Felix había ido a visitar a su tío Gabriel y su primo Adrien en Paris, por lo que se estaba hospedando en la Mansión Agreste del famoso diseñador.
Quería aprovechar su visita para darles una importante noticia ¿El problema? Deseaba decírselos estando toda la familia junta, pero reunir a sus únicos dos parientes en la misma habitación por más de unos segundos era mucho más difícil de lo que parecía.
Por fin había obtenido unos minutos de tiempo por parte de su tío Gabriel, pero no lograba encontrar a Adrien por ninguna parte.
Y ahí estaba él, buscando a su primo por la enorme mansión y rogando que su tío lograra mantener la poca paciencia que tenía para esperarlo.
– ¡¿Adrien dónde estás?! – exclamó empezando a frustrarse ¿Era mucho pedir un breve momento para compartir con su familia la noticia más importante de su vida hasta el momento?
Abrió con fuerza la puerta de la habitación del rubio menor, pero para su mala suerte estaba vacía. Gruñó molesto con su paciencia empezando a agotarse, pero continuó buscando.
Iba a salir del cuarto para seguir viendo en dónde más podría estar, pero un leve movimiento captó su atención. Se acercó al escritorio de la habitación para ver mejor que podría ser ¿Algún animal se habría metido al cuarto? ¿Ratones tal vez? Puede que hubiese alguna plaga en la mansión. Pero lo que encontró no fue precisamente un roedor.
Un pequeño gato negro, de cuerpo pequeño en comparación con su cabeza, cola larga y bigotes similares a esta, acompañados de lo que parecía una pequeña antena o mechón en su cabeza, sus ojos se encontraban cerrados pero podría jurar que serían verdes. Por lo quieto que estaba podría parecer un muñeco o algún cachivache similar.
Una parte de Felix se estremeció al verlo, no sabría decir porqué ese muñeco se le hacía extrañamente familiar, sus emociones se revolvían solo con encontrarlo.
Lo tocó con delicadeza, como si por algún motivo temiera que desapareciera o no fuese real, en cuanto sus dedos lo rozaron sintió como una fuerte oleada de sentimientos surgía dentro de él.
Una enorme calidez abrazó cada rincón de su cuerpo, no entendía por qué era que sonreía de repente o sentía que algo importante volvía a él después de mucho tiempo. No podía explicar el gran cúmulo de emociones que nacían en su interior por una acción tan pequeña como esa, pero simplemente surgían de una forma tan natural como si llevasen un largo tiempo intentando salir.
Era como si alguien mencionara la muerte de un ser querido que aunque hubiese pasado tiempo aun no lograba superar, ese dolor que revivía como si jamás hubiese desaparecido aunque se mezclara con bellos recuerdos. Pero él no podía recordar nada más que emociones, no venía ninguna imagen a su mente.
Pudo experimentar como la tristeza se mezclaba en esa calidez, despertando dolores que no sabía que guardaba en sus recuerdos: soledad, miedo, separación y el sentir como la vida se le iba de entre las manos como agua escurriendo por sus dedos, todos esos sentires fluían en él con rapidez.
Tomó entre sus manos al pequeño gato y sintió como su dolor era mezclado con algo más que no supo reconocer pero que le producía una sensación agridulce. Le era tan familiar el tacto con ese pequeño muñeco, incluso podría decir que lo había extrañado aunque pareciera no conocerlo.
Le hacía pensar en una libertad de experimentar lo imposible, de sentirse invencible a pesar de tener el mundo en su contra, la fuerza para hacerle frente a lo que fuera y la adrenalina al luchar contra el peligro. No recordaba haber sentido nunca algo así como Felix, pero estaba seguro de haberlo experimentado de alguna forma.
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Reencuentros
FanfictionLa alegría que sentí al encontrarte fue profunda y confusa, filtrandose en cada rincón de mi cuerpo. Aunque el tiempo nos haya separado y yo no logre comprender lo que pasa, sé que desde hace mucho estuve esperando este momento. Me prometiste que n...