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Y nuestras bocas se enredaban en un tango íntimo y oscuro; y pintábamos el número ocho como en el aire, pero sin aire, y en cada bocanada nos volvíamos a hundir en los violines de los brazos, en el compás mudo de la respiración agitada, en una armonía hambrienta llena de aromas y sabores; bailando en la música de cada beso, hablándonos sin hablarnos.

J.

"Letras a tu Recuerdo".Donde viven las historias. Descúbrelo ahora