Capítulo 3

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Da igual el número de veces que parpadee, la realidad no cambia por muy sueño que parezca, uno muy extraño para ser más precisos. ¿Qué se supone que gana él saliendo conmigo? Cosas ventajosas me refiero. Por no decir que apenas acabo de conocerle, es imposible que en tan poco tiempo pueda haberme visto alguna cualidad que le guste. Toda esta situación me supera. 

La respuesta obvia es que esta no es una situación real. Debe ser eso, todo esto es un hermoso sueño. Niego con la cabeza satisfecha con mi deducción, mira que soñar con esto. No puedo soñar cosas normales por lo visto. Decido aprovechar el momento para comprobar la textura de su piel, parece tan sedosa que no reprimo mi impulso de alargar mi dedo índice para tocarla. Oh mierda, su tacto se siente demasiado real como para tratarse de una ilusión. Mierda. Genial, debe pensar que estoy mal de la cabeza.

—Vale, voy a ignorar el hecho de que me has tocado como si fuera un bicho, —dice mirándome raro. Un bicho no, una alucinación, quise corregirlo — y me voy a centrar en la propuesta. Bien, ¿qué dices?

Mantengo mi silencio sin ser capaz de vocalizar ni una sola letra. Tal vez no sea un sueño, ¿pero que pasa con los cocos? Un coco puede haberme dejado fuera de combate perfectamente. Aunque no sé donde podría encontrar uno que me hubiera causado alucinaciones. 

Dejo de divagar al escuchar su armoniosa risa. 

—Creo que me estas entendiendo mal, yo no quiero salir contigo, tenlo claro. — Me es imposible reprimir la decepción que recorre mi cuerpo al escucharlo. Es absurdo pensar que alguien querría salir conmigo sin una razón oculta más allá de la lástima. Levanto un muro de indiferencia para que no se note que me han afectado sus palabras, pero fallo cuando mi cara empieza a expresar tristeza. Ruedo los ojos para ocultar esa mala sensación que estoy sintiendo. — Verás, hay una chica que me gusta bastante. Nunca me presta atención porque piensa que me tiene en la palma de su mano, por lo que necesito a alguien que se haga pasar por mi pareja. Estoy seguro de que se pondrá celosa y saldrá conmigo. — aclara gesticulando.

Vale, que puede que esté un poco desesperada por tener amigos o alguien con quien hablar, pero tampoco creo que tenga un cartel en la frente diciendo: ¡Hey! Necesito novio. ¡Se mi novio!

—Mmmm, no sé, no creo que esto salga bien.— intento poner una excusa.

—Saldrá perfecto, además no será para siempre. Solo será durante treinta días, ¿qué me dices? Nadie menos nosotros dos sabrá que es falso. Pase lo que pase, treinta días.

No me parece precisamente una buena idea. Además, parece buena persona y no me gustaría que saliera perjudicado por relacionarse conmigo. Tampoco me gustaría que mi primer novio fuera de mentira y que quisiera conquistar a otra chica. Desvío la mirada buscando una excusa para declinar su loca propuesta.

—Ni se te ocurra, nena. No nos iremos de aquí hasta que aceptes.— amenaza mientras se cruza de brazos y me mira desafiante. 

Suspiro frustrada intentado buscar una salida sin mucho éxito. La parte buena es que no tengo mucho que hacer, podría estar aquí el día entero si me lo propusiera. Me cruzo de brazos también y le devuelvo la mirada, pienso irme de aquí sin novio. No entiendo porque precisamente tengo que ser yo, una chica sencilla sin carisma ni nada especial, tan normal que hasta aburre.

No es tan complicado esperar a que se canse, todo el mundo tiene un límite y espero alcanzar el suyo. Ya se dará por vencido. Reprimo una sonrisa desviando la mirada sabiendo que esta es una batalla que no va a poder ganar. 

Espera un momento. ¿Esa no será...? ¡Joder! ¡Si que es ella! Maldición, ¿qué probabilidades había de que justamente ahora aparezca mi hermana con sus amigos? ¡Si nunca viene aquí! Me consuelo diciendo que al menos todavía no se ha percatado de mi presencia, pero como se de cuenta de que estoy aquí voy a tener problemas. Entro en pánico cuando la distancia entre nosotras se reduce. Mierda, mierda, mierda, ¿y ahora que hago? Miro enfrente al chico cruzado de brazos que espera pacientemente una respuesta sintiéndome acorralada. ¡Ni siquiera se su nombre! Mierda, como me voy a arrepentir de esto.

Ahora sí, sonríeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora