Capítulo 2: El Infierno

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Mientras cruzaba el Infierno, Gaizkane observaba a su alrededor.

Era realmente triste.

Ver tantas almas perdidas sufriendo con sus castigos por haber elegido el mal camino cuando estaban vivos la inundaba de pena.

¿Tan difícil era hacer el bien durante los años que duraban sus cortas vidas?

Quizá era falta de fe, el hecho de pensar firmemente que después de la muerte no había nada más les daba la seguridad de satisfacer todos sus deseos sin temor y cuando se daban cuenta de su error y se arrepentían, era demasiado tarde.

Quizá sea pura necedad y aunque lo supiesen seguirían igual, pensando que no sería tan malo.

Llegó al castillo de Lucifer y los guardias, fantasmas de antiguos guerreros, la dejaron pasar.

Dentro se escuchaba un gran bullicio y se guió por el ruido hasta llegar a lo que parecía un salón de fiestas.

Gaizkane silbó asombrada por la fiesta que había dentro, sin duda merecedora del rey del Infierno.

Paseó la mirada por el lugar buscando al anfitrión y perdió la cuenta de todos los pecados que estaban cometiendo.

Al final  lo encontró, en el centro de la estancia bailando y bebiendo junto a un grupo de demonios, que parecían bastante borrachos.

Gaizkane se dirigió hacia Lucifer pasando entre toda esa gente, cosa que no le costó trabajo, ya que se iban apartando del camino a su paso.

-...y entonces yo le dije: "El trato era que me hicieses una estatua, no esta basura" y lo traje de vuelta- relataba el rey haciendo reír a su público.

-Y ahora yo te digo: "Corta el royo, tenemos que hablar" y te saco de aquí- le dijo Gaizkane al llegar a él.

Cualquier otro tendría que estar repasando si dejó en orden el testamento y prepararse para morir por por hablarle así.

Pero no era cualquier otro, era Gaizkane, la mejor amiga de Lucifer.

Él se giró hacia ella y le dedicó una sonrisa burlona.

-Vaya, pero si está aquí la salvadora, ¿a qué se debe su visita?- dijo con arrogancia e inclinándose ligeramente sobre ella.

Gaizkane suspiró y rodó los ojos.

-¿Qué manía tienes con traducir mi nombre?

-Es que me hace gracia que la Muerte se llame "salvadora".

-Pues a mi me hace gracia que el Diablo se llame "portador de luz".

Lucifer torció el gesto.

-Por algo prefiero Satanás, Lucifer es demasiado positivo- bufó frunciendo el ceño- y el Carnero me saca de quicio, ¿acaso tengo cuernos?- le preguntó señalando su perfecta cabellera negra azabache.

-Bueno, no he venido a debatir sobre tus nombres, ¿podemos hablar a solas?- preguntó mirando a los demonios que intentaban ver bajo su capucha con el ceño fruncido.

-Sabía que no te podías resistir a mi- le dijo sonriendo con arrogancia.

-Lucifer, seriedad- le pidió rodando los ojos.

-Vale, vale, lo intentaré. Sigueme.

La guió hasta una habitación contigua: la sala del trono.

Un gran trono negro y brillante, con diversas grabaciones decorándolo y elevado sobre una plataforma de mármol con dos escalones para llegar al asiento.

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⏰ Última actualización: May 08, 2018 ⏰

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