a pesar de lo extraño que era que aquel hombre no envejeciera, jamas pregunto, no necesitaba saberlo, lo amaba incondicionalmente.

  Un día de invierno, mientras la nieve cubría toda la bella vegetación, un hombre extraño apareció frente a la puerta de su humilde cabaña, era un arcángel, Dios había descubierto su huida y se le iba a imponer un castigo. Entonces el ángel le rogó a su hermano que le dejara quedarse hasta que la vida de su esposa acabase, se arrodilló y lloró a sus pies desconsolado. El arcángel vio el amor en su hermano y le dijo que el día que aquella mujer pareciese vendría a por él para castigarle, después de todo algo más de cincuenta años no era nada para un viejo arcángel, este se marchó y dejó al enamorado ángel en paz.

  Los años siguieron su curso, el ángel y la mujer tuvieron cinco poderosos hijos, tres niños y dos niñas, todos nefilim, a su vez estos crecieron y tuvieron varios hijos, menos poderosos pero con habilidades impresionantes.

  Cuando la muerte de su esposa estaba cerca, el ángel le habló a su progenie de su pronto castigo, les dijo que sería encerrado, pero no en el cielo, ya que se le había prohibido la entrada allí, sabía que sus alas serían cortadas y que sería aprisionado en algún objeto, como solía hacerse en aquellos casos. Les encomendó que cuidasen de aquel objeto, todas las generaciones futuras debían hacerlo, también les advirtió que ninguno de ellos tendría el poder de liberarlo, solo un arcángel podría hacerlo.

  El día llegó, el ángel, quien había sido, hermano, amigo, amante, esposo, sobrino, hijo y nieto, de lo que ambos solían reírse cuando recorrían el pueblo, sostenía la arrugada mano de su amada, a la que no le había dicho el destino que le deparaba a él cuando el corazón de ella dejara de latir. Ella le sonrió y le dijo 'adiós' besando la joven mano del ángel, justo antes de que su alma abandonara su cuerpo. Vio como aquella alma en su aspecto más joven le sonreía con ternura y luego se desvanecía, yendo a un lugar mejor.

  Mientras el ángel sollozaba, su hermano, de aspecto triste apareció junto a él y le dijo que ya era hora. Resignado le siguió, ambos aparecieron en un monte, cerca de donde estaban un momento atrás. Allí había un espejo con un hermoso marco de oro, pero el ángel solo lo vio como su futura cárcel, y eso era. El arcángel toco el hombro de su hermano y dijo 'lo siento', justo antes de hacerlo desaparecer y aprisionarlo en aquel espejo.

  El arcángel lloró varios días y noches por su hermano, pero esa tristeza, con los años, se convirtió en curiosidad, se preguntaba como un ángel podía amar a un humano, como amar a un ser con una vida tan efímera, y además, capaces de matar a los suyos, de odiar y envidiar. Entonces decidió responder sus preguntas, viendo a los humanos también. Y, como una repetición, este también se enamoró, también vivió con los humanos, también se casó y tuvo hijos, pero no se quedó en la tierra. Él, debido al miedo de ser castigado por Dios, volvió al cielo, antes de que se dieran cuenta de que no estaba allí, pero respondió sus preguntas, por supuesto, y jamás dejo de cuidar a su familia y a sus siguientes generaciones, al igual que las de su hermano.

StormDonde viven las historias. Descúbrelo ahora