II: Razones

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Cuatro días después del convivio, apenas estaban preparando las cosas para las bodas que se celebrarían dentro de tres días.
Desde aquella noche en la que Len y Kaito se conocieron, Gumi y Rin no podían dejar de fantasear sobre la gran amistad que tendrían sus hermanos. Sí, amistad.
Pese a que se la pasaron excelente, Len pudo despejar su mente un rato de la tortura que era para él el ver a Fukase al lado de Gumi.

—¡Len!, ¡Gumi ya llegó! —Gritó su hermana para que el rubio la escuchara desde abajo.

Cuanto antes, descendió corriendo hasta la entrada principal. Al ver a la peliverde le recibió con un gran abrazo lleno de energía.
Era obvio que Len aún la quería a morir.

—Sé que puede ser una molestia, pero traje a mi hermanito querido —Dijo Gumi mostrando una sonrisa de oreja a oreja con los ojos cerrados.

De una limosina negra salió el peliazul, llevaba prendas que lo hacían ver muy guapo y fresco, Len al parecer era el único que llevaba un gran abrigo blanco. Sin él, su cuerpo se veía un poco más pequeño.

—¿Qué tal, rubio? —le saludó Kaito a Len con una mano en el bolsillo de su café oscuro pantalón y la otra extendida en un Hi-5 que el ojiazul detectó.

—Ya te estabas tardando, señor copas locas —Len le llamó por el apodo que sus primos le pusieron a Kaito cuatro días atrás. Como él se embriagó ese mismo día, comenzó a decir y hacer locuras. Una de ellas fue el besarse con su prometida (quien igual estaba borracha) con el vino dentro de su boca, de igual forma, con las primas de Len, cosa de la que nadie se quejó. ¿Cómo quejarse del beso de semejante guapura? Claro que todo fue inconscientemente. El rubio juró no tomar ese día, pero mareado sí que terminó.

—Cállate, no le digas a nadie eso.

—¿Vas a entrar o quieres que te lleve de la mano? —Preguntó sarcásticamente Len.

—Llévame cargando si quieres.

Len solo ignoró el comentario y caminó en dirección a un jardín distinto al del convivio. Este era un rosal.
En él habían asientos muy divinos de madera de roble bajo una carpa café. Estos parecían estar colgados de la estructura de la carpa (y lo estaban). Len se sentó tranquilamente en uno de los cuatro que rodeaban una mesita, mientras que Kaito lo miraba temeroso.

-¿No te vas sentar?

—Esta cosa se va a caer.

—No seas gallina, siéntate —Kaito no tuvo de otra que acceder. Casi se caía porque nunca había usado uno de esos asientos, pero pronto logrò controlar su equilibrio—. ¡Nemu! —Gritó Len, aunque a él no le gustaba tratar así a las sirvientas.

—¿Sí, señorito Len? —Dijo una chica de unos diescisiete años con pelo corto negro tan pronto como llegó al llamado.

—Traenos dos old fashioned con hielo y una botella, por favor —Ordenó. Esos dos objetos que pidió al principio eran vasos bajos de vidrio semi grueso con base ancha, especiales para servir bebidas.

La sirvienta asintió y se esfumó del sitio.
Ambos esperaron en silencio. Len estaba mirando cada una de las rosas y distintos tipos de flores que se encontraban cultivadas en aquél rosal.
Cada fila formaba un pasillo del cual emanaban distintos recuerdos de la vida de Len. En cada uno había besado a las novias que había tenido a lo largo de su vida, mas solo quedaban dos que no contaban esa situación.
Sacándolo de sus pensamientos, Kaito le golpeó suavemente en el hombro haciéndolo saber que la bebida ya estaba servida.

—Oye, me dejaste con la duda de mi hermana ese día —Comentó Kaito para romper el silencio. Len le miró confuso—. Ya sabes, cuando Ruby les preguntó sobre su relación y tú te fuiste super enojado.

• Blinded • 『KaiLen』(HIATUS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora