-Bueno, es tiempo de irme –Dijo Nathan apagando la televisión. Se levantó del sillón y ayudó a _____.
-Adiós, precioso.
- Bonita, ¿Estarás bien? –Preguntó.
-Te lo prometo, Liam me mandó un mensaje para que nos hablemos por Skype, así que no estaré del todo sola –Dijo soriendo.
-Bueno, pero si llega a pasar algo te ruego que me llames –Suplicó.
-Te lo pometo –Un mensaje le llegó a Nathan-. Tienes que irte.
-Adiós, te amo –La besó, ella lo abrazó y, después de un largo beso en su panza, Nathan se fue.
+
De camino al estudio Nathan no paraba de reproducir el recuerdo una y otra vez, ¿Qué era lo que había pasado? ¡¿Qué era?! Estaba harto de esto, de tener que conformarse con las explicaciones y sobre todo, estaba harto de no saber el por que se quería suicidar.
¿Era por que habían terminado? ¡¿Era por esa maldita razón?! Seguro que esa era la razón, dado por el recuerdo, era lógico.
Pero, para su desgracia, nunca podría saber cual era la verdadera razón. Sus amigos se negaban a confesarlo, probablemente su madre no sabía nada y no podía preguntarle a su novia por que la podría preocupar.
No había mucho que él pudiera hacer para que su memoria regresara, solo le quedaba contar las malditas horas mientras esperaba a que su memoria se le antojara regresar a su hogar.
Aparcó el auto en el aparcamiento del estudio y dejó caer su cabeza al volante.
Esperar, siempre la solución era esperar.
¿Esperar cuanto? ¿Un mes? ¿Dos… tres? ¿Esperar a que sus hijos le exigieran una explicación de cómo él había aprendido a jugar, a escribir? ¿Esperar a que sus hijos se dieran por vecindos y lo presentaran frente sus amigos como su padre con amnesia? ¿Tenía que esperar tanto?
Bueno, por lo visto, si tenía que esperar no era necesario hacerlo en el auto.
Con un suspiro llenó de resignación, bajó del auto y se encaminó al estudio. Ya era un poco tarde de la hora acordada, pero, teniendo en cuenta su blanca memoria, todos lo perdonaban.
Ventaja de tener amnesia.
Jugaba con sus llaves mientras llegaba a la sala, pensaba en los perfectos razgos de su novia cuando escuchó algo que detuvo su entrada.
-Yo digo que lo mejor es que ya le contemos todo, dependerá de él si lo cree o no –Dijo alguien que claramente presumía el acento ingles de Tom.
-¿Contarle todo? –Preguntó Jay-, no seas tonto, ¿Contarle de Alejandro? Ja, ni loco. Podrá tener la memoria borrada pero no se borraron sus modos de actuar. Es celoso de nacimiento, y no me quiero ni imaginar como actuará al descubrir quien es Alejandro.
¿Quién demonios era Alejandro? Y porque actuaría de un modo celoso.
¡¿Qué mierda acababa de descubrir?!
Con especial silencio se acercó un poco más, se percató de que su reflejo se veía por lo vidrios de la maquina expendedora así que se ocultó tras un garrafón de agua.
Tenía que seguir escuchando, frente a él se presentaba la oportunidad de saber que era lo que sucedía.
-Podriamos explicarle de un modo cauteloso, después de todo yo prefiero que nosotros le contemos antes de que llegue un recuerdo confuso y lo confunda y todo vuelva a ser explosivo como lo era hace un año. Cuando regresamos de la gira –Pidió Tom.