Capítulo 3.

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10 años▪

Mi primer beso

Sol y Fátima no dejaba de fastidiarme. De un día para otro les había entrado en la cabeza la odiosa idea del primer beso. Era repugnante, yo seguía creyendo que eso era sólo un método para trasladarse baba.

Fátima nos había confesado que un chico de la escuela le pidió in beso y que ella se lo había dado. A la semana llego Sol diciendo que consiguió que un niño la besara. Y ahora esperan mi turno.

Mis labios estaban sellados, no basaría a nadie. No estaba dispuesta a correr ese riesgo, podría contagiarme de alguna enfermedad, besarse era muy peligroso.

—Vamos, no tiene nada de malo. Es la mejor sensación del mundo, son como miles de mariposas en tu estómago...— argumento Fátima mientras comiamos helado en la terraza de mi casa.

—Y además te tiemblan las rodillas... Es tan romántico— siguió Sol y ambas suspiraron a la vez. Yo redoble y me lleve una gran cucharada de helado a la boca.

—No, gracias. Paso. Y aunque quisiera jamás lograría que alguien me besara, soy Alex la descerebrada, Alex la torpe, Alex la inútil— podría seguir nombrando los apodos que me ponían mis compañeros, pero no quería alargarme la tarde recordando lo cruel que pueden llegar a se los niños. Marlee me decía que no les presta atención, que nuestro padre era el jefe de el de ellos y que si me apetecía podía hacer lo que quisiera. Marlee se estaba transformando en una chica malvada con el correr de los años.

—Bueno, entonces con un niño que no vaya en nuestra escuela— me dijo Fátima y algo se encendió en su mirada. Note que Sol estaba con el mismo rostro cómplice, se miraron y sonrieron.

—Y que esté cerca, que te conozca y se muera por ti ¿se te ocurre alguien Fati?— pregunto Sol. Me estaba asustando, sonreia de una manera amenazadora.

—Sea quien sea, no lo haré. Solo temgo diez años, quiero vivir mi infancia sin enredos amorosos.

—¡Alex, es normal!— exclamó Fátima. Que testarudas eran mis amigas.

—¡No lo haré!— le grite— no besaré a nadie.

—Bien, si esa es tu decisión — Sol se cruzó de brazos y miro de soslayo a Fátima, quien hizo lo mismo y se pusieron de pie—. No beses a nadie, no te podemos obligar. Pero... Nunca mencionaste sobre si un niño te besara.

—¡No, no, no!— Les espeté.

Las corrí de mi casa y le dije con seriedad que me hablarán cuando pensarán racionalmente.

A la mañana siguiente, me encontré en el desayuno con Luke. Desde que se cambió de escuela se había vuelto más esquivo. Intente hablarle y decirle que haría sufrir a Sandy, pero el parecía estar en otro mundo, así que desistí y en semanas las cosas quedaron como antes.

Salude a Ellen, que me preparaba un tazón con cereales y pan tostado, y le dediqué una fría mirada a Luke como unos buenos días. Sin embrago, a diferencia de los otros días, el no se levantó de su silla y dejo su comida a medio terminar, sino que se quedó allí con la mirada perdida observando su cuchara.

—Alex, quiero hablar contigo— me dijo de repente, Ellen nos miro y sonrió.

—Le llevaré el desayuno a tu madre, Alexa— tomo una bandeja con una taza de café y unos pastelitos de fresa y salió, dejándonos solos.

—¿Qué quieres?

El se acomodó en su silla y presencié algo que nunca espere por parte de el:
Inseguridad.

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⏰ Última actualización: Mar 03, 2018 ⏰

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