El tiempo pasaba tan lento y tan de prisa a la vez. Sin embargo en un abrir y cerrar de ojos su vientre ya estaba abultado.
Con una sonrisa plantada en su rostro, recordó el como Gohan había tomado la noticia. La había levantado en vilo antes de darle muchas vueltas de lo emocionado que estaba. Para ambos fue un regalo muy hermoso de la vida, fruto de su amor, pronto llegaría un pequeño ser para complementarlos, para unirles más...
Para convertirles en padres.
Con una escalera al lado y un bote de pintura al otro, sumergió la brocha que tenía en su diestra en el líquido color amarillo para después pasarla sobre las paredes que serían la habitación de su futuro bebé.
Una risa escapó de su boca, imaginando que si llegaba su marido en ese momento, seguramente le daría un síncope. Resulta que él salió siendo un padre muy sobreprotector, puesto a que desde que se enteró de su embarazo, él no le dejaba hacer nada que requiriera de mucho esfuerzo...
¡Aunque hubo un tiempo en que no la dejaba cepillarse los dientes! Él mismo iba hasta el lecho matrimonial con el cepillo, la pasta y dos vasos —uno con agua y otro vacío—.
Recordó con gracia las veces en que Gohan trató de hacer las cenas, preocupado de que ella tuviera un accidente o le molestara al bebé, casi obligándola a descansar. Sin embargo, pese a sus muy buenas intenciones, la cocina siempre terminaba en un desastre.
—¿Te gusta cómo está quedando tu habitación, bebé?
Videl miró el fruto de su trabajo. Sincerándose consigo misma no lucía muy bien, se notaban los brochazos que dio, pues le costaba un poco más por el abultado vientre que tenía ya. Soltó un suspiro de cansancio y resignación, quizás su padre tenía razón en haber mandado a pintar la pieza con un profesional. Con algo de frustración aventó la brocha en el balde de pintura, sintiéndose con tremendas ganas de llorar...
Aunque debía admitir que andaba muy sensible últimamente.
—A mi me gusta como está quedando, Videl —dijo una voz masculina a sus espaldas—. Seguro que a nuestro bebé también le gusta.
—¡Oh, Gohan! —La joven corrió a los brazos de su marido, dispuesta a abrazarlo y llorar. Pero, como era de esperarse, a consecuencia de su..., estado lo lanzó hacia el otro extremo de su habitación casi como si fuera un meteorito—. ¡Gohan!
El muchacho sonrió aturdido.
—Estoy bien..., bien... Descuida.
La ojiazul corrió a socorrer a su marido, aunque eso provocó cierta diversión en él, pues por su abultado vientre se veía muy graciosa al "correr".
—Lo sien..., ¿de qué te ries? —Interrogó mientras fruncía levemente el ceño.
—No te preocupes, no es nada... —Respondió con las mejillas coloradas y levantándose—. Por lo que veo, en tu terquedad, seguiste pintando la habitación...
Ahora fue ella quien se sonrojó, entrecruzó los dedos de su mano tal como a una niña que la acababan de pillar.
—¡Es que quiero ser yo quien decore la habitación de mi bebé! —Suspiró—. No quiero usar dinero que no es fruto de mi esfuerzo o ser la hija del Campeón Mundial ahora, sino ser una familia común y corriente, ya mucho nos está ayudando mi papá...
—Me siento igual, amor —le mostró una sonrisa comprensiva—. ¿Te parece si terminamos de pintar y decorar la habitación los dos?
La mirada azul se iluminó rápidamente, antes de asentir con alegría.
No pasaron ni cinco segundos y Gohan ya se había arremangado las mangas y ya había comenzado a pintar el cuarto mientras Videl corría en busca de una nueva brocha para continuar pintando otra de las paredes.
Acarició su vientre una vez más, recibiendo a cambio una suave patadita de su bebé.
—Creo que también quiere ayudar, Gohan...
~Seis meses.
Cuentos en color.~
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Let there be love
RomanceSin duda alguna no hay amor más sincero que el de una madre a sus hijos. [Finalizada]