Prólogo

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La pequeña de seis años había despertado en medio de la noche. No estaba segura de lo que había soñado, sólo recordaba una imagen escalofriante de una criatura amorfa que la había hecho despabilarse. Fue a despertar a sus padres, más estos se encontraban en un pesado sueño, así que después de algunos intentos por despertarlos, decidió ir a tomar un vaso de agua tibia para calmarse un poco y poder volver a dormir.

La niña tenía miedo por lo oscuro que estaba, más se atrevió a pasar por los sombríos pasillos, corriendo hasta los interruptores de luz, hasta la cocina. Se sirvió el agua en un vaso de vidrio y mientras bebía, miró la hora en el reloj colgado en la pared

—Once y... —la chiquilla empezó a contar los números por los que habían pasado ya las agujas — cinco, diez, quince —antes de llegar a la mitad del conteo cuando sintió como algo se movía rápidamente detrás de ella —¡Ah! —chilló con los pelos de punta —¿Quien esta ahí? —se llevó el vaso hasta su pecho, temblorosa.

Se volteó y vio la silueta oscura de lo que parecía ser un niño de su edad. La pequeña se le acercó, pensando que podría ser un chico perdido, gran error.  Le tomó por el hombro y al figura se volteó, mostrando su deforme cuerpo: la parte izquierda superior de su rostro se hallaba hundida, al igual que su costado de mismo lado; su mandíbula colgaba inclinándose hacia la derecha, el ojo derecho estaba rojo y abultado; la parte superior de su cabeza era calva, despellejada al punto de ver partes del cráneo.

El extraño ser, moviéndose como podía con sus piernas dobladas de manera antinatural, se acercó a la niña, la cual chilló mientras corría hacías el cuarto de sus padres, los sacudía y gritaba "¡Mamá, papá, hay un monstruo malo en la cocina!" entre sollozos

Los adultos finalmente despertaron; la madre la abrazó para tranquilizarla mientras el padre salió a ver que pasaba, armado con una 9mm. Pero al llegar ahí, no había rastro de la criatura; tan sólo un vaso de vidrio roto tirado en el suelo

—¿Segura que había algo? —Dijo el hombre al volver al cuarto, ya hubo guardado el arma

—¡Si! —lloriqueó la pequeña, aferrándose con fuerza a los brazos de su mamá —¡Habia un monstruo, uno muy feo!

—Seguro que fue tu imaginación, cariño —le dijo la mujer mientras acariciaba su cabello, intentando calmarla

—Pero se sintió muy real —los arrullos de su madre hacían el efecto deseado en la chiquilla

—La mente nos puede jugar malas jugadas en la oscuridad —El padre besó su frente —¿Quieres dormir con nosotros está noche? —asintió con la cabeza, lanzándose hacia él

El hombre se recostó, la niña se acomodó entre ambos adultos, se dieron las buenas noches y se durmieron. La situación se quedaría en un malentendido de parte de la niña, pero para ella ese sería el primero de varios acontecimientos que no la dejarían tranquila...

Casa Vecina [Borrador]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora