CAPITULO IV

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-Cuando la confianza se da-


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Estaba sorprendida por la secuencia de eventos que habían sucedido hacía sólo un momento. No estaba segura si hubiera sido mejor habérmelo pensado un poco más antes de cometer el primer movimiento. Pero al mismo tiempo sentía que esta había sido la mejor opción. Si me lo ponía a pensar entre las dos opciones que tenía, sentía que de haber elegido la otra opción, estaría más asustada. Algo me decía que a partir de aquí, podía prepararme para lo que venga más adelante. Aunque primero debía enfrentarme a este nuevo mundo que había elegido liberar en primer lugar.

Estaba oscuro. No lo suficiente como para no ver nada, había una tenue luz que al acercarme divisé como un candelabro sobre una mesilla contra la pared. Lo que llamó mi atención fue el ver la pared empapelada por donde se suponía que había salido. O más bien, entrado. Al salir por el pasillo del refugio, entré en un umbral completamente negro. Y al cruzarlo, ya no estaba. Me di la vuelta y caminé hacia la mesilla para tomar el candelabro. Me fijé en los extraños dibujos que tenía aquel empapelado color azul aciano, no lograba reconocer su figura, así que me aparté y volteé a ver el pasillo que se alargaba frente a mí.

Comencé a abrirme paso por aquel pasaje, que tenía el mismo empapelado, y una alfombra de otro tono de azul, con bordados de flores doradas. La única luz en aquel sitio era la que salía del candelabro que sostenía en mi mano derecha. Un par de metros más adelante, a mi izquierda, visualicé la primera puerta cerrada. Ahora estaba mi duda, ¿La abro? Tal vez a esto se habían referido con cada dimensión, y tal vez cada uno tenía una puerta que debía pasar.

Me detuve frente a la puerta de madera. Tenía un tono muy suave de celeste. Aproximé mi mano a la perilla dorada de esta y la giré. Oh, qué extraño. No se abría. Pero de un momento a otro algo había llamado mi atención. Me acerqué de cara contra la puerta, aproximando la oreja hasta casi rozar la madera, sentía que había oído algo. Murmullos. Había varios murmullos, hasta creí escuchar a alguien chistar. Y de golpe los murmullos cesaron. Ahora me había dado cuenta de que los murmullos no vinieron del otro lado de la puerta. Sino del mismo pasillo oscuro en el que estaba parada. Giré la cabeza despacio hacia la negrura que se extendía a lo largo de este. Pero al no notar ningún movimiento, algo dentro de mí comenzaba a alarmarme. ¿Qué era este sentimiento? Sin duda no era como aquel molesto e irritable que sentí cuando fui humillada por los oscuros. Este era distinto, me hacía querer retroceder aunque al mismo tiempo sentía que mis piernas no me harían caso.

Al agudizar la vista noté un pequeño destello a unos metros, del lado opuesto del pasillo. Me tomé un tiempo de respirar antes de seguir avanzando. Al comenzar a dar los primeros pasos de nuevo me daba cuenta de lo que sentía. Ahora que me acercaba, notaba que aquel destello sólo era el reflejo de la luz del candelabro contra el pomo de la segunda puerta. Suspiré aliviada. Aunque aún sentía esa sensación de miedo presente. Y como esperé, esta puerta tampoco abría. Pero esta vez no hubo murmullos.

Volví la vista al frente, dispuesta a seguir ese pasillo, y por una tercera vez me topé con una puerta cerrada esta vez a la izquierda, como la primera que vi. Unos cuantos metros más adelante el pasillo me confrontaba con una pared que hacia girar el camino hacia la izquierda. Al seguirlo, presencié la misma oscuridad, pero a medida que avanzaba me daba cuenta que en este lado no había puertas. Pero a medida que me acercaba al final comenzaba a ser más clara la imagen que tenía frente mí. Un salón, suavemente iluminado, se abría paso al final del pasillo. Y no fue su bella decoración lo que me capturó, o la suave y clara iluminación que tenía, sino más bien lo que se encontraba casi al fondo, acomodado en el centro de ella.

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⏰ Last updated: Mar 02, 2018 ⏰

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