Halagos

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Llegó a los dormitorios. Solamente entró por unos instantes a su habitación para ponerse ropas más cómodas y dejar su bolso, para seguido dirigirse a la habitación de al lado. Que como siempre, su novio dejaba abierta sabiendo que iría.

Bakugou estaba recostado en la cama, leyendo una revista.

—Tardaste pelos de mierda —dijo sin levantar la vista.

Kirishima se acercó todavía pensando en lo que diría. No se esforzaría en nada relacionado con su quirk o entrenamiento, ya que eso lo hacía constantemente. Llegó hasta la cama y se sentó en ella, observándolo.

—¿Qué? —dijo el cenizo, finalmente levantando la mirada.

—Me gustan tus ojos

—Bien —soltó para volver a la revista

—Siempre quedo bastante perdido en ellos, a veces me pregunto si es parte de tu habilidad que me puedas llevar a la perdición con solo darme una mirada —Bakugou apoyó la revista en la cama para nuevamente observarlo.

—Cállate.

—Me gusta tu cabello —siguió sin prestarle atención, llevando sus manos hasta éste. Apretándolo hacia el cuero cabelludo y soltándolo. Viendo como siempre tomaba la misma forma— es como si también formara parte de tu personalidad.

—Kirishima...

—Me gustan tus manos, contenedores de tanto poder —dijo esto llevando una de las manos de Bakugo hacia él, para besarla— pero que me acarician tan suavemente y se sienten tan cálidas junto a las mías.

—Bien, te gusta mi cuerpo. Ahora apaga la máquina para decir cursilerías —Kirishima pasó sobre Bakugou para sentarse del lado de la pared.

—Me gusta tu carácter, tu humor, tu forma tan directa de decir las cosas. Que te hacen distinguirte en un mar de gente.

—Kirishima, en serio. Voy a reventarte la cabeza con mis suaves manos —dijo entre furioso y avergonzado..

—Me gusta tu cuello —se acercó y lo besó, haciendo que Bakugou suelte un suspiro— especialmente este punto. Me gustan tus gemidos —siguió, poniendo su brazo alrededor de los hombros de su pareja. Apoyando el codo sobre la almohada para tomar más altura— ¿Te dije alguna vez cuanto amo tus gemidos? No es un tema que salga mucho a la conversación. Me gusta cuando quieres apagarlos, como cuando ya no te importan los oídos ajenos. Cada tonalidad, cada suspiro. Cada vez que me siento participe de tu placer, siento que mi cuerpo ya no me pertenece. Que sucumbí ante tus sonidos para fragmentarme en tu cuerpo y fundirme en él, hasta que nuestras almas se conviertan en una.

Bakugou lo empuja y se sienta en la cama.

—Que mierda Kirishima, para de una vez. Es como si te hubieras comido un puto libro de poemas —Kirishima intenta verle el rostro, pero este lo desvía para que no pueda ver el sonrojo.

—Solo quería que sepas que me gustas —dijo para sentarse detrás suyo y abrazarlo por la espalda.

—No necesitas llegar a tanto idiota —Kirishima comienza dar pequeños besos en su cuello y él se relaja, dejándose ser. Dejándose amar. Dejándose a Kirishima y pensando en las mil cosas que le gustan de él.


Entre chocolates y demás cursilerías #LCA18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora