Capítulo 1.

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Primer día de nuestras pobres, miserables y aburridas vidas.

Nunca habéis tenido ese sentimiento de, necesito hacer algo con mi vida, de notar que falta algo. ¿Nunca? Si no es así, bueno, espero que algún día me podáis entender.
Y los que al contrario, sí halláis experimentado esa sensación, decidme. ¿aceptaríais si alguien de repente viniera, os mirara a los ojos y os dijera "Ven conmigo y podrás empezar de cero una vida llena de peligros, aventuras y emoción."?
Yo no me lo pensaría dos veces, y aceptaría sin dudarlo.
Y... eso fue lo que hice, junto con todos mis amigos.
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La vida, aquí en la Tierra, ha cambiado mucho desde 2017. El descubrimiento de nuevas formas de vida humanoide en otros planetas cercanos a nuestra galaxia dio un giro muy dramático a todos los acontecimientos habidos y por haber. La aparición en nuestro planeta de pequeñas partículas mutágenas, introducidas por lo viajes interestelares, lo cambió absolutamente todo.
Parte de la población comenzó a sufrir ligeras mutaciones en su ADN. Esto desencadenó en la aparición de "habilidades especiales" , que iban aumentando su fuerza e intensidad con el pasar de los años.
Yo soy la décimo sexta generación, y al cumplir los dieciséis, nos meterán en un laboratorio y experimentarán con todos nosotros para averiguar cuáles son nuestros poderes. Divertido, ¿verdad? A quién no le gustaría que unos científicos metieran jeringuillas por todo su cuerpo para averiguar si eres diferente.

Yo ya me había acostumbrado a mi aburrida pero pacífica vida.
Aunque hubo algo en todo esto que, por muy diminuto que fuese, me hacía sentir emocionada, eufórica, más que de costumbre.
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6:45 a.m.
Me desperté con mi habitual mal humor.
Me vestí, me cepillé los dientes y alisé mi ondulada melena que, si decidiera peinar con un cepillo cualquiera, parecería la peluca de un payaso, los cuales odio.
Soy una chica bastante común; estatura media, pelo negro azabache, piel blanca como la leche y ojos color pardo.
Hice mi rutina diaria, simulando que hoy era un día como cualquier otro, intentando disminuir mis horribles nervios inducidos por las inminentes pruebas que nos iban a hacer esta mañana.

Llegué al instituto, tarde como siempre, y de camino a clase me encontré con parte de mi grupo habitual de los recreos.
_Chicha: Era una pequeña muchacha de piel blanca, rubia y de ojos color verde esmeralda. No tiende a ser muy simpática, la mayoría de veces es borde y no mide sus palabras, pero creo que, en el fondo de su corazón, le importamos. Y puede que hasta nos tenga un mínimo de aprecio.
_Ádam: Bajito, pelo negro, ojos marrón claro, nada fuera de lo normal, pero de entre todos, uno de mis mejores amigos. Compartimos gustos en series, y nuestras clases de mates son muy productivas.
_Serge: Alto, rubillo, pelo tieso como nada en este mundo, y muy tímido.
_Lea: Qué decir de ella... es una chica llena de vida, muy alta y con mucha masa corporal debido al deporte que hace a diario; le gusta verse bien, como a la mayoría, supongo. Su pelo es marrón muy claro con mechas rubias , y ojos verde oscuro.

Y casi se me olvida, yo soy Mer (Poco más y os dejo con la intriga).

- Mer - ¿Preparados para las pruebas?
- Serge - No se yo...
-  Ádam - ¡Pues claro que sí! Estoy deseando saber si hay algo especial en mí. Tener super poderes... como mola... (tiene su peculiar cara de estar soñando despierto.).
- Chicha - Bah, dudo que entre todos los candidatos para las pruebas nosotros tengamos la "suerte" de tener un don mágico, aunque claro, soñar es gratis.

[Sonido de la campana para entrar a clase]

Nos miramos los unos a los otros y, decididos, entramos a clase uno tras otro.
Estaban todos colocados en una perfecta fila de dos, así que cuando nos vieron llegar tarde, nos echaron una pequeña regañina y nos introdujeron a la fila.
Al cabo de unos pocos minutos ya estábamos por parejas metidos en unos blancos laboratorios de alta seguridad y tecnología con a penas un par de camillas y alguna que otra jeringuilla con un líquido indescifrable dentro.

Por suerte, mi compañero de habitación fue Ádam. Los dos estábamos de los nervios, así que nos mantuvimos en silencio.

De repente, el sonido de unos tacones acercándose nos sacó del trance en el que nos encontrábamos debido a los nervios y a la incertidumbre que todo esto nos ocasionaba.

Era una mujer de unos 50 años, muy maquillada, con unos guantes  gruesos y de color rosa chillón.

- Doctora - ¿Preparados?

Ambos asentimos a la vez, ya que las palabras no se atrevían a salir de nuestra boca.

Metió la jeringuilla dentro de nuestras venas a partir del brazo, uno después del otro, sin apenas pestañear. Dejó correr el líquido y esperó unos minutos hasta que se extendiera y su efecto fuera visible .
Al fin, unas pequeñas luces comenzaron a brillar dentro de nosotros, y sin saber por qué, sentí una alegría desbordante.

Al salir de la estancia, triunfantes, fuimos corriendo al patio exterior para reencontrarnos con nuestros amigos. Nos dimos cuenta de que ellos también tenían en su mirada una pizca de triunfo, así que nos abrazamos y esperamos a que nos llamaran para que nos dieran las instrucciones a seguir para poder completar este loco proceso por conseguir averiguar nuestros dones.

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