II: Una posibilidad

524 49 8
                                    

Me armé de valor, y busqué la manera de volver a ver a Dominik.

—¿Oficina Abogado Santorski? —respondió su voz

—Hmm, Buenos días, hablas con Katine Walczak. Necesito una cita

Se quedó el silencio unos segundos

—Ehhh... si, hoy mismo puedo, en la tarde a las cinco —respondió rápido

A eso de las cuatro y cuarenta y cinco, ya estaba fuera del despacho de abogados.

Tuve que caminar un rato por los alrededores para no entrar antes.

Cuando dieron las cinco, entré al lugar. Me condujeron a la oficina de Dominik, y entré con timidez

—Adelante, siéntate —me sonrió con más familiaridad que antes—. ¿Qué te trae de vuelta?

Suspiré

—Es sobre un arriendo —sonreí nerviosa—. Mi... mi padre arrienda una casa, y tenemos problemas con el arrendatario.

Asintió analizando la situación

—¿Una orden de desalojo? —alzó las cejas—. No, primero dame el contrato. No puedo solo llegar y determinar algo sin ver eso primero

Quedé pálida

—Hmmm... no lo traigo —hice una mueca

Me miró con cara de ¿Es enserio?

—Estamos mal —negó—. Pero no importa, nunca es tarde. Mañana me lo traes y vemos ¿De acuerdo?

Asentí.

Esto se terminaría en cualquier momento. Debía hacer algo, rápido...

—Hm, sí. Dominik, quería preguntarte si... —lo miré, y me observaba atento, cosa que me puso más nerviosa—. Si... ¿Salgamos unos de estos días? Es decir... suena extraño, lo sé, pero después de todo éramos muy cercanos, y ha pasado tanto tiempo.

Se quedó mudo, aun mirándome.

Me sentí más nerviosa que antes

—Sé que somos distintos, es decir, debes tener pasatiempos más... —hice un gesto con las manos, pero me estaba enredando sola. Suspiré—. Bueno, lo intenté. Disculpa, me voy, vuelvo mañana con el papel...

—Espera —me detuvo—. Aún no te he dicho respuesta

Parecía pensativo, mientras me miraba

—Deberíamos salir —asintió—. Si... yo te voy a llamar cuando esté desocupado.

Asentí y me alejé

Cuando estaba en el lobby del estudio de abogados, una chica con una muy llamativa chaqueta.

Era de material peludo y muy abultada.

—Disculpe, señora, pero el abogado está ocupado con una clienta —la calmó el hombre tras el escritorio

—Hmm... una clienta, si —murmuró, cabreada al parecer—. Seguro es una zorra con la que me engaña.

Me quedé perpleja.

El hombre que hacía de secretario, me miró

—Ah, ya salió. Ahora sí doña Agatha —le hizo reverencia hacia el pasillo

La chica de cabello claro, piel clara y ojos claros, me miró con desdén y pasó por mi lado.

Era la esposa de Dominik... me dolió la autoestima.

—Señor —le hablé al tipo del escritorio—. ¿Podría agendarme una hora con el abogado Santorski?

Asintió amable

—Por supuesto —respondió

Comenzó a teclear algo en la computadora frente a él, cuando en aquél mesón de vidrio, fijé mi atención en un pequeño anuncio; se busca asistente.

—O-oiga —llamé su atención—. Aquí dicen que buscan un asistente

—En efecto —respondió

—Podría dejar mi curriculum mañana...—lo miré entusiasmada

Hizo una mueca de decepción

—Perdone, señorita. Parece muy atenta, y amable, pero siento decirle que el puesto es únicamente para hombres —me miró con lástima—. Lo siento

—¿Por qué solo hombres? —inquirí

—Sólo trabajan hombres aquí... no lo tome como algo machista, por supuesto que no —sonrió amplio—. Es solo que para evitarle problemas a los trabajadores... ya sabe...

Miré confundida

—¿Me está diciendo que no contratan mujeres para que los trabajadores no tengan problemas con sus esposas?

Asintió

Que ridiculez.

—Ah —contesté—. Lástima. Necesitaba un trabajo urgente, pero bueno. Tenga buen día —me despedí.

—Espere —me detuvo—. Deje su número de todas maneras. Podría preguntarles a los demás si están de acuerdo.

Hice aquello, y me devolví a casa.

Mientras estaba recostada en el sillón frente a la tele, mi celular sonó horas más tarde

—¿Diga? —contesté

—¿Señorita Walczak? —preguntó una voz de hombre en la otra línea

—Si —respondí impaciente

—La llamo por el puesto de asistente. Le comenté a los demás trabajadores del estudio y ninguno tuvo inconveniente. Incluso uno de ellos la recomendó, diciendo que la conocía 

Recover; Toma mi mano libro II | Dominik SantorskiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora