PUtO miHUA.
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—¡Brookie, n-no me gusta cómo me queda e-esto!
Aquél día, la tarde se me había pasado volando junto a Dooly en mi habitación. Nos habíamos dedicado simplemente a ver películas, pedir pizza a domicilio y jugar a las cartas, y entre pequeñas miradas, me dí cuenta de que entre nosotros no hacían falta palabras para poder disfrutar de nuestra compañía. Las conversaciones fueron escasas, casi inexistentes. Sólo compartimos algún que otro comentario gracioso y pequeños piques sobre quién manejaba mejor la baraja de cartas, riéndonos de los errores que cometíamos cada uno durante el juego.
No hicimos nada en especial, pero lo suficiente para que nuestra amistad avanzase a pasos agigantados. Disfruté de la compañía de Dooly como hacía tiempo que no gozaba; me vi envuelta, también, en la comodidad que me otorgaba el ganarme su confianza.
Agarré la caja de cartón de pizza y la tiré a la basura, para proceder a colocarme un pijama improvisado. No solía dormir muy abrigada, tan sólo con una camiseta algo larga, pero no pretendía asustar de aquella manera al trillizo. Mientras tanto, Dooly se encontraba en el baño vistiéndose con un pantalón holgado de Jin y una camiseta, quejándose por la falta de costumbre de no utilizar ropa de aquél estilo.
No quería admitirlo, pero en el fondo de mi jodido ser, me sentía histérica. Me había burlado del trillizo por ser su primera vez durmiendo con alguien ajeno a sus hermanos, pero lo cierto era que mi situación se asemejaba a la suya. Sí que había dormido con mujeres en el pasado, por supuesto, pero nunca con un hombre. Y a pesar de no sentir absolutamente nada por ellos, algo me estaba molestando en mi interior.
La puerta del aseo se abrió entonces, revelando el cuerpo del chico con la mejillas prendidas en un suave rojo carmín. Jamás lo había visto así, tan casual. Era la primera vez que veía a Dooly fuera de sus camisas elegantes o su pijama de seda de dos tallas más grandes que la suya, y no pensé que fuese a provocar tanto impacto en mí.
A pesar de ser físicamente igual que Jimin o Mihua, algo los hacía completamente diferentes.
—Te queda bien, hey —exclamé con emoción, haciéndolo elevar la mirada y sonreír apenas.
Se veía terriblemente inseguro.
—N-no estoy cómodo, la verdad...
—¿Por qué? Te ves increíble —y era verdad, para qué mentir.
—Si-siento que me he convertido en Jimin.
—Ya quisiera él convertirse en tí.
Mis palabras salieron con toda la buena intención del mundo, pero lejos de tomarlas como un halago, pareció entenderlas como todo lo contrario. Sus ojos se bañaron en una oscuridad afligida, reboloteando hasta el espejo para observarse detenidamente en él.
Lo vi tragar saliva con dificultad y morderse el interior de las mejillas.
—¿Sabes...? —comenzó, desviando la mirada de su reflejo para guiarla hasta la mía sin voltearse, analizándome a través del cristal—. A ve-veces me gustaría c-cambiar.
—¿A qué te refieres?
—A todo —sus labios expulsaron un suspiro cansado, girando los talones para escrutarme frente a frente. Su expresión había cambiado totalmente; se veía tan vulnerable en esos momentos que temí que comenzase a llorar—. Quizá s-si no fuera como s-soy, no me tratarían así. Y nadie te-tendría que defenderme porque no me harían nad-da.
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Trillizos Park. - bts
FanfictionCuando existen dos réplicas tuyas, tu mayor deseo es destacar por tus cualidades y buscar algo que te defina. Por esa razón, esos tres chicos eran exactamente iguales y diferentes al mismo tiempo. Lidiar con ellos era incluso más difícil que aprende...