Your Voice For My Eyes ®

Cap. 3

-¡Tory! - giró emocionada tomando en brazos a su hermano quien la apretó fuertemente rodeando su cuello. Solo había pasados unas horas desde que lo visitó por última vez y agradecía las excepciones que tenía debido al programa.

Se le había ofrecido hace cuatro meses atrás -cuando su hermano decayó gravemente y tuvo que ser hospitalizado- la oportunidad de formar parte voluntariamente del programa Tu Voz Para Mis Ojos, dicho programa se ofrecía principalmente para niños que habían perdido su vista como también permitía la entrada de quienes quisieran escuchar cuentos e historias infantiles contadas por las voluntarias en un salón que el hospital había habilitado para aquel uso. El programa les brindaba ayuda con cualquier familiar que se encontrara en las instalaciones, a su vez que les ofrecía hospedaje, alimentos y  cierta ayuda económica a los voluntarios .

Al principio se había negado rotundamente formar parte del programa, lo único que le importaba era estar cerca de su hermano todo el tiempo que le fuera posible. Era ignorante de las oportunidades que ofrecía hasta que Samantha, la chica de recepción, tuvo la oportunidad de explicarle en qué consistía y cómo funcionaba realmente. 

Se recordaba a sí misma las primeras semanas impaciente y nerviosa. Nunca  había leído en voz alta para nadie incluyendo a su hermano, se sentía extraña, fuera de su zona e incómoda. Muchos ojos animados esperaban pacientes a que diera pie a los cuentos y los llevara lejos de ahí. Que les permitiera soñar a través de ese telón oscuro permanente que existía delante de sus párpados y les abriera la imaginación a nuevos mundos. Observaba con detención los pequeños cuerpos frente a ella y sintiendo compasión tomó aire e inició. 

Comenzó con un pequeño número de oyentes en cada sesión, poco a poco el grupo creció dejando la habitación repleta con niños sentados entre el suelo y las sillas, adultos de pie cargando a otros e inclusive el personal médico participaba en escuchar sus lecturas. Era inexplicable lo que transmitía con su dulce voz: el sentimiento de calidez reconfortante en cada palabra mientras la habitación se transformaba en un lugar de imaginación le valió ser la más deseada entre sesiones. Era su espacio donde se sentía plena y completamente llena de regocijo. Ver ese brillo en los ojos de los niños y en el de su hermano la inspiraba lectura tras lectura, libro tras libro. Dos horas no eran suficiente con y para ella, exigieron más y tres días cada semana se le concedieron a petición de sus oyentes para que las tardes fueran todas y completas de ella; y gustosa aceptó. 

Recibía todo el apoyo posible del personal y administrativos del hospital, conocían a la perfección su situación actual y nunca se sintió avergonzada de ello, en cambio agradecía hasta el más mínimo esfuerzo que hacían por ayudarlos en lo que cabía sus posibilidades y era ella quien se sentía constantemente en deuda con Saint Cloud. 

Observó paciente a que todos los niños fueron ubicados en sus lugares y terminaran de llegar el resto. Su hermano le hizo un saludo rápido mientras se colocaba frente a su asiento en la primera fila revoloteando el cuerpo de alegría y acomodando su intravenosa a su lado. Sonrió con esfuerzo ante el gesto, le dolía cada vez más lo que su hermano debía atravesar con tal de alargar sus días de vida y no poder hacer nada, pero no podía permitir sentirse decaída, eran las horas más felices de su hermano y el resto de los niños; y debía poner el mismo amor y empeño en cada una de las palabras que saldrían de su boca. 

Se hincó sobre su rodilla para encender el proyector mientras conectaba el ordenador proyectando el nombre del primer libro que leería. "Los Reyes de las Flores" brillaba con tenuidad sobre el tablero en la pared y un dibujo animado de un lobo con flores en la cabeza y un cuervo sobre estas se veían coloridos a su lado. Volteó la mirada a su público para luego mirar a su hermano y sonreír. Respiró profundamente y manteniendo la sonrisa inició su historia.