Después de esa maldita melodía, Verónica sólo lograba conciliar el sueño con la ayuda de unas pastillas para dormir auto-medicadas, de las cuales su madre no tenía idea y prefería que se mantuviera así. Las pastillas solían tranquilizarla en la mañana, por lo menos las primeras horas; pero no esa mañana. Seguía pensando en la noche anterior, en lo cerca que estuvieron sus amigos de escuchar esa condenada canción y en los posibles escenarios de lo que habría pasado si lo hubieran hecho, casi ninguno positivo. Se reprendió a si misma múltiples veces por haberlos invitado a su casa hasta esas horas.
Su madre, quien había llegado en la madrugada, la llamó para que fuera a la cocina, sacándola de sus pensamientos.
Se vistió con lo más rápido pero decente que vio: una camisa vinotinto una talla más grande de lo que era ella, que contrastaba con sus ajustados jeans y sus tenis grises. Vio la hora en su teléfono, lo guardo apresurada en su bolso y corrió hacia la cocina; se le hacía tarde. Una vez ahí, agarró su desayuno y saludó su madre con un rápido beso en la mejilla antes de montarse al auto y dirigirse a la secundaria. Verónica pasó el corto viaje callada, lo cual resultó extraño para su madre, más está no preguntó al respecto. Se despidió con un corto abrazo y salio disparada a la escuela al escuchar el timbre sonar. Tropezó un par de veces, pero llegó en pie hasta la castaña de cabello corto que la esperaba en la entrada
—Que raro que llegues tarde —dijo Emily acomodando, su chaleco de jean
—Me quedé demasiado tiempo en mi mundo —respondió Verónica, todavía apresurada, haciendo que se fuera de medio lado
—Bueno, vamos —le tomó de la mano para evitar que se cayera y entraron juntas
La primera dos clases pasaron normalmente. Emily y Rafael hablaban sobre las modas, Javier coqueteaba con varias chicas a la vez y Verónica hacia lo que podía para concentrarse en lo que decían los maestros,tratando de callar el ruido de su compañeros y sus pensamientos. Llegó la hora de receso y la muchacha de cabellos ondulados color miel fue la primera en dirigirse a lo que e grupo ya había convertido en "sus" bancos: un par de bancas de metal ya algo oxidado a los cuales sólo ellos se acercaban. Mientras esperaba a los demás, Verónica sacó su celular para buscar datos sobre un tema del cual había estado investigando por unos meses
—¿"Casas malditas"? —leyó Javier en voz alta, asustando a la chica —. Creí que la simple idea de fantasmas de aterrorizaba —dijo burlón
—Le cogí el gusto —Se encogió de hombros mientras reía sarcástica en su día anterior por tan irónica mentira
—¿Quien cogió a quien? —rió Rafael, sentándose en el banco al frente de Verónica, siendo seguido por Emily, quien se montó de un salto, sosteniendo su camisa blanca a rayas negras y su falda azul marino para que no se viera de más
—Vero a los fantasmas —respondió en broma el moreno para ser golpeado por la chica que mencionó
—Callate, idiota —dijo sonriendo, más bajó la vista, considerando si era buena idea hacer eso que había planeado hacía un tiempo
—Oye ¿estas bien? —Emily la agarró del hombro, preocupada
—... Si —levantó la mirada, ya habiendo hecho una decisión —Por curiosidad ¿Sigues en contacto con Rick?
—¿Te refieres a Riccardo Andreotti? —Verónica asintió —Si, ¿Por qué?
—¿Me darías su número? Necesito que me ayude a conseguir unas cosas y es probable que su padre las tenga —desvió la mirada, con la esperanza de que no hicieran preguntas al respecto—Em... No es meterme en donde no me llaman pero —Rafael buscaba la manera de preguntar de la manera más educada posible, pero fue interrumpido por Javier
—¿Por que necesitas lo que pueda tener un hombre que trabaja en demoliciones? —Veronica tragó saliva, temía esa pregunta —¿Vero?
—Pues... —decidió por fin confesar aquello que se había guardado por tanto tiempo —...¿Que dirían si les dijera que creo que la casa vecina al frente de la mía está maldita y quiero entrar para averiguarlo?
—Pues diríamos que estás totalmente loca —dijo Emily con una expresión un tanto sería, que de repente cambió a una gran sonrisa —¡Si crees que lo harás sin nosotros!
—Espera, ¿Que? —Verónica abrió los ojos, confundida —¿En serio?
—Puede que termine siendo nada pero —respondió emocionada —¿Perderme una caza de fantasmas? ¿Que no me conoces?
—Si, finalmente haremos algo interesante —dijo Javier sentándose a su lado derecho
—Ademas, si subimos eso a Internet seremos famosos —dijo Rafael fingiendo un tono de diva, haciendo que el moreno y la castaña se rieran a carcajadas.
—¿De verdad quieren hacer esto? —Verónica los miró atónita
—Se que esto lo debería estar diciendo el sentimental de Raf, pero —Javier extendió su puño —¿No hicimos una promesa hace un tiempo?: Sin mentiras
—Sin secretos —Rafael unió su puño a un lado
—Sin abandonos —Emily también unió su puño
—... Sin traiciones —Veronica sonrió de medio lado y unió su puño —. Bueno, necesito que alguien convensca a Riccardo de que nos dé algo del trabajo de su padre
—Yo me encargo —La castaña sonrió de medio lado
—Pero ¿Cual es tu plan?— Rafael de lanzó hacia ella rodeándola con el brazo .
Aún después de terminado el receso, el grupo siguió conversando sobre el tema, sobre quien llevaría que y que hacer que no hacer según lo que había buscado Verónica. Todos estaban felices y despreocupados, excepto Verónica. Ella se esforzaba por convencerse de que no pasaría nada, que ella era la que estaba loca y que sus amigos estarían bien; pero ese mal presentimiento y el sentimiento de que había algo realmente maligno en esa casa sencillamente no saldrían de su cabeza. Sin embargo, había una parte de ella que necesitaba saber que se encontraba detrás de esas paredes, el porqué sólo ella escuchaba esa melodía todas las noches a la misma hora, y porqué siempre que pasaba cerca de esa casa, sentía que algo, o alguien, la llamaba. El grupo llegó al acuerdo de que irrumpirían cuando la madre de Verónica estuviera fuera de la ciudad, cosa que hacía con cierta frecuencia dado a su trabajo como abogada. Los demás tenían padres menos estrictos, era Carolina la única adulta que podría detenerles.
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Casa Vecina [Borrador]
TerrorCuando una música aterradora perturba tus sueños por la noche, lo más lógico es asustarse. Sobretodo si, además de sonar siempre a la misma hora, proviene de la casa de al lado que está a medio construir. Probablemente lo más insensato que se puede...