Oscuridad

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La diosa Luna levantó su rostro al cielo, y los rayos de luz acariciaron su cansado rostro.

Miro sus manos y gotas de sangre cayeron al suelo, uniéndose a sus lágrimas.

–Todo tiene un orden madre, no podrías haberlo cambiado. Ella era nuestra.

El susurro de su hija la estremeció, volteó a verla encontrándose con la diosa menor, con su cuerpo lleno de sangre y cadáveres detrás suyo.

Ella era la muerte.

–Era inevitable.
Una sonrisa cínica se formó en su rostro mientras se acercaba con paso sigiloso.

–Ella no lo merecía, debía ser feliz.

Una carcajada salió de los labios de su  hija mayor.

–Y ahora, lo seré yo.
Y con un movimiento arrojó la cabeza del lobo de Irene a sus pies.

Levanto la cabeza y vio los ojos de su hija volverse blancos, abrió su boca y grandes colmillos salieron, arrojándose encima suyo.

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