When you need it most.

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Sus ojos azabache se abrieron débilmente solo para encontrarse con unos azules que, a su parecer, eran infinitamente hermosos.

Sintió la necesidad de ser abrazada por la dueña de esos oceánicos ojos. Extendió sus bracitos en dirección hacia ella. Aún sin saber como comunicarse con ella trató de llamar más su atención, pero únicamente logró hacer ruidos indescriptibles con su boquita rosa.

Observó como la mujer se acercó a su pequeño ser para después cobijarla en un tierno y cálido abrazo. Cerró sus párpados momentáneamente, disfrutando aquel dulce contacto, sintiendo y escuchando el palpitar del corazón de la joven, sonido que llevaba acompañándola desde quien sabe cuando.

Se arrullaba con ese constante y tranquilo sonido.

—Hola, Pan. ¿Dormiste bien?

Pan.

Así es como era llamada.

Aún no comprendía sus palabras, no entendía que era lo que ella quería decirle, pero sabía que cuando pronunciaba "Pan" es que estaba dirigiéndose a su persona.

Simplemente observó los brillantes ojos azules.

La joven madre se dirigió a una mecedora para sentarse allí y colocar a su pequeña hija en su regazo.

El asiento se movió suavemente hacia adelante y hacia atrás. Al principio no pudo evitar sentirse nerviosa, pues tenía la sensación de que su cuerpo rodaría y caería al abismo, pero después se fue acostumbrando al suave arrullo que le daba.

—¡Videl! ¡Pan! ¿Cómo están mis mujeres favoritas?

Sus azabaches ojos buscaron al dueño de la voz. Sabía que era otra de las personas que más amaría siempre. Su voz siempre le hacía sentirse feliz y realmente la alborotaba, pues esa persona jugaba con ella, le daba mimos, la cuidaba...

Madre e hija voltearon hacia su derecha, notando al joven que acababa de acceder al gran jardín donde estaban.

De pronto algo hizo que sus ojos miraran en dirección hacia arriba, sintió una calidez en su pequeña cabeza, eran la mano del joven y un beso que acababa de recibir por parte de éste.

—¿Cómo está mi princesita Pan?

Una risita fue lo único que alcanzó a hacer. Ahora extendía los brazos hacia él.

—Creo que te extrañó, Gohan...

—Y yo también la extrañé —contestó mientras cargaba con cuidado a su única hija.

Los dos pares de ojos azabache se encontraron, ambos emitiendo un brillo inexplicable, llenos de amor sincero.

Pan siempre los observaba detenidamente, queriendo grabar todas y cada una de sus facciones para reconocerlos siempre. Sentía mucho amor por ellos dos.

Pronto aprendería muchas cosas de ambos. Y, aunque todavía no supiera del todo su significado o pronunciar las palabras, sabía que ellos eran papá y mamá.

Sin embargo las cosas, como la felicidad, no duran para siempre...

Rompiendo aquel mágico y dulce momento familiar se vio interrumpido por un fuerte viento que meció los cabellos de ambos padres y los escasos de la bebé, además de copas de árboles. Una potente luz roja apareció mientras la tierra comenzaba a temblar, como si de un fuerte sismo se tratase.

La joven madre estrechó entre sus brazos a su pequeña hija con fuerza antes de correr dentro de la enorme casa ante la mirada insólita de Gohan y de Piccolo.

Con sólo mirar los gestos que pusieron ambos, pudo saber de inmediato que un nuevo enemigo había llegado a la Tierra...

Sin embargo, pese al temor y el asombro que embargaban todo su ser, no podía permitirse caer en la desesperación. No. Ahora tenía que cuidar del pequeño ser que estaba aún en sus brazos. Por ella, por Gohan y por su bebé no iba a rendirse. No iba a sucumbir en los brazos del mismísimo miedo. Aunque sabía perfectamente que no podría ayudar en lo más mínimo, podía transmitirle a su bebé aquello que sólo una madre puede transmitirle a su hijo: calma.

Tanto ella como Gohan habían anhelado conocer a su hija. Por ello cada uno a su manera se esforzaría para que Pan pudiese vivir tan tranquila y feliz como fuera posible.

Videl se sentó con lentitud en el sofá mientras Gohan corría por las habitaciones buscando su gi de entrenamiento. Pan miraba con curiosidad; quizás intuía lo que estaba sucediendo y se dejó arrullar por la suave voz maternal que parecía entonar una canción.

El mundo es como es. Videl sabía que no importaba lo mucho que lo intentara, no podía cambiarlo al mundo perfecto e ideal para su pequeña. Mas eso no significaba que haría lo que fuera por ayudar a su hija a superar los problemas cotidianos que viviría en unos años.

En cuanto Gohan emprendió el vuelo con Piccolo hacia el sitio donde sentían un enorme ki, la hija del campeón mundial sólo empezó a rezar mentalmente, esperando el regreso de su marido sano y salvo, pues la aventura de sus vidas con Pan apenas comenzaba...

~Hoy que te tengo,

pido al cielo que me deje verte llegar lejos...

Mucho más que yo.~

Notas de autora:

Muchísimas gracias para quienes llegaron hasta aquí y espero que les haya gustado tanto como a mí, que disfruté escribiendo cada capítulo.

Una vez más me atrevo a decir que este fic va dedicado a mi madre por su cumpleaños, por sus metas que han comenzado a cumplirse y por todos los años de de lucha constante que ha vivido y superado.

Un saludo y nos leemos pronto.

~The girl sugarfree~

Let there be loveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora