Capítulo 7

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— Como bien sabrás — Comenzó su relato. — Nací en Transnistria. Los 9 meses de gestación fueron normales, como los de cualquier otro feto, hasta que mi madre me dio a luz.Te ahorraré los detalles del parto para guardar el romanticismo del momento. — Me guiñó y rodé los ojos mientras sonreía. — Mi padre se llama Kai y mi madre Aura. En mi familia somos 9 sin contar mis padres y todas mis hermanas son chicas, por eso cuando me tuvieron a mí, se montó una fiesta en mi honor y hasta pusieron un día.

— ¿Un día?

— El día del Alam, en el cual se baila y se canta dando gracias por haber sido varón. Necesitaban un chico para continuar el reinado como ya sabrás, y por eso todos me ‘’adoran’’. — Dijo irritado. — Mis padres no me quieren porque sea su hijo, me quieren porque soy el único que puede seguir reinando y porque saben que si no me quedo yo el poder, éste va a pasar a mi tío, que con permiso, es un hijo de puta. Mis hermanas siempre insisten en que tengo que mantener el orgullo familiar y levantar siempre la cabeza, pero hay veces que no puedo. — Negó la cabeza y miró sus manos. — No sé quién soy, ¿sabes? Nunca he vivido como Alam Di Monia, siempre he sido Alam, el hijo del rey. Yo soy quien ellos quieren que sea y es duro tener que cumplir un papel sólo por ser de la realeza. Estoy harto de que me traten diferente. ¿Sabes lo que es nacer y que tu vida esté automáticamente condicionada? No puedo salir sin guardias porque claro, hay mucho pirado suelto y puedo morir. Muchas veces he preferido la muerte antes que vivir en mi mundo de mentira y cuando le cuento esto a mi madre, ella sólo sonríe y me dice que todo va a salir bien. Hay veces que creo que ni me escucha, repite la misma frase una y otra vez pensando que la solución está enterrada bajo esas palabras… Ella no sabe nada; ha tenido una infancia normal, una adolescencia normal, una vida medianamente tranquila hasta que conoció a mi padre y se casaron… Yo no puedo disfrutar de las ventajas de ser un joven porque todo lo que me rodea podría ser un peligro. — Contaba la historia triste con una mirada llena de dolor. — No quiero ser yo, quiero que dejen de tratarme como un bebé y me dejen en paz.

No podía decir que le entendía porque nunca había sido una persona que destacara por nada. Siempre he sido Laura y nadie me ha tratado diferente por ello, pero al escuchar cómo los ojos se le oscurecían mientras hablaba, el corazón se me encogió.

De pequeñas siempre deseamos ser princesas, somos niños y no pensamos nuestros pensamientos, pero si mi deseo alguna vez había sido pertenecer a la realeza, se había esfumado por completo.

Me quedé mirándole durante un rato hasta que cogió aire y me miró.

— Te parecerá una tontería todo lo que te estoy diciendo y estarás pensando: Con todas las ventajas que tendrá ser príncipe y este se queja porque le cuidan demasiado. — Negué con la cabeza y moví mi silla a su lado. — Hay muchas ventajas y nunca me falta el dinero, pero todo eso lo cambiaría si pudiese.

Me miró a los ojos. Esos ojos verdes que transmitían tanto. Yo no sabía qué hacer así que le cogí las manos en señal protectora y me acerqué a él.

— No me parece ninguna tontería, y aunque yo no soy princesa te comprendo. — Le aseguré con una sonrisa.

— Tú eres especial, nunca me he reído más en mi vida hasta el día que hablé contigo la primera vez. Tengo muchísimos amigos pero nunca se si están conmigo porque quieren, o porque soy yo.

— Nunca dudes de quién eres, Alam. Lo único de lo que puedes estar seguro en esta vida es saber quién eres.

— No sé quién soy, Laura. — Susurró.

— Pues entonces habrá que averiguarlo, ¿no te parece?

Alam me miró con una sonrisa increíblemente atractiva en su rostro y cuando me iba a decir algo más, Becca apareció con mi desayuno.

Un chico de OmegleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora