No había término que explicara el odio y rencor que le tenía a aquel lugar, solo de recordar el motivo por el cual estuvo ahí le producía una molestia que se sentía tan viva como una herida fresca.
Ahora comprendió a la perfección por qué su madre le había hecho llamar: debía superar ese dolor, soltarlo y dejarlo ir después de tantos años encubado en su ser, tenía que dejarla descansar en paz, ya no podía atormentarse más con los recuerdos de su última presencia en aquel hospital. Ella merecía eso más que él. Pero no podía. La culpa lo carcomía por dentro.
Derrotado, intentó respirar para relajar la presión. Una vergüenza inmediata escaló por su mente al recordar el alboroto que armó al negarse pisar siguiera una piedra de ese hospital, había roto el arreglo floral que su madre había colocado entre sus manos y pateado varios otros, adornando los suelos con tierra, pedazos diversos de cerámica y flores que esparcieron su aroma sin prisa haciéndole caer en cuenta sobre lo que había cometido.
"¡Insolente!", fue la palabra gritada por Helen estupefacta de su arrebato. Por un momento se cuestionó esa actitud indecorosa descomunal en él para luego intentar a través de palabras disculparse con su madre quien lo despachó con un movimiento de mano y un simple retírate. Apretó sus ojos ahogando un suspiro. Sabía que aquellos sentimientos era tan estúpidos como su actitud. ¿Cómo podía resentir tanto algo basado en cemento, bloques y vigas de hierro?¿Cómo lograba odiar algo tan material? No se explicaría el porqué, pero era mucho más que solo el edificio. Fue por lo devastador y cruel que fue la vida con él para aquel entonces, como pudo ser capaz de arrebatársela sin más y arrastrar junto a ella al pequeño. Era joven, estúpido y tan cobarde que no se atrevió a luchar hasta cuando fue lo suficientemente tarde.
Cerró sus ojos intentando esfumar los recuerdos, no quería pensar en ellos por ahora, mucho menos cuando se dirigía hacia aquel lugar, pero le atormentaba como ese cada día y en especial aún más. Suspiró. Algo le advertía que sería más largo de lo que quería.
Entró con prisa a través de las puertas giratorias. ¡Demonios! Sabía que iba retrasada nuevamente por segunda vez en la semana. Apresuró el paso casi corriendo por los pasillos. El día iba de mal en peor con el pasar de las horas y de seguro para cuando terminara sería un asco. El maldito autobús se quiso descomponer camino al trabajo y para cuando llegó Jeffrey estaba paranoico y con la cólera por los cielos cuando la vio atravesar la puerta, los clientes estuvieron intratables y groseros; y si fuera poco el tranque de camino al hospital fue una porquería. Vaya que había sido de la mierda.
Apoyó su muñeca en la puerta y respiró hondo cuanto sus pulmones le permitieron. Esto no podía salir mal, su hermano y los demás niños esperaban lo mejor de ella en esos instantes, le aguardaban con gran regocijo cada vez que atravesaba esa puerta y de una manera u otra eso le hacía sentir completa, el saber que aunque fuese a través de historias y cuentos infantiles ellos podían olvidarse de lo que padecían y soñar que el mundo no era la mierda que ella vivía a diario. Era más que invaluable, era exquisito y hermoso a la mi vista, verlos sonreír como si nada sucediera a su alrededor, con la esperanza de que todo sería perfecto y que sus vidas sería un lugar mejor donde estar no tenía precio para ella pero si tenía un precio para ellos y aquello eran sus vidas como muy pronto lo haría su hermano.
Se tragó un sollozo y levantó su cabeza firmemente alejando los pensamientos. No se permitiría pensar en eso ahora, no en aquellos momentos donde su voz era la clave de la felicidad de aquellos niños, debía entrar rápidamente y colocando su mas sincera sonrisa empujó la puerta para ser recibida con chillidos emocionados y fuertes abrazos.
Su mano empujó la puerta guiándose por el sentido giratorio de aquella. Escuchó las altas palabras de Phillip pidiéndole que le esperara pero decidió ignorarlo, entre más rápido entregara el nuevo arreglo más rápido saldría de ahí. Caminó sin rumbo alguno los siguientes pasos hasta que se detuvo en seco. ¿Dónde demonios estaba?. No sabía a qué dirección dirigirse por lo cual malhumorado se mantuvo de pie esperando si Phillip o alguien se acercaba para ayudarlo. Era un asco estar ciego.
Escuchó unos trotes y un apretón en el brazo acompañado de una respiración agitada.
-Señor... ¿no me escuchó lo que le pedí? - de alguna cínica manera la falta de oxígeno en el cuerpo de su chófer le pareció cómica.
-Discúlpame. Creo que la ceguera de alguna manera conspiratoria está afectando mi audición.
-Señor no es...
-Para mí sí Phillip. Ahora bien, entreguemos estas flores para poder largarnos.
-Sí señor.
Un ligero tirón de su brazo le hizo ponerse nuevamente en marcha. Se sintió perdido e indefenso debido a la manera por cómo Phillip lo sujetaba firme y rígido. Un aire que juraba real se coló bajo su camisa haciéndole temblar. "Que pesadilla..." se interrumpió al ser detenido por el chico.
-¿Buenas tardes? – giró su rostro hacia Phillip colocando toda su atención en él.
-Hola, bienvenidos al hospital St. Cloud, ¿en qué le puedo servir? - dedujo por el tono de su voz que se debía de tratar de una chica no más de veintidós años, incluso osó por imaginar como sería: tez pálida, cabellos castaños largos rozando los pechos, de una escultura refinada y delgada, labios rosados y carnosos, unos hipnotizantes ojos color marrón y una inocencia casi angelical rodeando su aurora. Se permitió sonreír con su visión hasta que notó que la había descrito a ella y todo rastro de felicidad se borró de su rostro.
-Am... sí ¡sí!- la duda se pronunció en su voz haciéndole desear querer ver el motivo por el cual actuaba así -quisiera saber hacia dónde se encuentra la sala de quimioterapia. Debo entregar esto- movió constantes los dedos cuando el arreglo fue retirado de sus manos.
-Solo camine derecho, la cuarta entrada a mano izquierda, leerá el letrero de Quimioterapia. Le será muy sencillo llegar- escuchó un ligero gracias pronunciado por Phillip antes de nuevamente ponerse en marcha a los pasos de él y esperó estar lo suficiente lejos de ella.
-¿A qué le huyes?
-No le huyo a nada señor.
-No, claro que no, solo que me traes casi a rastras luego de eso. Dime Phillip, ¿tan hermosa era?- escuchó al chico suspirar profundamente -eres un idiota, debiste pedirle su número en vez de huir despavorido de ella.
-Señor...
-Señor nada. Me dejarás en la sala e irás a pedírselo- sintió un tirón que lo detuvo de inmediato.
-¿Pero quién se cree que es para decirme qué debo hacer?- reprimió la sonrisa al escuchar el enojo de su chófer.
-Tu jefe idiota, así que lo harás o lo harás. Ahora camina, quiero entregar esto e irme a casa- luego de unos minutos se colocaron en marcha caminando en silencio.
ESTÁS LEYENDO
Your Voice For My Eyes ®
Teen Fiction-Deberían envidiarme -susurró colérico observando una inevitable oscuridad dirigiendo la mirada hacia donde creía estaban sus padres. Escuchó sus pasos retroceder e instintivamente tomó su muñeca atrayéndola a sí- soy capaz de amarla por quien es y...