Cómo criar a una Noodle sin morir en el intento

Haircut time

—Sí, señor, entiendo. Muchas gracias por su tiempo.

Stuart colgó el teléfono por quincuagésima vez, y guardó la guía telefónica, haciendo bola el papel en el que estaba mirando direcciones y teléfonos de orfanatos y oficinas de correo a las que habían llamado para intentar averiguar el origen de Noodle de forma infructuosa. Luego se volteó a ver a la niña japonesa, que estaba sentada en el suelo junto a Russel, observando discos de vinilo con lo que ellos juzgaban una enorme fascinación. Le llamaban la atención las imágenes.

—¿Qué dijeron? —Preguntó Murdoc, sentado a la mesa, con una botella pequeña de cerveza en la mano.

—No conocen a ninguna niña japonesa... —Dijo el cantante, hundiéndose en el sillón y mirando a la pareja sentada en el suelo—. Pensaban que era una broma, de hecho. Igual que casi todos los demás.

—Hmph. Y preguntarle a la enana solo deriva a incoherencias o a esa misma palabra una y otra vez —Murdoc se notaba decepcionado. Tomó otro trago de la botella.

—No tenemos de otra, tenemos que quedárnosla —Murdoc rodó los ojos y gruñó un "Bien" seco. Stuart se dio la vuelta y observó cómo Russel levantaba un vinilo de los Rolling Stones, causando que la niña sonriera por debajo de los largos mechones de pelo.

—¿Te gusta eso, pequeña? —Dijo el baterista, a lo que la niña ladeó la cabeza sin entender mucho y abrazó el vinilo contra su pecho.

—¡Daaaaaaaaaaisuki! —Noodle dijo, alzando la cabeza para aparentemente mirar a Russel, con la sonrisa de oreja a oreja.

—Interpretaré eso como un sí —Russel sonrió con ternura.

Stuart se levantó del sillón y salió de la habitación con el ceño fruncido. Murdoc le iba a preguntar qué le pasó, cuando el cantante regresó con unas tijeras de cabello, un espejo de mano, una peineta y una toalla. El bajista alzó las cejas cuando 2-D se sentó en el sillón, dando unas palmadas en el espacio al lado suyo.

—Uhhh, ¿Noodle? —La niña se levantó y se sentó a su lado.

—¿Nani? — Preguntó ella, mirando al cantante con curiosidad, que colocó la toalla alrededor de sus hombros.

—No creo que estés cómoda con ese pelo, ¿Verdad? —Dijo el hombre, sonriendo con ternura y quitándole el casco. Tenía mucho cabello, largo y desordenado que le caía hasta la cintura, con un flequillo que le rozaba la nariz. La niña no entendió mucho, pero soltó una risita—. Vamos a ver esa linda carita, ¿Vale?

Murdoc se dio la vuelta para mirar el proceso, completamente divertido y Russel tomó una silla, sentándose frente a los dos mientras Stuart daba tijeretazos bastante pulcros para alguien casi ciego.

—¿Dónde aprendiste a cortar el pelo, niño bonito? —Se burló el bajista.

—Cállate, Murdoc —Respondió el cantante, bastante concentrado en la tarea de darle forma al peinado de la nueva potencial guitarrista.

—Solo espero no le vayas a cortar un ojo o algo —Murdoc se encogió de hombros.

—Ya, pepino. Dale una oportunidad al hombrecito —Russel observó las manos de Stuart cortando y dándole forma al pelo con cuidado y cariño.

Pronto, el cabello de Noodle se redujo a un elegante peinado escalonado que apenas le llegaba abajo de los hombros y un flequillo en diagonal que mostraba un pequeño par de ojos negros y rasgados, que parecían dos pequeños botones mal colocados. Su rostro era flaco y bien enmarcado.

—Ya está, ¿Mejor? —Preguntó el cantante, abriendo el espejo y soplando los primeros restos de cabello de su rostro. Luego le pasó el espejo y le mostró el resultado. La niña abrió bastante los ojos y soltó una risa.

—¡Uwaaaa! ¡Arigatou gozaimashita, Toochi-san! —Dijo ella, japonizando el apodo que le habían dado a Stuart. Sonrió amplio y dio varias vueltas a la cabeza para ver cómo sus mechones danzaban, antes de darse vuelta y darle un abrazo muy fuerte.

—Heheh... Qué linda... —Comentó Stuart, abrazándola de vuelta—. Quédate quieta, ¿Vale? —Stuart se dio la vuelta y agarró la Polaroid. La niña de inmediato captó el mensaje y se sentó en postura de loto con el casco en el regazo, haciendo dos símbolos de paz con las manos. Esa misma foto tendría una leyenda en Sharpie unos años más tarde:

«Primer corte de cabello!»