Capitulo 42

9K 665 222
                                    

Mi mirada estaba clavada en el frente. Por supuesto que estaba clavada en el frente, los árboles pasaban a nuestros costados a una velocidad impresionante y no reconocía el camino por el que Christopher me estaba llevando, pero algo me decía que no estaba yendo a casa.

El silencio dentro del auto era sepulcral e incómodo. Ambos estábamos en burbujas completamente diferentes, yo no sabía en lo que él pensaba pero probablemente él sabía en que estaba pensando yo.

En un ataque de valentía, me animé a desviar mi mirada de lo rápido que íbamos por la carretera, hacia él. Recostado en el asiento de la nave espacial, como si estuviera relajado, pero sabía que no lo estaba en realidad. Una de sus manos apretaba fuertemente el volante, tanto que pensé que comenzaría a abollarse en algún momento. Y su otra mano hacía lo mismo en la palanca de cambios. Su ceño fruncido viendo hacia adelante y sus hombros rígidos apoyados en el asiento. Sus labios apretados juntos, me revolvían el estómago. Estaba yendo demasiado rápido, pero en serio demasiado rápido. Podíamos morir y yo no estaba dispuesta a eso.

Dejé de tocar mis manos con nerviosismo para sacarlas de arriba de mis piernas, con cuidado y lentitud, apoyé mi mano izquierda arriba de la mano que estaba apoyada en la palanca de cambios.

Bien, mi mano estaba temblando y la suya estaba congelada y de verdad que estaba haciendo MUCHA fuerza. Estaba rígida y me daba miedo, todo y nada, al mismo tiempo.

No sé qué sucedió después. Tal vez olió mi miedo o se dio cuenta de lo rápido que iba, pero la velocidad disminuyó al instante. Tal vez había sido una reacción de su cuerpo o un acto reflejo, no lo sé, pero había dejado de pisar el acelerador al instante de sentir mi mano en la suya.

No sabía cómo sentirme al respecto. ¿Orgullosa? ¿Asustada? ¿Feliz? ¿Confundida? Maldita sea, alguien dígame qué mierda sentir en este momento.

Mis ojos buscaban los suyos con desesperación, intentando saber por qué estaba tan enojado. Qué estaba pasando, o tal vez, saber qué sentir al respecto de Christopher Vélez. Saber algo. Lo que sea.

Sus ojos parecían confundidos o hasta inseguros de correrlos de la carretera para verme. Pero sentía que quería hacerlo. Lo decía algo dentro de mí. Me moví en un intento de llamar su atención, y resultó, haciendo que sus ojos se desviaran sólo un poco del camino para verme. Y luego ver nuestras manos.

Parecía horrorizado. No lo sé, como si yo fuera algún tipo de monstruo o algo horroroso que estaba sosteniendo su mano, no en un intento de tranquilizarlo, sino en un intento de ataque. No entendía qué le estaba pasando.

Luego de unos pocos segundos, quitó su mano de la palanca de cambios, haciendo que la mía cayera a mi costado.

Bien. Ya era suficiente. ¿Acaso pensaba que yo tenía sarna? Porque no la tenía. Y está bien que era fea, pero tampoco tanto para hacer todo lo que está haciendo.

La furia corría por mis venas. Pero no era furia completamente, había un poco de indignación y definitivamente me sentía ofendida.

- ¿Adónde me estás llevando? Quiero irme a casa. - Intenté sonar lo más cortante e hiriente posible y al parecer funcionó cuando vi su ceño fruncido. Miré adelante para evitar su mirada.

Era impresionante la bipolaridad que este chico sufría. Parecía ser contagiosa. Estúpido Christopher Vélez.

- ¿Qué te pasa? - ¿Era una pregunta capciosa? Esperaba que fuera una pregunta capciosa. ¿Qué podía pasarme? Nada. Era huérfana, mi infancia había sido una mierda, me había mudado a este pueblo de hombres lobo y vampiros que me volvían loca, sin contar que me habían atacado en un bosque que ni siquiera sabía que existía y además, el loco seguía suelto, mi supuesta hermana era insoportable y además su casi novio era un hombre lobo.

Christopher Donde viven las historias. Descúbrelo ahora