El club de dos personas.

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Unas semanas después, siendo que no conocíamos a las personas de la escuela, solo nos pasábamos caminando de la plaza cívica a la cancha de football (que está hasta el fondo de todas la instalaciónes) y regresamos a nuestro punto de partida. Poco a poco la rutina se iba haciendo cada vez más notoria, empezamos a aburrirnos y estar un poco desesperaos, pero no habíamos llegado al punto de quejarnos y hablar mal o de lo asqueroso que es estar en ese lugar, aún no. Entonces, a mi amigo se le ocurrió la genial idea de pedir un vaso de café en la tienda escolar. Su argumento era "si le venden a los profesores, a nosotros también" y efectivamente, fue así. El me dijo que pidiera un par de esas bebidas y aunque al principio  me oponía a la idéa, terminé accediendo a pedir dos vasos de cafés.
Así empezó un nuevo capítulo, uno en el que destacamos entre los estudiantes de toda la escuela solo porque fuimos los primeros en hacer eso, en comprar café.
Al día siguiente fue lo mismo; entramos a la escuela, tomamos las primeras cuatro horas y salimos al descanso. Nos encontrabamos rápido e íbamos directo a la tienda a comprar nuestro café. Esos primeros días nos escondiamos y cuando digo eso, en realidad me refiero a que nos ibamos a sentar cerca de unas de las ultimas aulas de la escuela, pues, aunque aún habían personas, eran muy pocas a comparación de lo que estaba en la parte del frente; plaza cívica y tienda.
Pasó aproximadamente un mes, y todo seguía igual, excepto una cosa. Lo que había empezado como un "a ver que pasa" se convirtió en un hábito, en parte de la rutina. Estábamos encantados con poder comprar café. Al poco tiempo después, mi amigo empezó a llevar galletas para acompañar esa deliciosa bebida y así, el año escolar siguió su camino y nosotros bebiendo nuestra nueva adicción.

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