Plasma y Roca.

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Como hojas de otoño o tormentas de verano, no había una definición clara para esas fugas o para esas mentiras. No podía, incluso, escribir o tocar sobre ellos; pero bastaba con ver sus ojos para poder, incluso, contar una historia sobre eso.

Sol nunca supo en realidad, por qué Luna se encontraba tan lejos de él, pero a la vez tan complementariamente cerca. Por qué los humanos la veían tan hermosa, si brillaba gracias a él. Nunca lo sabría tampoco, de todas formas, ¿Importaba? Él era más grande que ella, más potente, fuerte, brillante; el definitivo. Pero no era nada, dependiendo de.
¿Qué sería el Sol sin la Luna? Sin mucha ciencia, todo. Pero era caso contrario a lo que él pensaba. Tener a Luna brillando, siendo la musa de los poetas, etc...era la razón de su existir, sin importar si 7 billones de personas la miraban, ninguna estaba más cerca de ella que él. Y no podía dejar de sentirse el más poderoso o útil del universo porque era hermosa, por la inspiración que le brindaba, o eso creía ella. Pero Luna, Luna siempre fue hermosa, pero ese conocimiento era efímero para ella.
Tan pequeñita, pero más grande que él a la vez. Ella lograba que los poemas se volvieran amor y que las pinturas se volvieran pensamientos, que el amor se volviera praderas eternas y los pensamientos dieran conexión entre ambos elementos. Pero, nada de eso servía sin él. Él hacía que lo oculto dejara de serlo, que lo imperfecto, se volviera iluminación para aquellos. Pero Sol, lamentablemente, no logró iluminar a Luna por completo. Solo podían ver una cara, la razón de todos, ¿y la otra cara?
Era a donde todos los humanos querían llegar, la otra cara de la Luna.
Como la mitología griega dice, los dioses bien sabían que los seres terrestres eran tan fuertes e inteligentes como ellos; y usaron eso, para llegar al amor de Sol. Los secretos allí ocultos, Sol tampoco los conocía, pero las marcas de Luna le bastaban para no preocuparse por ello.
Pero luego de mucho tiempo, de cálidos reflejos y distancias disminuidas, ellos tocaron a Luna. Se sentía como ultrajada, completamente atormentada; y Sol, temiendo lo peor, por el simple hecho de que ella valía más que esos seres, que ella...merecía más que todo ese Sistema, él explotó.
Y tomó consigo cada pedazo de estrella menor, roca, cabello, uña, ser; tomó todo. Una ola caliente que incineró hasta los mismos deseos de Sol, pero nunca la tocó a ella. Nunca supo cómo lo hizo, pero había sentido la preocupación. Sol siempre había vivido sabiendo que sus rayos eran cálidos, hasta que se volvían fuego ardiente y temía que ella los sintiera.
Nunca supo cómo hizo, pero ella, volvió a mirarlo, brillando. Pero esta vez, sin poetas, sin pintores, sin científicos, y se veía mas pura y ella que nunca.
Sol, nunca supo por qué se encontraban tan lejos, tampoco le importaba. Ella estaba ahí, cantando, amando. Y sus rayos llegaban a ella como nunca antes, directos, tibios...
Sol era Luna, y Luna amó a Sol.

IDILIO HADALDonde viven las historias. Descúbrelo ahora