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  Están a dos días de regresar a San Fransokyo cuando sucede.

  Hiro de verdad no tiene idea de cómo pasa todo. Están cruzando la calle y lo único que puede ver es a Miguel y su sonrisa de revista y de repente el mexicano lo empuja para atrás, suelta su mano y Hiro se cae de bruces contra el cemento.

  Inmediatamente hay un grito y un golpe, el sonido inconfundible de huesos rompiéndose y un peso sobre él, líquido caliente en sus manos.

—¡Miguel!—alguien grita, y Hiro siente cómo el alma se le sale del cuerpo.

  Miguel, de sonrisa que hace las flores crecer y de ojos que contienen el universo está tirado en el suelo, empapado en su propia sangre. Hay un motor de carro y Hiro se queda petrificado, observando la vida drenarse de esos ojos chocolate que tanto ama.

  La gente alrededor está gritando, histérica, y el japonés ya no puede reconocer nada.

  El motor de un carro y de repente se ve azotado nuevamente contra el suelo, ésta vez con el cuerpo más adolorido que la anterior. Los párpados se le cierran y lo último que escucha es un susurro de su nombre antes de que todo se convierta en oscuridad.

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Besos robóticos congelados:

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Besos robóticos congelados:

—Valery

como termina nuestra historia  -「higuel」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora