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Un día, Bonnie se despertó en su cama con una sensación extraña, tenía 8 años y juraba su madre lo llamaba con una voz gutural.

Aunque ella estaba en el trabajo.

Bajó sonriente, aún confuso por los ruidos que creía estaban a su alrededor y tomó la nota que yacía en la mesa:

“Querido, he dejado la comida en el microondas.”

Citaba con simpleza, aumentando su sensación de incomodidad. “Quizá sean las personas pasando” recapacitaba en última instancia, pues allí donde vivían no era ciudad.

____

El día transcurrió y los susurros a su alrededor no querían callarse, le distrajeron en clase y lograron gritase por silencio en el recreo.

...

Hasta que finalmente vio algo extraño, luego de horas de ruidos con procedencia desconocida divisó un rostro en la oscuridad de su habitación, rojo como la sangre y con una sonrisa algo tetrica.

No hacía ruido, no se movía, parecía una foto.

–¿H-hola?– inquirió el chico de forma tímida, pendiente de una simple señal de vida por parte ajena.
De cerca parecía un fantasma.

–Bien.–

Fue lo único que logró oír por parte de aquella cosa roja en su habitación aquella noche, donde con su pijama puesto no logró conciliar el sueño.

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⏰ Última actualización: Feb 20, 2018 ⏰

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