PARTE VI

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—¿Qué es el cine? No os engañéis. El cine es una industria, es dinero, son cientos, miles de millones invertidos en películas y recaudados en taquilla. Por eso no hay cine en nuestro país. Porque no hay concepto de industria, porque no hay comunicación entre creador y público...

Ángela ingresa al auditorio principal de la facultad. Lleva una camiseta negra, un abrigo del mismo color y unos blue jean a la cintura sujetos a una correa. Es de mañana. Los estudiantes presentes se encuentran presenciando al maestro Jorge Castro, el suplente del fallecido maestro Figueroa, dar un discurso sobre la industria del cine. Ella va bajando las escaleras a un extremo del lugar. Presta atención a las efusivas palabras de Castro.

—... Hemos llegado a un momento crítico en el que nuestro cine solo se salvará si es entendido como un «fenómeno industrial». Vosotros no solo sois de imagen. Sois el futuro del cine. ¡Salvadlo! Allá afuera está la industria norteamericana dispuesta a pisotearos, y solo hay un modo de competir con ellos: Dar al público lo que quiere ver. No lo olvidéis. Gracias.

El auditorio se llena de aplausos provenientes de gente sonriente y orgullosa de aquel discurso. El profesor se limita a calar de un cigarrillo y bajar del estrado. De pronto, ve a alguien. Sonríe con curiosidad mientras se acerca.

—Ángela —la señala con el dedo, después, le regala una abierta sonrisa al darse un apretón de manos.

—Hola —Responde ésta sonriendo de igual forma.

—¿Qué tal?

—Muy bien.

—¿No quieres tomar algo?

—No, gracias —Contesta incómoda, al tiempo que saca rápidamente un fólder de su mochila—. Le he traído el trabajo.

—No me trates de usted que no soy tan viejo —Castro le sonríe con picardía.

Ángela intenta sonreír. Mirando el fólder, le dice:

—Últimamente lo tengo algo desordenado.

—Es igual, si solo es para hacerme una idea —El hombre la mira, acomodando su saco—. ¿Hay alguna aclaración que quieras hacerme?

La joven, ya inquieta, sacude la cabeza asegurando un "no".

—Bien, perfecto —continúa el maestro.

***

Ángela está en la cafetería con un vaso de agua en la mano derecha. Está sentada donde siempre. Mira su mochila. Luce triste, y muy preocupada por su amigo. Admite que la noche anterior le había tratado muy mal y eso le hace sentir culpable, pero su orgullo debe poder seguir estando presente... aunque eso no evite que sienta que falta algo molestándola en aquel momento: Chema.

Toma con ambas manos su fólder y lo abre. Revisa entre las hojas, hasta ir a la parte de en medio. Vuelve a ojear las hojas de periódicos recortados en el que comentan la desaparición de su excompañera. Coge una hoja en especial. El rostro de la hermosa joven, sonriente, reluce en medio de los dedos de Ángela. El título narra "Denunciada la desaparición de una joven universitaria", luego, en otra hoja recortada, el título narra "¿Dónde está nuestra hija?", y entre otros como "Vanessa Romero pudo haber desparecido por propia voluntad" y "El tribunal desautoriza un nuevo interrogatorio sobre el caso de Vanessa Romero".

A Ángela le recorre un escalofrío por la parte baja de la espalda. Le es inevitable sentirse así, pasmada y horrorizada. Por más que quiso borrar todo tipo de recuerdos, desde el de sus encuentros con su desaliñado compañero, hasta la película que contempló, no pudo. Era imposible. Decide sumirse al miedo profundo, dejándose llevar por la curiosidad.

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