Parte sin título 8

1.1K 141 33
                                    


A la mañana siguiente, Emma se dirigió con Regina a fisioterapia, al llegar recibieron a noticia de que Magdalena había sido hospitalizada. Emma y Regina se dirigieron al hospital. No intercambiaron palabra. Regina estaba pensando en su nueva amiga y en que la noche anterior había escuchado a Emma con un hombre en su casa.

Al llegar al hospital, Regina le dijo a Emma que se adelantara ella, que ella iría despacio con su silla. Entró en el cuarto y vio a John al lado de la mujer sin conocimiento y al otro lado a Emma observando a la mujer entubada. Aquello fue un shock de realidad para Regina, ver a su amiga así era aterrador, Regina sabía que llegaría el momento en que ella ya no podía respirar por sí sola, no iba a tener fuerza en sus músculos y tendría que quedar postrada en una cama, ya estaba presa en una silla. Intentaba hacer que fuera lo más normal posible, pero eso ella no lo quería para sí. Ver a Magdalena en una cama, de aquella manera, la hizo ver que su hora llegaría pronto. Quería tener el poder de sacar a su amiga de aquella situación, para sacarse ella misma de esa situación, pero no podía, así que lo único que podía hacer era esperar, esperar que el tiempo se portara bien con ella y tardara llegar ese momento.


Se detuvieron en una cafetería de camino a casa, Emma pidió un zumo para Regina y ella tomaría un café. La morena en silencio, Emma sabía que pasaba algo.

-Regina, llevas callada toda la mañana, ¿pasa algo malo?- Regina encaró por primera vez los ojos verdes, estaban brillantes, intensos, la morena recordó el beso que se habían dado el otro día. Todo era tan confuso, Regina no podía enamorarse, ahora no, no estando de esa manera. Los sentimientos muchas veces son confusos, a veces tardamos para saber si amamos o nos hemos enamorado de alguien, a veces nos damos cuenta rápidamente y otras no queremos darnos cuenta, y eso era lo que estaba pasando con Regina. Ella sabía lo que estaba sintiendo, pero no podía dejar que eso sucediera, o mejor, que siguiera sucediendo, ya había arrastrado a Emma para ese agujero que era su vida y también estaba el hombre de la noche anterior, que no sabía quién era, pero con quien Emma tenía algo.

-Haré mi testamento, sé que pronto, muy pronto me sucederá eso, Emma, y no quiero, no quiero morir en una cama de hospital, no quiero morir conectada a una máquina. ¿Me lo prometes?- Emma balanceó la cabeza

-Te lo prometo, te cuidaré siempre, Regina, y no dejaré que pases por eso- buscó las manos de la morena y la acarició –Estoy aquí, todo saldrá bien- Emma sonrió y atrajo la mano de la morena para besarla, Regina cerró los ojos y respiró hondo.

-Es mejor que nos vayamos a casa, estoy un poco cansada y el día ha sido algo movido.

-Claro. Vamos- Emma pagó la cuenta y llevó a Regina al coche, rumbo a casa. Durante el camino, recibió un mensaje de Marian, le pedía a Emma que se vieran esa tarde en un restaurante al que las mujeres iban con Regina.

Cuando llegó a casa, le dio los medicamente a la mujer y la acostó en la cama, tras algunos minutos, Regina concilió el sueño. Emma cogió papel y lápiz y anotó que había ido a resolver unas cosas y que volvería pronto, dejó el papel al lado de la cama con algo encima para que no volara, salió del cuarto, cogió su chaqueta roja que estaba en el brazo del sofá y subió al coche.

El restaurante era lujoso y de tonos claros, las mujeres habían escogido una mesa y estaban allí cuando la rubia llegó. Marian y Kate. Emma se sentó frente a las dos.

-Entonces, ¿qué queréis?- preguntó Emma, dejando la mochila en el suelo. Marian la encaraba.

-Emma, sé que estás cuidando de Regina desde hace algunos meses, y estamos muy agradecidas por eso. Pero aunque sabemos que lo que hizo Daniel estuvo mal, ya es hora de que ella lo perdone, los hombres traicionan todo el tiempo, ella no tenía que haberlo echado de casa ni acabar con su vida ni con nuestras vidas- Emma se cruzó de brazos

Bleeding LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora