And to give you a hand

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Por fin terminó la cena, ahora sólo esperaba pacientemente a que Gohan regresara a casa para que ambos pudiesen comer y platicar sobre lo vivido durante el día.

Sus manos estaban bajo el chorro de agua del grifo, quitando los últimos restos del jabón aplicado. Al notar finalmente que estaban limpias cerró con cuidado la llave para después secarse las manos en su delantal amarillo.

El tic tac del reloj parecía sonar insistentemente en ese momento, por lo que su mirada se dirigió hasta él: las 10:39 de la noche.

—Que extraño... Ya es muy tarde —murmuró con preocupación.

Un movimiento ligero en su interior hizo que se olvidara un poco de sus preocupaciones. Ante esto, Videl sonrió un poco antes de posar su mano en donde había sentido a su bebé.

—No te preocupes, seguro que papá tuvo que hacer muchos reportes el día de hoy. —Al sentir una patada algo brusca no tuvo más alternativa que caminar hacia la sala para poder sentarse en el acolchonado sillón.

Últimamente los movimientos de su hijo o hija en su interior hacían que le dolieran mucho las costillas, inclusive había tenido algunos problemas para ir al baño pues su esfínter no lograba contener su orina cuando el bebé pateaba su vejiga. Sin embargo el dolor, los accidentes de baño, las náuseas, vómitos o antojos no importaban, ella podía con eso y más. Además que se trataba de su bebé. Valía la pena todo eso para poder finalmente conocerlo en unas semanas más.

Al recargar su cabeza notó el pequeño calendario que reposaba en la mesita a un lado de ella. Con lentitud, llevó su zurda en dirección a la libreta para después acercarla mejor a su vista.

Otra patada se hizo presente; esta vez no pudo evitar una mueca de dolor.

—Es verdad... —Dijo, tratando de distraerse de la molestia que estaba sintiendo—, tengo tiempo que no marco los días que han pasado.

Con su mano derecha palpó la madera de la mesita buscando algún lapicero cercano. Halló un plumón de color rojo. Llevó el lado de la tapa hacia su boca para quitarla con los dientes, acto seguido fue tachando los números del calendario hasta llegar al día correspondiente.

—Cada vez falta menos para conocerte —murmuró mientras colocaba nuevamente la tapa al plumón.

Unos pasos apresurados se hicieron sonar en uno de los pasillos del hogar. Videl sonrió cuando vio a su marido pasar el arco de sala, se veía muy agitado y sudoroso. Se levantó con dificultad del sillón y, tomando un pañuelo, se acercó a él para limpiarle el sudor del rostro. Gohan la detuvo con cuidado.

—Lo siento, Videl...

Ella lo miró con cara de no entender.

—¿Porqué te disculpas? Mira como llegas..., ¿tanto trabajo tuviste hoy?

Gohan, al entender lo sucedido, soltó una risa nerviosa.

—¿Es efecto del embarazo? —Interrogó—. Recuerda que hace rato me llamaste (muy molesta por cierto) porque tenías antojo de dulces —el rostro de Videl se tiñó de rojo..., ¡por eso él había demorado tanto!—. Al salir de la escuela corrí lo más que pude a la dulcería pero ya estaba cerrado. Así que traje helado —señaló el bote que tenía en la mano—, no sé si sirva de algo.

La risa suave de Videl llegó a los oídos de Gohan, casi hechizandolo.

¡Que hermoso era escucharla reír!

—Gracias, amor —dijo, besándolo—. Aunque creo que ahora tengo ganas de algo salado...

Al escucharla decir eso el joven casi se fue de espaldas.

Realmente los antojos de una mujer embarazada eran algo... bipolares.

—Lo que usted y mi bebé quieran.

Gohan se inclinó para darle otro beso a su esposa y se agachó para besar el abultado vientre de esta. Poco después ambos fueron a la cocina para cenar.

~Ocho meses.

Le restaba sin parar días al calendario.~

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