Les contare una historia, es la historia de mi vida, donde les hablare de mi primer y único verdadero amor, que llego a mí, para dejar un vacío que solo pudo llenarse con otro pequeño pero muy grande amor.
Faltaba una semana para el cumple años de Maddie, y sus otros abuelos estaban muy contentos por celebrárselos, así que me convencieron para hacerle una pequeña celebración en su casa e invitarían algunos de los amiguitos del colegio de Maddie. Salgo del trabajo y me dirijo a casa de mi mama a buscar Maddie, ella la cuidaba mientras yo estaba trabajando ya que Maddie estaba de vacaciones y no quería que se quedara con una niñera en cerrada en la casa.
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-Abuelita! Mi papito llego- Dice Maddie y sale corriendo a recibirme, la cargo en mis brazos y ella me abraza.
-Te divertiste hoy?- Le pregunto sonriendo.
-Si!! Mucho, mucho y también fuimos a pasear con los caballitos- Me dice de forma divertida.
Luego de despedirnos de mi madre, nos vamos a casa.
-Cariño! Ven! Ayuda a tu papito a cargar algunas cosas- Le digo, ella sin protestar sujeta mi maletín y entra a la casa.
Después de cenar me siento a ver la televisión mientras Maddie juega con sus muñecas y de pronto surge esa conversación que siempre quise evitar.
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-Papito yo tengo una mama?- Me pregunta mirándome seria, yo apago la televisión y me acomodo para hablar mejor con ella.
-Sí, tienes una mama - Le dije fingiendo una sonrisa.
-Y donde está ahora?- Me pregunta curiosa.
-Ella... ella está en su casa- Le digo.
-Y por qué no vive conmigo?- Me pregunta insistente.
-Porque ella es una princesa que cuida un castillo mágico y no puede salir porque un dragón la tiene atrapada- Le dije haciendo voz de mounstro.
-HAAAAAA- grito haciendo que me estremeciera y empezamos a jugar por toda la casa.
No quiero que mi pequeña sepa de su mama, sé que se sentirá muy decepcionada de saber lo que Emily había hecho, por eso preferí mentirle haciéndole creer que su madre era una heroína. Todas las noches antes de acostarla le contaba una historia de su mama, como si fuera una princesa aventurera, y veía lo emocionada que Maddie se ponía, su cara se iluminaba cuando le hablaba sobre su madre, me daba miedo pensar que ella algún día descubriera la verdad y se molestara conmigo por no habérselo dicho, pero quien soy yo para destruirle los sueños a una niña que anhelaba poder algún día ver a su mama.
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