2. Papá

11 0 0
                                    


El camino del bar a casa de Ámbar era corto, no más de 10 minutos a buen paso, pero esta vez todo parecía en cámara lenta. Las  calles solitarias y el eco de la voz de su madre pidiéndole ir a casa con tanta insistencia, la dejaron descolocada, no sabía que esperar, no tenía idea con que podría encontrarse al volver a casa y aunque nunca lo admitiría en voz alta, el hecho de que Adam estuviera ahí, a su lado, caminando juntos tomados de la mano, la mantenía entera. Con fuerza. 

No, no era raro para ellos compartir un momento a solas y en silencio, incluso ambos  agradecían aquellos encuentros donde  las palabras no eran necesarias para entenderse a la perfección. Si, ellos podrían incluso jurar que en uno de esos momentos en silencio ambos se juraron estar para el otro siempre, aún cuando algunas veces necesitaran estar de  una manera distinta.  Más cercana.
Solo un poco mas.

Mientras fueron recorriendo cada metro Ámbar fue más  consciente del hombre  a su lado, de cómo la velocidad de su respiración parecía estudiada, casi cuidada, procurando no asustarla. Podía sentir el delicioso aroma de Adam, una combinación de perfume y él. Único.

Confuso.

-“Tranquila” – Se dijo para si cuando ya volteaba en la cuadra donde su casa estaba – “Es Barone” – fue la única advertencia que le pudo dar a su cuerpo para que dejara de reaccionar de aquella forma.

-Espera – Le dijo fuerte mientras tiraba del brazo de él, deteniéndolo.

-¿Qué paso? Pensé que tenías prisa, Peque – Intentó seguir caminando.

-La tengo… pero espera – le volvió a pedir – voy hacer esto sola, Adam, yo… yo no te necesito – Y aunque estuvo frente a él, pronunciando aquellas palabras, se sorprendió al ver como el dolor cubria la mirada de su mejor amigo. Sus ojos se cerraron fuertemente intentando borrar cualquier rastro de ese sentimiento mientras movía la cabeza en forma negativa y apretaba la mano de Ambar.

-¿No me necesitas? – Preguntó un poco asombrado, demostrando el lugar de vulnerabilidad que esa frase lo había dejado. Ambar, Ambs, su amiga, Su peque… no lo necesitaba ¿Qué pasaba?

-Lo que quiero decir es… - No sabia que decir y menos después de notar todo ese cúmulo de sentimientos en los ojos de él, sabía que él no expresaría lo que pasaba por su cabeza, debía mostrarse fuerte y en eso lo entendía muy bien. Ambos eran iguales. – es que… de pronto estas cansado y te quieres ir – decidió llevarlo por ese lado – puedes volver a el billar y… - se soltó de la mano de él – no se, simplemente te puedes ir – terminó por decir mientras pasaba por el lado de un aturdido Barone.

-No, espera – volvió a estar  a su lado, tomándola por el codo – yo entraré y estaré ahí, para ti y tu mamá, porque pese a que tu ya no me necesites – Expresó aún lastimado – Yo aun necesito protegerte, Peque –  E intentando ser lo más natural posible, la abrazo. Envolvió la cintura de ella con su brazo y la atrajo  con fuerza a su cuerpo, necesitaba sentir que aún la tenía  ahí para él, que aún podía  cuidarla como se había prometido hacerlo  siempre. Besó su frente y notó como ella contenía  el aliento.

-¿Vamos? – Le preguntó y ella sin querer darle más vueltas a las sensaciones que invadía su cuerpo, abrió la puerta. Estaba dispuesta a darle cara a cualquier cosa, no importaba que fuera, ella lo tenía a Adam y sabía que a su lado estaba segura. 

-¡Por fin! – Expresó su madre al verlos entrar sin sorprenderse porque él estuviera ahí – me alegro que la hayas acompañado Adam – asintió con gratitud.

-No hay de que – le concedió.

- ¿Qué fue lo que paso? – Preguntó Ambar un poco alterada y ansiosa por saber que era lo que había ocurrido - ¿Estás bien?

-Si, estoy bien – sonrió sincera – es… bueno fue… - no sabía como expresar – tu papá acaba de morir – Lo dijo despacio como si aún no pudiera creerlo, habían pasado demasiados años sin saber de él y nunca creyó que la siguiente vez que lo hiciera él estaría muerto. Los recuerdos la golpearon, una y otra vez, demostrándole lo poco que había superado su pasado.  Si, ahora sentía cada momento cubierto por un manto de tristeza pero si era sincera cada instante a su lado había sido mágico.

No por nada lo había extrañado toda una vida.

Ámbar al observar la expresión de su madre y la suave caricia que Adam ejercía en su hombro esperó a que el dolor arrasara con ella. Qué la tumbara la sorpresa de saber que ya no había vuelta atrás, lo había perdido. Pero ese sentimiento no llegó, y aunque no le sorprendía un poco si que se lo reprochaba, no lo conoció pero era su padre, podría derramar un par de lágrimas  no era un tempano. ¿O si?

- Lo siento Mamá, realmente lo siento – Dijo un poco hastiada con ella misma y con esa piedra que tenia en vez de corazón, ¿Tanto rencor había en ella que no podía perdonarlo aún muerto? Se preguntaba, había pasado la vida entera creyendo fervientemente que el amor y el respeto se ganaban, que no era necesario tener un vínculo consanguíneo para sentir a un persona como si fuera un familiar. Y en esa creencia quería escudarse, quería excusar la ausencia de lágrimas. Él no había estado ahí, no estuvo para ganarse su respeto y, mucho menos su amor.

