17.

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Mis ojos iban de un lado a otro sobre el montón de notas, papeles, mi laptop y hasta prendas de ropa regadas sobre la cama. Si hacía unos días mi habitación había vuelto a ser un lugar prolijo y habitable ahora todo se había ido a la puta y la verdad es que no podía importarme en lo más mínimo.

Apreté los labios al llegar al centro del colchón donde descansaban las notas de mayor relevancia y urgencia. Tenía un montón de tachones, borrones y apuntes como si se tratara de una bitácora, pero para mi alivio la gran mayoría de las cosas ya estaban con un check al costado. Sin embargo, dentro del par de cosas que estaban aún sin tachar residía una de las de mayor importancia; un pendiente que de seguro me tomaría toda la noche resolver pero que, estaba segura, valdría totalmente la pena.

Sonreí para mí misma. ¿Cuándo era que me había dejado agobiar tanto? Coño, que era Woo Seori y no cualquier hija del vecino. No había circunstancia más pesada que mi terquedad y nunca me consideraría alguien fácil de menguar, contradecir o dominar. 

Me atrapé imitando el siseo que hacía Yoongi cuando pensaba mucho las cosas, inhalando aire con la lengua pegada al paladar para dejar salir un quejido parecido a cuando arde un raspón. Y ahí también me reí de mí misma. A veces me jodía pensar que el puto Min me había calado profundo, pero no había remedio. Pasar tanto tiempo con él le había vuelto muy indispensable para mí; mas no de una forma necesariamente dependiente.

Eso era justo lo que estaba intentando probarme a mí misma entre todos los pensamientos y mi decisión que desencadenó el plan que llevaría acabo para el día del evento.

Busqué mi móvil entre las sábanas, dando con él casi cinco minutos después porque lo tenía en mi maldita mochila y no sobre la cama. Bufé ante mi despiste y nada más lo desbloqueé me di cuenta que tenía una llamada entrante. Me mordí la lengua al leer el nombre en la pantalla, casi riendo en cuanto me pegué el auricular al oído.

—Justo iba a llamarte.

Te tardaste mucho. Todo el día, si hacemos un recuento.

—Ajá. Tuve un buen día. Muy productivo, revelador y todo. Gracias por preguntar, hijo de puta.

Pesada —resopló corto con la nariz, como si hubiese ahogado una risa.

—Imbécil —me dejé caer en un hueco vacío entre todo el desastre de la cama—. ¿Terminaste todos tus pendientes?

Ya. ¿Tú?

—¿Incluyendo lo de la ropa que usarás?

Que da igual lo que use, Seori. Deja de joder con eso.

—No da igual, Min —rodé los ojos aunque sabía que no me estaba mirando—. Sé que tienes el autoestima muy puto arriba, pero no eres tan atractivo como para lucir bien un saco de patatas, así que una ayudadita con el vestuario no te va a venir nada mal.

¿Qué tienes tú con las putas patatas?

—Joder Yoongi, enfócate —refunfuñé y estuve segura de escucharle resoplar una risilla por lo bajo al otro lado de la línea—. Fuera de eso, ¿falta algo más?

Se quedó callado unos segundos, supuse que estaba pensando. Giré la vista hacia el montón de papeles y cosas que tenía acumuladas y, mientras esperaba por su respuesta, empecé a removerlas hacia un lado con la mano dejándome espacio libre para poder recostarme en la cama.

Vernos.

Mi lengua se detuvo a medio recorrer de mis labios sin poder evitar que una pequeña sonrisa se me estampara al escucharle. Aunque no estaba segura bajo qué contexto lo decía (y con qué finalidad, porque viniendo de él se podía esperar cualquier cosa), su tono se me antojó un tanto agridulce.

staged » bts; myg.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora