Capitulo 3.

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—¿Sabes algo Adam? Creo que nunca en la vida me podre bañar en paz si tu sigues siendo mi amigo -Bufe ante eso, siempre era lo mismo. 
—Oh Nathalie, de verdad agradezco el gran amor que me tienes -Río este en sarcasmo— ¿Como esta el whisky? -No estaba en el mismo lugar que el, pero podía apostar millones por que estaba completamente serio. 
—Está bueno Adam ¿Quieres que te deje un poco? -Dije completamente molesta. 
—Sabes lo que te he dicho, te vas a convertir en una maldita alcohólica si sigues bebiendo -Suspiró algo apenado, se preocupaba por mi y eso nunca lo logre valorar. —Se que te gusta beber Nat, pero te hace mal.
—Soy humana Adam... -Suspire y colgué, el sabía a lo que me refería. 

Deje que la bañera quedara completamente vacía, me senté en medio de ella y abrace mis piernas tocando mi cabeza con mis rodillas, y sentí como la puerta de abría, no tuve una gota de miedo por que sabia que era Adam quien subía por las escaleras y dejaba su abrigo sobre el perchero que estaba en la escalera, entonces se abrió la puerta del baño y me sonrió.

—Nunca cambiarás ¿Verdad? -Suspiró y me regalo una cálida sonrisa a lo que solo respondí con una sonrisa amarga y con lágrimas en mis ojos.

Se acerco a mi, sacó la regadera de baño y abrió la llave para que empezara a caer agua de esta, empezó por mi cabello, el simplemente dejaba caer el agua sobre mi y yo dejaba caer mis pequeñas lagrimas que se juntaba con el agua, pero aun así él lo notaba, acarició mi hombro y luego apagó la regadera, la dejó en su lugar y tomo la toalla de algodón para pasarla por alrededor de mi cuerpo y entonces me puse a pensar que era bastante extraño que cuando Adam me veía desnuda era algo normal, pero si Francia lo hacía me sentía completamente acosada. 

Me cargó hasta mi cuarto y empezó a secar mis piernas, cada parte, tomo mis bragas y las paso por cada pierna para luego subirla por completo, sin ser pervertido, sin mirarme con cara de violador, el me veía normal y eso me gustaba. Me puso mi short de pijama y luego mi blusa, sin brazier, el sabía perfectamente que odiaba los brazieres, porque me sentía sujeta y apretada, si es que es un termino correcto.

—Ya está -Sonrío y besó la comisura de mi labio y tan solo sonreí pero esta sonrisa desapareció al momento que el tomo mis muñecas y las vio fijamente. — Me prometiste que no lo harías mas Nat... -Suspiró algo frustrado. 
—Adam, sabes que es como una costumbre. -Dije mirando mis muñecas, cada marca era por algo. 
—No te hagas daño, Nat, por favor deja de hacerlo -suspiró y se sentó a mi lado. —No estés mal, la vida es corta, aun eres pequeña, no tienes por que lastimarte. 
—Me dices pequeña por la simple razón que tu eres un viejo amargado -Me crucé de brazos sin mirarlo y entonces tomo mi mentón para que lo mirara a los ojos. Lo hice. 
—Tienes doce y yo diecisiete, para mi eres una bebó -Me beso cálido y seguro de sí mismo, haciendo que yo también me sintiera segura. — Y no soy amargado -río cálido. —Te quiero mucho mi vida, y deja de tomar esas pastillas, ese escondite tras la foto de tus padres no es muy bueno. 
—Imbécil... -Suspiré y me acosté sobre su pecho para luego cerrar los ojos y caer en un sueño profundo.

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