-Ambs – Comenzó antes de quebrarse en un nuevo sollozo – hoy – realmente hacia un esfuerzo para hablar y eso hacia que tuviera más motivos que reprocharle a su padre, él era el único que desestabilizaba a su madre hasta el punto de desconocerla. Astrid, su madre, era una mujer con una fortaleza que ella siempre quiso copiar, podía siempre con todo. Con todo excepto el recuerdo de aquel hombre que no veía en casi 23 años.  – cuando vino el abogado de él a decirme que había fallecido me entregó estas dos cartas y una es para ti.

-¿Ya leíste la tuya? – Preguntó angustiada al creer que en esas páginas estaría la razón por la cual lloraba de aquella forma su madre.

-No, no me he atrevido – murmuró apenada, Ambar rápidamente se acerco a ella.

-Si no quieres leerla, esta todo bien – trató de convencerla, como respuesta Astrid simplemente apretó más el sobre contra su pecho, defendiendo el vínculo que ese papel le regalaba, en esas letras, estaba segura, existía algo que aún mantenía vivo el lazo entre ella y Alejandro, entre ella y el amor. 

-La leeré – aseguró firmemente – solo dame un tiempo, ésta es la tuya – estiró el sobre donde en letra casi perfecta estaba su nombre “Ambar”, con manos temblorosas tomó el sobre y repitiendo el mismo movimiento de su madre lo acerco a su pecho, buscando en un acto inconsciente sentirse más cerca a él. “Que tonta, ¡Por Dios!”- se reprochó mientras volvía sobre sus pasos y salía de allí dispuesta a acabar con esto. Dispuesta a leer lo que aquel hombre tenía para decirle.  

-¿Estás bien? – Preguntó Barone frente a ella pocos minutos después, esta bajo rápidamente su rostro en un intento ridículo por cubrir, según ella, su debilidad. Por esconder las lágrimas que recorrían sus mejillas después de haber encontrado que su letra y la de su padre, eran idénticas. Adam delicadamente tomó su barbilla y la invitó a levantar su rostro. Sonrió como solo él sabía hacerlo en momentos como estos y en silencio acarició una pequeña “A” que colgaba de la pulsera de su muñeca, era un gesto simple pero la hizo saber que ahí estaba él, para cualquier cosa, para pelear por ella ante cualquiera. Así lo habían jurado cuando de chicos y después de ahorrar habían comprado dos “A” como símbolo de su amistad.

Levantó su mano y beso la “A”, intentando calmarla y darle todo su apoyo. Al separarse quiso alejarse unos metros por respeto a ese momento que sentía tan intimo, su mejor amiga por primera vez estaba frente a su padre y no de la manera que esperó sería.

Todavía temblando por la inocente caricia de su amigo, Ambs tomó asiento en los escalones de la entrada al jardín delantero de su casa y tras dar un largo suspiro, aún con las manos sudadas por los nervios, se decidió a abrir aquel sobre. 

“Hija… permíteme quedarme un momento en la sensación que me da por fin escribir esas cuatro letras, quisiera que el momento fuera distinto, desearía tener más tiempo y energía para poder pararme frente a ti y viéndote a los ojos decirlo.

Hija, jamás pensé que iba a poder decir esa palabra.

Puedo comprender que tú no tengas los mejores sentimientos hacia mi, que la simple idea de saber de mi persona te resulte una burla, si nos parecemos un poco en este momento desearías que yo no hubiera aparecido nunca, con la misma fuerza que quisieras haber tenido la posibilidad de conocerme.

No la tuvimos y aunque sé que me queda poco, se lo seguiré reprochando a los reverses de la vida.

Quiero que sepas que amé mucho a tu madre, que lo que nosotros tuvimos fue real, mágico y podría asegurar que será eterno. Un amor cómo el que une a nuestras almas persiste pese a que nuestros cuerpos nunca más tengan la oportunidad de rosarse.

Hoy solo quiero aprovechar para hablarte, para aconsejarte un poco, si me dejas.

Grita aunque te duela, llora si hace falta, riete de ti misma, llena de abrazos a tu madre en cada oportunidad y besa como si fuera la última vez al hombre que elija tu corazón para cuidarte y respetarte como mereces.

Solo te pido que vivas…

Quiero que sepas que en esta aventura difícil que es la vida, solo necesitas tomar la decisión de echarte a volar, atravesando cielos despejados y nubosos.

Y para eso, angelito mío, necesitas tus alas. Y mi deseo más fuerte es dártelas…

Junto a esta carta, están las llaves y una tarjeta con la dirección, donde debes ir por ellas.

A pesar de nunca haberte visto, eres mi único y último pensamiento. Eres lo mejor que puedo dejarle a este mundo.

Te amo y siempre te estaré cuidando…

Tu papá”

Un gemido roto, fuerte y crudo rompió la aparente calma de la noche. Aquel sollozo había sido suficiente para que Adam recorriera esos metros que los separaban casi volando.

La visión que tuvo cuando salió al jardín, lo paralizó y golpeó pleno en el pecho. Su peque estaba acurrucada, hecha un ovillo, mientras unos profundos sollozos escapaban de su garganta y sus manos apretaban la carta que había enviado su padre.




***

Yo creo que en algunas situaciones, no existen culpables, sino  víctimas de las circunstancias y de las consecuencias  de sus elecciones.

¿Ustedes qué piensan?

Espero que les guste seguir adentrándose en la historia de este "amor"

Besos,

D.

Pueden seguirme en Instagram cómo: Dani.eterno.


Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Feb 22, 2018 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

ETERNODonde viven las historias. Descúbrelo ahora