Extraño: Que descanses
Yo: Igualmente
Me había quedado hablando con Alam más de 2 horas y el tiempo se había pasado volando. Era divertido, se podía hablar de cualquier cosa con él, pero al tratarse de un chico, decía comentarios imprudentes que a veces me hacían sonrojar.
Acabábamos de terminar la conversación y yo ya tenía muchas ganas de cenar cuando el teléfono sonó.
— ¿Diga?
— Hola cielo, ¿qué tal todo?
— Hola mamá, todo va muy bien, aunque ya os echo de menos. ¿Qué tal la abuela?
— Pues aquí sigue... Mañana la ingresan — Contestó mi madre con voz apagada
Mi abuela, mi madrina, mi consejera, mi amiga… Probablemente la señora más fuerte y valiente que he conocido en mi vida, pero sobretodo, un ejemplo de persona. El cáncer se había apoderado de su sangre y prácticamente no respondía a los medicamentos.
La trasladaron a un hospital en Londres, donde se encontraba uno de los mejores médicos especializados en este tipo de enfermedades, por lo que mis padres y mi hermano Brad, tuvieron que marcharse unos meses.
— Mira cielo, nos vamos a tener que quedar un tiempo más, pero para compensarte, puedes invitar a quien quieras a casa, pero siempre con cuidado y sin montar mucho escándalo, ¿vale?
— Gracias mamá y dile a la abuela que mucha fuerza de mi parte.
— Lo haré mi vida. Cuídate mucho y procura que Fer no se meta en muchos líos, que ese muchacho es un caso perdido. — La escuché reírse y sonreí.
— Claro mami, pero no te prometo nada.
Mi madre ha querido a Fer como un hijo desde sus padres murieron en un accidente de coche. Ha sido y se ha portado con él, como parte de la familia, y no había vez que no me preguntara por él.
— Te tengo que dejar, que tu padre me necesita.
— Dale un beso de mi parte y una colleja a Brad. — Mi madre soltó una carcajada y suspiró. — Va a salir bien, mamá. No te preocupes.
— Te quiero Lau.
— Y yo a ti. Un beso — Fin de la llamada.
Cada día que pasaba, la notaba más triste a causa del maldito cáncer, pero mi abuela era fuerte y sabía que aguantaría.
Estaba preparando un sándwich cuando de nuevo el teléfono sonó. ‘’Hoy no me iban a dejar cenar’’, pensé.
— Hola Fer. — Contesté al ver el número de mi mejor amigo en la pantalla
— Lau, necesito que me dejes condones.
— ¡¿Qué?! — Grité
— Vamos Lau, es de vital importancia. Además, sé que guardas unos cuantos en tu baúl de los secretos, PORFIIIS.
— ¿Y tú cómo sabes eso?
— Ay, un día la cotilleé porque la intriga me mataba, los secretos entre amigos no deben existir... Pero Lau, por favor...
— Estás chalado, querido. Y EXISTEN LAS FARMACIAS.
Dicho esto, colgué. Al cabo de tres minutos, el teléfono volvió a sonar.
— No te voy a dejar condones. — Dije sonriendo sin molestarme en mirar el número.
— Hmmmmm— Su voz no era la de mi amigo.
ESTÁS LEYENDO
Un chico de Omegle
Ficção AdolescenteSexo, chicos desnudos, chicas desnudas... Eso es todo lo que te puedes esperar de una página en la cual hablas con desconocidos por puro aburrimiento, pero ¿qué pasa cuando las cosas cambian? ¿Y si el destino hace que encuentres a tu media naranja e...