dos

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—¡Qué guapa, Taehyung!

No otro, por favor.

—Eso no se hace.

Duele.

❁❁

Uh, la escuela ha sido pesada. Ahora mismo estoy volviendo a casa caminando, a mamá se le ha olvidado recogerme. Espero que el sol no se oculte tan rápido, me da mucho miedo la oscuridad.

Mamá quiere que entable una conversación con el hijo menor de los Jeon. Dice que sería más cómodo para ella, así cuando se reúna con la señora Jeon podrá traer a Jungkook.

Pero a mí no me agrada Jungkook.
Ni sus amigos.

Los pajaritos comienzan a cantar y disfruto de ello. Hay poco sol, la noche está por caer. Apresuro mis pasos y recuerdo la canción que estaba tarareando en la mañana.

Mi sombra desaparece.

La noche ha caído totalmente.

Me desespero y recuerdo mis flores. Lloraban en el suelo hasta que fueron aplastadas.

Hay un muchacho de 16 años lloviendo...
Acérquese todo el mundo, acerca tu oreja a mi pecho, ese muchacho soy yo.

❁❁

—He vuelto. —avisé pero no hubo respuesta.

Mis ojitos están un poco hinchados y cuando están así, son feos.

Camino hacia la cocina y veo una pequeña nota pegada en el refrigerador con imanes:

TaeHyung, he ido a mi otro trabajo y papá fue al entrenamiento. Hay comida, calienta un poco de ella.

La leo y camino hacia el microondas. Sí había comida, la caliento y sirvo en un plato mucha de ella.

Metí una papa frita a mi boca pero la escupí, estaba muy caliente.

Sería mejor ir a quitarme el uniforme y visitar a Yeori.

—Uhm, golpes, golpes. —recuerdo y toco mi cara, aún duele.

❁❁

Estoy mirando mi reflejo en el espejo. Quito mi camisa de botones y conservo la interior. Aún me observo pero sonrío. Tomé mi cabello y lo peine para atrás, comencé a hacerme una trenza y la agarré con la liga de mamá. Doble mi camisa interior formando un tipo de top y me miré en el espejo.

No hubo una sonrisa, sino que una mueca de desagrado.

Bajé mi camisa y destroce mi trenza.

Salí del baño y volví a la cocina, tomé mi plato y me senté en el sofá. Tal vez vería algún programa de televisión.

Comía mientras miraba una película romántica.

Cuando acabé toda mi comida me dediqué a observar la puerta principal. Tal vez mi abuelita Kim vendría o tal vez yo anhelaba que ella regresará.

Estoy solo en el sofá, en aquel dónde solíamos estar los dos juntos. Si espero aquí, pacientemente, puede llegar.

La tristeza invadió toda la habitación y la esperanza cada vez es poca pero vuelvo a buscar una señal de ella. Y comprendo, está lejos de mí.

—Te extraño mucho y quiero verte. —susurro y me levanto. Dejé el plato en la barra y subí las escaleras.

Me pregunto por qué las personas mueren. Pienso que todos tenemos un propósito el cual tenemos que cumplir, ¡como una misión! Una vez que lo hemos completado, tenemos que irnos. Porque los ángeles no pueden estar en la tierra.

En ocasiones, a mi abuelita Kim le gusta regresar a mi pecho por las noches para no dormir y despertarme a sollozos de madrugada. Y le hice un espacio abismal a la cama.

Entré a mi habitación y me encerrè allí.

Había comprado un barniz para pintar mis uñitas. Es color morado.

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