— Ma-Marimo... — un suspiro fue lo único que se escuchó en esa habitación de la embarcación.
Zoro y Sanji llevaban tiempo siendo pareja, poco más de dos años, donde sus constantes peleas llevaron a otra cosa, y el proceso se aceleró gracias a Tora y Ronin, unos chicos que eran muy cercanos a Zoro, bueno, eran como sus hijos no biológicos.
Bastó poco para que el espadachín de decidiera a proponerle matrimonio, y aunque el cocinero de los Mugiwara tardó en aceptar, terminó haciéndolo, y se celebró una gigantesca fiesta.
La única exigencia que había puesto Sanji en todo el tiempo que llevaban de relación era que deseaba casarse siendo virgen, que, aunque sonara como una estupidez, era un anhelo que tenía, y Zoro se lo cumplió, así que pasó por las peores de las abstinencias imaginadas.
Pero al fin llegó ese día tan esperado...
No recordaba cuanto tiempo llevaban haciéndolo, y no le interesaba, ambos disfrutaban de eso. Los gritos del rubio resonaban en las paredes, y los jadeos del peliverde solo mostraban su ansiedad y gusto por aquel acto, que tanto se contuvo en aplazar.
— vaya... — suspiró el más alto con una ladeada sonrisa en sus labios, sin detener el movimiento de sus caderas contra las del chico. — si existe un Cielo... seguramente es éste. — pasó a morderle el cuello, tenía mucho que desquitar, así que aquello era sólo el inicio.
Las expresiones de su cocinero favorito solo le estimulaban, ya que al principio opuso resistencia debido a lo rápido que Zoro deseaba hacerlo, pero tampoco se negó tanto, seamos sinceros, lo añoraba tanto como su pareja.
La mañana llegaba sin aviso, o permiso, la combinación de sexo y sake en enormes cantidades es muy mala, o al menos para nuestro joven rubio, a quien el sol quería arrancarle los párpados.
— demonios... — gruñó furioso. — estúpida cruda... estúpidos dolores... — iba a levantarse, pero algo lo aferraba a la cama. Zoro lo abrazaba por la cintura, decidido a no dejarlo salir de ahí. — estúpido y sensual Zoro... — suspiró, con una sonrisa en labios.
Recordando vagamente lo ocurrido ayer, miro a sus manos, la derecha tenía un adorno especial, una argolla de oro, muy sencilla, pero bastante bonita a su vista.
Aquel día había sido especial, y no podía dejar de pensar en ello.
— ¡Sanji, comida! — el gritó del joven capitán captó su atención, ¿cuánto habían dormido?
— voy, voy. — suspiró, olvidaba por un momento que estaban en una eterna búsqueda por sus sueños.
¿Cuánto lleva ya? Según, apenas iban viajando cerca de tres años, pero se sentían como más de 800 capítulos de un anime.
Apenas abre la puerta, una graciosa escena le da la bienvenida a su día a día.
Ussop amarrado a uno de los mástiles del barco, Nami muriendo de risa, Robin admirando todo desde una silla en la cubierta, y dos niños frente al atado. El mayor, de 12 años, cabellos verde de tono pálido, negros ojos y con una espada en mano, el menor, de 6 años, de cabellos verdes muy oscuros, brillantes ojos azules y una blanca piel. Para él, ya no era raro ver eso.
— Ronin, Tora, dejen a ese pobre diablo. — dijo el cocinero, acercándose a los menores de la tripulación.
— ¡gracias, Sanji, me has salvado! — exclamó el moreno, pero los tres lo vieron confundidos ante eso.
— ¿salvarte? Claro que no, solo no quiero que le metas ideas a los niños, es todo. — sacudió su mano, en señal de desacuerdo.
— señor Sanji, ¿podría hacer de comer? — pidió el menor de los niños, obteniendo de respuesta una cálida sonrisa.
— claro, a eso vine, desaten a ese idiota y denme unos minutos para preparar algo decente. — y al instante, ambos obedecieron.
— eres su madre, básicamente. — Nami reía a morir.
— que no soy su madre, maldición. — alzó la voz, algo irritado.
— eres como el padrastro, ya que su madre sería la fruta Hana-Hana*. — aclaró Robin sumándose a las agresiones del día.
(*Nota: hana significa flor, sé que es estúpido decirlo, pero igual :v)
— Robin-chan no digas esas cosas... — no podía creer tal unión por molestarlo.
Antes de que otra cosa pasará, fue a la cocina, con muchas ideas en la cabeza, apenas ayer se casó, y todavía no lo procesaba del todo, pero igual no era algo malo o incómodo, y adoraba a esos pequeños, así que sólo ellos podían decirle "papá" de vez en cuando, ya que sólo llamaban "padre" a Zoro. Ese dúo... mientras picaba algo de verduras, recordó lo que sucedió con ellos.
En su viaje por el Grand Line, llegaron a una isla muy rara, todos sus pobladores se parecían entre ellos, y fue hasta conocer a la reina que entendieron todo. Esa mujer había comido una Fruta del Diablo, la Hana-Hana, una Fruta que creaba clones de cualquiera que era infectado por el polen de las flores, o manchaba una con su sangre. Decidieron huir de ahí, no sin antes dar pelea, claro. El más herido fue Zoro, que apenas tenía dos rasguños, uno en el brazo derecho, y otro en un costado de su abdomen, ambas heridas tenían esporas de esa Fruta.
De esas heridas brotaron dos flores, las cuales succionaban los nutrientes del cuerpo del espadachín, tuvieron que esperar meses para que se dieran cuenta de que habían aparecido dos niños en el barco, a quienes llamaron Tora, tigre, y Ronin, nombre de alguien destinado a ser un samurái salvaje, quienes ven a Roronoa como su padre. Eran demasiado tiernos, sobre todo Tora, una monada de muchachos
La puerta de la cocina se abrió, y pese a que no volteó, sabía quién era, por lo que una ladeada sonrisa adornó su rostro.
— ¿sake tan temprano? Bebimos demasiado ayer, ¿no te parece? — un gruñido le dio la razón en todo.
— solo quiero más de bebida, y de otra cosa. — un silencio se formó durante unos segundos.
— ¿"otra cosa"? — repitió, confundido.
Su esposo lo tomó por la cintura, paseando su nariz por el cuello del rubio, le erizó la piel ese contacto, no estaba muy acostumbrado al contacto brusco con él.
— lo de anoche. — respondió, dando un beso al muchacho, y vaya que le sacó un susto por ello.
— ¡e-espera, Marimo todavía es demasiado temprano para pensar en eso! — la cara le cambió de color, causando gracia en su marido, pero lejos de conseguir su objetivo, solo le besó la mejilla, y dirigió su boca al oído del cocinero.
— apenas te descuides, lo haremos de nuevo. — susurró. — una, y otra, y otra... — las manos del peliverde bajaron a zona prohibida, alarmando al otro.
— ¡entendí, entendí, no necesitas demostrármelo! — exclamó, rojo de vergüenza.
Zoro sonrió, para irse de la cocina, dejando al jefe de ahí bastante avergonzado, había bajado la guardia un solos segundo y eso pasa...
— parece que se volvió ninfómano o algo así... — murmuró para sí mismo.
Pobre Sanji, no tiene ni idea de lo que le espera.
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Ninfómano | Drabbles ZoSan.
FanfictionSanji pidió a Zoro mantenerse virgen hasta el matrimonio, cosa que cumple, pero al llegar ese día, el deseo se apodera de ambos, y nuestro espadachín favorito se vuelve adicto a tener relaciones con su cocinero. Zoro se volvió ninfómano, y ni el lug...