Era una mañana muy tranquila como de costumbre, en mundo de incertidumbre que cada día llega con más afán a robarnos "lágrimas de cocodrilo", como decía mamá cuando éramos niños y llorábamos sin razón, aunque ahora si tenemos razones o por lo menos decimos tenerlas.
Cuanto desearía despejar mi alma y borrar por pocos segundos la tristeza de mi miserable vida, pero en realidad ¿porque me quejo? es una mañana hermosa, el sol ha salido, no hay nubes que entorpezcan mi vista ni lluvia que moje mi rostro.
Cuanto sueño, traer mis sueños a la realidad y que todos los que dicen ser amigos sean más que amigos y busquen no solo riqueza, que busquen locuras busquen amor y sobre todo la felicidad que tanto deseamos y que no alcanzamos ¡oh! cuan lejana esta la felicidad q tan cerca se encuentra la tristeza, tanto, que casi puede percibirla en mis manos, tanto que logro sentir como me respira en el cuello satisfecha de estar siempre unidad a mí y que yo sea incapaz de dejarla ir.
-¡Ya! me reprocho, Tengo que dejar de estar tirada en esta cama son más de las 6 y 20 y tengo un día muy pesado, me levanto de la cama a tiendas con un dolor de cabeza de tanto pensar, apenas puedo moverme y me dirijo a la ducha con un sueño que podría decir que no soy yo la que tiene sueño, si no que el sueño me lleva a mí. Después de una ducha me arreglo como puedo para estar presentable en mi oficina y ¡oh dios! En ese momento aparece ante mí, mi pequeño apartamento, si mi madre lo pudiera ver no me dejaría salir de aquí sin antes darme un largo sermón y si digo que voy deprisa sería capaz de escribírmelo en una hoja solo para que recuerde lo enfadada que esta por mi desordenado apartamento, pero en este momento doy un salto de felicidad pues vivo sola y me puedo dar ese pequeño gustico de dejar mi apartamento patas arriba, alzar mi dedo del medio y decir mamola, otro día arreglo, sonrió pero vuelvo a ver el reloj 7:10, siento que necesito alas voy retrasadísima, apenas puedo coger mi maletín y salgo como alma que lleva el Diablo dejando atrás mi hermoso apartamento, patas arriba.
Hay poco tráfico, es un día común y corriente de la ciudad de valencia y mientras voy en mi coche diviso a menos de dos cuadras el edificio donde estaré totalmente absorbida durante todo el día, pues habrán muchas reuniones, ya que estamos a punto de firmar un contrato multimillonario con una reconocida empresa extranjera, claro si yo y mi bocota no lo arruinan con algunos de mis comentarios, pues como dice mi mama soy una mal hablada empedernida no puedo quedarme callada ni con una media dentro de mi boca.
Corro hacia el ascensor que casi ha cerrado sus puertas por completo y tropiezo con una señora que se interpuso en mi camino y tas!!
Me muevo oh dios mío mi cabeza esta por explotar ¿dónde estoy? Quién soy? Bueno, bueno eso si lo recuerdo soy Triana montes, como puedo olvidarlo si llevo 21 años con el mismo nombre. Miro a mi alrededor pero no reconozco ¿dónde estoy? todo es ajeno, pero recuerdo mi casi media maratón por alcanzar el ascensor y el topetazo que me pegue contra el suelo. De repente salgo de mis pensamientos alguien se acerca a mí y grita ¡ya ha despertado! ...como si no fuera suficiente con el tremendo dolor de cabeza que tengo para que ésta venga a gritar precisamente en todo mi oído.
-estas bien? - pregunta la mujer que segundos antes casi me hace volar por los vientos con ese tremendo grito.
-te has dado un buen golpe, y te desmayaste- me dice ella sin habérselo preguntado, ¿alguien la puede collar? Digo en mi interior.
Como puedo enderezó mi cabeza y me levanto del sillón donde me encuentro acostada, muchos, muchos ojos pendientes de mi movimiento y yo tratando de controlar la situación coloco mi mano en el aire y digo con una sonrisa fingida pero cálida en mis labios.
- nos os preocupes estoy bien no ha sido para tanto- fingiendo el acento español que bien mal me sale.
Después de colocarme de pie, recojo mi maletín que esta en el sillón y agradezco por preocuparse aunque en el fondo sé que la mita solo se encuentra ahí para luego tener algo que comentar sobre la jefa, título que aunque me traiga un buen sueldo, no me hace muy amada por mis compañeros que digamos y mucho menos su ídolo, y nos es que yo sea un ogro o una amargada pero cuando se trata de mi trabajo soy muy seria y espero que los demás lo hagan.
Salgo de aquella sala casi corriendo, tratando de escapar de tantos ojos pues aunque he sido una abogada exitoso sigo teniendo una gran timidez hacia las personas, aunque me enorgullezco de poder soportar la mirada de alguien, no creo poder soportar miles encimas, entro a mi despacho y cierro la puerta feliz de al fin estar sola en mi espacio, mi refugio. Me recuesto en mi sillón, cierro los ojos e intento olvidar aquella bochornosa escena pero es inevitable porque el terrible dolor me retumba en la cabeza como diciendo ¡hola no olvides que ha caído en frente de bastante gente! ¡Uisssh!
Mi teléfono suena:
-buenos días señorita Montes, los empresarios están esperándola en la sala de reuniones
-ok marta, en un minuto estoy allá, y por favor consígueme una acetaminofén y un café bien cargado, siento que muero.
Ella sonríe al otro lado del teléfono, sé que se ha enterado de mi caída y no puede evitar recordarlo.
-señorita montes disculpe pero que es acetaminofén?
Y hay estoy yo, en un mundo total mente distinto y recuerdo que me encuentro a kilómetros de mi hogar y que muchas veces las personas se quedan vueltas un ocho con mis expresiones.
-disculpa marta a veces olvido que no estoy en Colombia, una aspirina marta, una aspirina y un café y por favor no tardes, en serio estoy que muero.
Cojo los papeles que debo presentar en la junta y salgo de mi despacho hacia la sala de juntas un poco fuera de órbita por mi anterior golpe, pero con mi seriedad y mi pared invisible para que nadie me moleste. Entro a la sala y miro a todos dispuestos para escuchar lo que esperan que les haga ganar muchísimo dinero.
.....
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a la espera.....
RomanceTriana ha decidido huir, quiere empezar una nueva vida y dejar de lado todo lo que le de recuerde a Máx, Valencia se ha convertido ahora en su hogar después de haber escrito esa última carta, esa, que dio final a tantos años de incertidumbre. Ha pas...