Mi destino

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Las horas pasaban en aquel lugar y seguía en aquella habitación, acostada en "mi" cama mirando el techo

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Las horas pasaban en aquel lugar y seguía en aquella habitación, acostada en "mi" cama mirando el techo.

Me levante y recorrí la habitación con la mirada. Era grande, de un color amarillo suave había una gran cama en el medio con un dosel y sábanas blancas, una gran alfombra de color café, dos mesitas de noche un tocador y una librería la cual me encargaría de saquear más adelante.

Había un gran ventanal en la habitación, camine hacia el, daba vista hacia el patio de la casa, habían varios hombre luchando, otros practicando con el arco y otros hablando. Suspire y me retire de la ventana caminando de nuevo a la cama.

Es un idiota.

Fruncí el ceño.
Eso no lo había pensado ella.

Mi mente se quedó en blanco esperando otra reacción pero no ocurrió nada.
Bufe y camine hacia la biblioteca.

Tome un libro de pasta gruesa y negra con extrañas letras en su portada. Arrugue mis cejas y lo abrí.

El libro tenía las hojas de un color amarillento, dando a entender su antigüedad.
En el interior el idioma era entendible para mi.

Mire la primera página y comencé a leer:

Las cosas no iban bien. Kane estaba más distante y ya no me tomaba importancia como lo hacía como cuando no conocimos.
Se que la guerra estaba cerca, pero yo soy su mate. Debería estar en este momento conmigo, velando por mí seguridad y la del niño que llevo dentro de mi.
Tengo miedo de que ya no le importe y se aleje...sería algo que no soportaría.
Ahora iré a caminar por el jardín de rosas, uno de mis lugares favoritos en el castillo, espero tranquilizar mi mente y mi corazón...

Abril, 1640. Rusia.

Era un diario de una chica, la cual era la mate de Kane. Pero, ¿qué le había pasado?

Mis pensamientos fueron interrumpidos cuando escuche el cerrojo ser abierto, corri hacia mi cama y escondí el libro entre las sábanas.

De paso se sentó en ella y espero a que entrarán a la habitación.

El imponente cuerpo de Kane, se adentro en la habitación, mirándola con sus ojos grises.

—Cámbiate de ropa y ven conmigo—su voz sonó fuerte.

Ella lo miró.

—Quiero irme a casa—alce una ceja, desafiándolo.

Vio como su mandíbula era apretada y sus manos formaban puños. Estaba enojado.

—No me gustan que me desobedezcan—hablo con voz tranquila—¡Ahora haz lo que te ordenó!
grito, haciendo que diera un brinco en la cama, pero aún así no me levante.

Lo mire, y ví sus ojos de color rojo. Color que caracterizaba a los lobos de los alfas.
Hace muchos siglos, los alfas más poderosos, tenían los ojos azules. Pero la raza fue destruida por vampiros y otras criaturas. Nadie sobrevivió.

El camino hasta ella, y la tomo de la mandíbula haciendo un poco de fuerza.

—Suéltame—hable con dificultad.

El me miró a los ojos, y pude ver su gris con motas rojas alrededor.

—No quiero lastimar tu hermosa piel—acaricio mi mejilla con su mano libre—Seria una pena arruinar tan hermosa adquisición.

Abrí mis ojos de par en par.
El sería capaz de dañarme, lo sabía.

Cuando era pequeña siempre desee encontrar el verdadero amor, un amor puro, que pudiera sobrepasar todas las barreras de la maldad. Pero jamás pensé en encontrar al amor de mi vida en un lobo, y que ese amor fuera la maldad pura.

Mis ojos se llenaron de lágrimas y el soltó mi cara bruscamente, se alejó de mí y camino hacia la puerta.

—Ahora, cámbiate—abrió la puerta y suspiro—No me hagas enojar. Te aseguro que no te gustará averiguar qué te haría si me haces enojar.

Salió de la habitación y cerró de un portazo.

Bajé mi cabeza—1,2,3,4,5...-—suspiré y aleje las lágrimas de mis ojos.

Camine al armario y tome una muda de ropa.
Un vestido sencillo rosa pálido, con un cinturón blanco, unas sandalias blancas y mi ropa interior.

Mire los cajones en busca de las toallas pero no encontré nada.

Lance un bufido al aire y camine enojada al baño.

—¡Con qué ahí están  malditas!
Las toallas estaban en una esquina del baño.

Tome una y la dejé encima del lavamanos.

Veinte minutos después ya estaba vestida y estaba arreglando mi cabello, el cual dejé suelto con ondas naturales y simplemente lo adorne con unas pequeñas flores que crecían por enredaderas en la ventana.

Era muy creativa.

Cuando estuve lista, la puerta se abrió mostrando a Kane, el cual iba vestido con unos vaqueros desgastados una camiseta negra y unas converse, se veía realmente bien.
Me miró de arriba, abajo y cerró sus ojos aspirando fuertemente.

—Estas...—frunció el ceño y se quedó callado—Debemos irnos, vamos tarde.

Me desconcertó el cambio de actitud pero aún así lo seguí rápidamente, hacia las escaleras. Bajamos y llegamos a un salón que estaba ocupado por unas cuantas personas.

Más bien, cuatro ancianos con túnicas largas y negras. Cuando nos escucharon llegar nos miraron, atentamente.

Uno de los ancianos se acercó a mí y tomo mi mano.
—Tanto tiempo—miro mis ojos—Pasarás cosas horribles, mi niña. Tu destino ya está marcado y no habrá nada que puedas hacer para cambiarlo. La muerte te acecha pequeña, princesa.

Cuando terminó de decir aquellas palabras mi cabeza sintió una punzada de dolor. Quite mi mano rápidamente de entre las suyas y me aleje de el, sosteniendo mi cabeza mientras extrañas imágenes pasaban de forma borrosa.

—Su destino, es la muerte.
Escuche una voz a lo lejos.

—Para salvar a su raza hay que hacer sacrificios de sangre.

Otra...

—Nada ni nadie podrá salvarla. No está destinada a ser amada.
Ya la has rechazado príncipe Drac .

Kane...

—"Si deseas conseguir el corazón de otro, debes de entregar una ofrenda a la muerte. Sino, tu vida será cobrada como pago por la de  ella.
Solo tienes una opción, salvar a tu amor verdadero de la muerte y sacrificar a tu salvadora, o renunciar a la felicidad y vivir eternamente con demonios azotando tu alma.
Decide. No te queda mucho tiempo"

Tres voces al mismo tiempo se mezclaban para decir aquellas palabras.

Amor verdadero... ¿Un sacrificio de sangre?. Renunciar a tu salvadora...
Salvar a tu amor verdadero.

Si aquellos ancianos estaban hablando de la antigua mate de Kane y de mi, ¿a cual de las dos escogería el príncipe?

Y con aquellos pensamientos, mi vista se fundió en la oscuridad.

***

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