Palabras Mudas (Oneshot) Frerard

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Él lo observaba llorar, veía como la lluvia caía sobre su cabeza empapando su cabello, deslizándose por sus mejillas, mezclándose con las saladas lágrimas que salían de sus ojos avellana. Gerard permanecía de pie tras él, observando impotente como su querido Frankie, como solía llamarle, lloraba desconsoladamente bajo la lluvia. Un sentimiento de frustración  lo invadía, mientras hacia el inútil intento de hablarle, de intentar consolarlo. Poso su mano en el hombro del contrario, intentando darle apoyo, un apoyo que Frank ya no podía sentir, que ya no volvería a sentir.

La noche había caído tan rápido y el chico de ojos avellana seguía llorando, abrazado a aquella lapida, de la tumba de su amado Gerard Way.

El frio había entumecido gran parte de su cuerpo mojado y el castañeo de sus dientes era una advertencia de que de seguir ahí enfermaría. Frank se puso de pie, despidiéndose con la mirada del frío mármol frente a él, se giró quedando de frente con Gerard, el chico solo siguió su camino a la salida del cementerio, sin percatarse de la invisible presencia del pelinegro detrás de él.

El dolor lo inundaba, mientras seguía a Frank, siempre creyó que cuando una persona moría el sufrimiento terminaba, que todo dolor desaparecía, pero para él, el dolor permanecía vivo en su interior, el dolor de saber que Frank ya no podía verle, ni escucharle, Gerard solo quería decirle cuanto lo amaba, que ahí estaba que no iría a ninguna parte, que no lo abandonaría ni ante la muerte.

Con lágrimas bajando por sus mejillas, Frank caminaba por las frías calles de Nueva York, en dirección a su apartamento. Caminaba y caminaba por las familiares avenidas, viendo los fantasmas de recuerdos pasados junto a Gerard.

Cruzaba la calle para llegar al edificio departamental en donde vivía, cuando dos chicos pasaron corriendo a su lado, huyendo de la lluvia, el chico de cabello azabache y ojos esmeraldas, tomaba de la mano a su amado de ojos avellana. Frank quedo paralizado a la mitad de la calle, observándose a sí mismo junto a Gerard, pero el sonido del claxon de un automóvil lo hizo girarse para volver a la cruda realidad.

Cansadamente logro subir hasta su apartamento, al entrar y encender la luz, otra imagen aprecio delante de él, esta vez era solo Gerard, que se había levantado del sillón para caminar a recibirlo a la puerta, como solía hacerlo, cuando el menor regresaba tarde de trabajar. Frank cerró fuertemente los ojos y cuando los abrió la imagen había desaparecido dejando paso a la vista, hacia el desastre en el apartamento. Camino en dirección a la habitación que solía compartir con Gerard, tomando en el camino una botella de licor a medio terminar.

Una vez frente a la puerta de la habitación, su paso seguro se esfumo. No había puesto un pie en la esa habitación desde la última vez que vio a Gerard con vida y no quería entrar pero tenía que, era el primer paso para superar la muerte de su amado. Giro el pomo con lentitud y avanzo al interior con los ojos cerrados, los abrió con lentitud y observo el interior, la habitación permanecía tal y como la había dejado hace ya dos semanas, antes de ir a la fiesta de Raymond en Nueva Jersey.

Sus ojos viajaron por toda la habitación, analizando cada objeto, cada detalle, sus pensamientos se volvieron una tormenta de la cual cada relámpago eran recuerdos que golpeaban su mente y su razón.

Las imágenes golpeaban una tras otra aturdiéndolo, enloqueciéndolo, retrocedió hasta topar con la puerta, se aferró a ella y salió de la habitación cerrando la puerta a sus espaldas, se recargo en ella y se deslizo hasta quedar sentado en el suelo, era imposible que intentara entrar ahí no era lo suficientemente valiente no sin Gerard a su lado, sus ojos volvieron a llenarse de lágrimas y la botella de licor comenzó a vaciarse en su garganta. Un último recuerdo choco en su mente y se estableció ahí. Siendo revivida en su mente como si estuviera ahí.

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