Los pies descalzos se deslizaron con suavidad sobre la fría madera que cubría el suelo de la habitación. Palpaban la textura del material, con cuidado, como si fuera la primera o última vez que lo hacían. Finalmente sintieron la suavidad y los hilos de la alfombra que tapizaba parte de la habitación matrimonial, dieron unos pasos más y se detuvieron.
La luna brillaba claro y en lo alto del cielo nocturno. El lustre plateado bañaba la cama matrimonial, parte de la enorme habitación, la figura que allí estaba frente al espejo.
El aire movía dócilmente las cortinas. Pareciera un ambiente romántico, dulce, suave..., y es así como ella se sentía en ese momento.
Se sentía profundamente enamorada.
Sin su marido ni su padre en aquella gigantesca morada, se vio en necesidad de expresar el enorme amor que sentía al otro ser que se hallaba en esa habitación junto con ella.
Sin pena alguna y sin pensarlo una vez más sus manos quitaron la diadema roja que sujetaba sus cortos cabellos azabaches para después aventarla en quien sabe donde. Poco le importaba el sitio en donde cayera. Acto seguido sus dedos rozaron el borde de la cremallera de su vestido. Con un amor acentuado en sus pupilas azules cogió el broche del cierre y lo fue deslizando con cuidado hacia abajo.
Rogaba mentalmente que su esposo ni su padre llegaran a interrumpir aquel acto de amor que ella estaba por hacer.
Sería un secreto que guardaría para toda su vida.
Poco a poco su vestido fue abandonando su cuerpo, cayendo lentamente hacia el suelo, como si fuera un pétalo de rosa, suave y agraciada.
Y así, desnuda, contempló su bella figura en el espejo, sintiéndose de lo más hermosa y sensual.
Con una enorme emoción y temor a la vez, giró su cuerpo lentamente hasta quedar de perfil frente al espejo. Las yemas de sus dedos rozaron su vientre, con calma y sin prisa, con miedo y anhelo, con amor e infinita alegría...
Como si la luna también estuviera sintiendo lo mismo, su brillo bañó el cuerpo desnudo para darle una mejor vista. Incluso el viento soplaba más fuerte, lo suficiente como para que los cortos cabellos azabache se movieran de un lado a otro.
Los ojos azules se humedecieron lentamente. Aquellos labios rojos formaron lentamente una curva. Realmente no podía contener más la alegría y el amor que estaba sintiendo en ese momento...
En su interior una nueva vida se formaba.
Su delicado vientre aún no lucía muy abultado. Ella, en medio de la noche, mordió su labio inferior. Soltó lágrimas de felicidad y, aún acariciando la piel desnuda, comenzó a imaginar, a desear... Quería sentir las piernitas frágiles de su bebé, pateándola.
No tardó en comenzar a soñar. Aún sin saber si sería un niño o niña, ya veía a su bebé muy muy en lo alto... No, ¿para qué mentir? Lo veía en la cima del mundo.
Sentía ya la ansiedad de tener a su bebé en brazos, colmarlo de besos y amor, verlo crecer...
Imaginaba el brillo de la mirada, incluso el sonido de la voz.
Y es que se sentía ya tan enamorada de su bebé...
Su mirada azul se dirigió hacia el cielo, contemplando la luna y las estrellas. Un ligero temor se apoderó de su ser, el cual le hizo rogarles que permitieran a su bebé llegar muy lejos, incluso más lejos de lo que ella ya había llegado.
—Pan... —Fue lo único que brotó de sus labios, sin pensarlo y sin darse cuenta siquiera. Es como si de una señal se hubiera tratado, una señal que ella no notó pues pensaba en cómo le diría a Gohan que ella estaba embarazada.
~Dos meses.
Contigo dentro, jamás fui tan feliz.~
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Let there be love
RomanceSin duda alguna no hay amor más sincero que el de una madre a sus hijos. [Finalizada]