Adoptado por Harry Styles

Capitulo 1: Alex.

A L E X

Nunca conocí a mis padres. Nunca aprendí a andar en bici con mi padre, nunca tuve una cena familiar ni mucho menos supe lo que era tener una familia.

Tengo dieciséis años y vivo en la calle. A los trece años me escapé del orfanato al que me habían metido servicios sociales y decidí iniciar una vida independiente.

Se preguntarán cómo es que he sobrevivido. Pues digamos que me gusta lo fácil. Sobreviví dos años comiendo de las sobras de restaurantes y basureros públicos, dormía en bancas en los parques o en cajas de cartón extendidas sobre los callejones. Una noche, mientras revisaba los basureros de la parte trasera del restaurante famoso del centro de Los Ángeles, noté que un mesero había dejado la puerta de la cocina abierta.

En un movimiento rápido me escabullí adentro sin ser visto y tomé todo lo que pude rápido hasta que escuché una voz.

—¡Hey, Niño! ¡Qué estás haciendo!— salió un hombre del almacén gritando.

Consumido por el pánico, tomé las cosas y corrí hasta llegaran a un callejón, donde deje la comida en el suelo y me dispuse a devorar deliciosos manjares.

—Tienes agallas, niño— alcé la mirada para ver a dos chicos y una chica de aproximadamente dos años más que yo.

—Vimos lo que hiciste en el restaurante— se acercó uno de ellos— Soy Matt, ¿Cómo te llamas?

—Me llamó Alex— traté de sonar seguro pero en realidad el miedo me consumía internamente, no sabía que era lo que querían de mi.

—Bueno Alex, yo son Amanda, el es Victor y ya conoces a Matt— respondió ella.

—¿Que es lo que quieren?— pregunté temeroso poniéndome de pie.

—Alex, vives en la calle, ¿no es así?— preguntó Amanda.

—Si...— asentí lentamente con la cabeza.

—Pues nosotros también— habló esta vez Victor— y tenemos una propuesta para ti.

—Tú robarás comida y demás cosas a la gente y a cambio te ofrecemos protección y comida— dijo Matt— ¿Que dices?

Lo pensé unos segundos, hasta que me di cuenta de que no perdía nada, ya que robar era algo en lo que tenia experiencia.

—Esta bien— contesté— acepto.

Desde ese día, vivo con ellos donde todos los días buscamos "ingresos" de gente adinerada por plazas y parques públicos. Así es como me mantuve hasta mis dieciséis años. Hasta que un día le robé a la persona equivocada.