¡Nos vamos de picnic! (relato erótico +18)

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Era un día soleado de primavera, había quedado en la cafetería con Anna, estaba tomando mi caro café (me sentí estafada), y al rato llego está, con cara de felicidad, con su vestido volado floreado y un feo gorro de paja, sonreí y enseguida me caló.

-No te gusta mi sombrero, ¿verdad?, me dijo poniendo cara de pena.
-Es raro... no es mi estilo- y levantándome le di a su feo gorro.

Salimos del café y fuimos calle abajo, cuando llego el momento de girar para ir a la librería, Anna, me cogió de la mano, con una cara de pillería que no había visto mucho en ella, y me arrastro hasta el coche, dentro había una cesta de picnic, y como un cachorrito me lloriqueo de ir al monte cercano, para comer allí, con la naturaleza, me extraño, pero acepte, ya comprare mi libro otro día.

Conduje una hora o así hasta la montaña más cercana, ella se veía distraída mirando por la ventana, con ojos curiosos y sonriente, me hacia sentir feliz.

Por fin llegamos a la falda de la montaña dichosa, cogimos la cesta, y nos pusimos a subir, había algunas zonas de picnic, pero a está mujer no le gustaba ninguna, mucho sol, mucha gente, muchas hormigas... hasta que nos alejamos bastante y llegamos a un claro apartado, la brisa soplaba suave, movía su vestido y cabello como si bailaran con los árboles.

Pusimos la manta típica de cuadros, la verdad que me sorprendió ver todo lo que cabía en ese canasto, había preparado algunos sándwiches, ensalada de patata, pastelitos de fruta, sandía,  aparte de unos cócteles bien frescos, estaba todo muy bueno y los sabores llenaron mi boca, se estaba tan bien allí, hablábamos animadamente de la semana, trabajo, libros, series... me tumbe sobre la manta, notando la tierra y la hierba de al rededor.

De pronto asoma su cara sobre la mía

-¿Estás cansada?- me miro con cara tierna.
-No, estoy relajada y muy a gusto, ¿tu no?-y la agarre para que se tumba a mi lado, sin querer roce uno de sus pechos, nunca había pensado así antes... tenia ganas de... bueno, locuras.

Ella parece que se dio cuenta, y cuando retiré la mano rápido, ella me la puso de nuevo sobre su pecho.

-Anna, ¿que haces?, pregunte extrañada...
-Podríamos... si quieres, bueno, jugar... si quieres...- susurro tímidamente.

Me incorpore, me senté a su lado y la mire, no sabia que hacer, pero esa vocecilla en mi coco me dijo, ¿porque no?, tragué saliva, contemple a mi amiga, tumbada, con su vestido de florecitas azules de tirantes, con esa mirada dulce y tímida, que me rogaba que la tocara.

Acaricie su inocente rostro, y la besé suavemente en los labios, nos reímos, pero luego nuestras leguas se rozaron, sabia dulce como la sandia que habíamos comido, quería más, mi lengua atropello a la suya, empujándola y haciéndola retroceder a su boca, quería más, mordí su labio, era tierno, jugoso, pocos chicos los tienen así, baje con mis manos, apartando los tirantes del vestido y del sostén, acaricie sus pechos por encima, y metí mis dedos dentro, ponía notar sus pezones duros, le desabroche para dejar libres sus senos, eran blancos, firmes, con un pequeño pezón rosado, los acaricie con curiosidad, ¿le gustara lo mismo que a mi? ¿debería ser más suave?, comencé pellizcando suavemente, ella producía pequeños gemidos, estaban duros, le di un beso, y la mire como pidiendo permiso, sonrío, baje por su cuello, olía a colonia de flores, y llegue a sus respingones pechos, lamí con suavidad, pero el cuerpo me pedía más, apreté con mi labios, ella se encogió con un gemido, le gustó.

Mamé de sus pechos, sacando sus pezones, apretándolos, lamiéndolos, me puse sobre ella, y subí su falda lentamente, todo en esta chica es muy "kaway" llevaba una braguitas rosas con puntilla, sonreí mirándola, se encogió de hombros, baje mi mano hasta esas braguitas rosas, tocando suave, buscando encontrar su clítoris, rozando con mis dedos por encima, presionando y frotando, cada vez más fuerte, estaba ya muy mojada esta chica, aparte la tela y metí un dedo, estaba estrecho, caliente, mojado... ella gimió, empecé a mover mi dedo dentro de ella, dentro fuera, una vez mojado fui a por el clítoris, estaba durito, comencé a dar movimientos circulares sobre él, ella se retorcía y gemía, cada vez más deprisa, le quite sus bragas, y comencé a lamer, sabia diferente, bese y retorcí mi legua en su clítoris, ella cada vez se retorcía más, hasta que cerro sus piernas y me sujeto la cabeza, en primer plano vi. como se corría, el liquido salía de su coño, como una pequeña fuente, cuando me libero, lamí sus fluidos, era un sabor nuevo, que espero volver a saborear.


Soy GinebraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora