El Sol y los Pétalos 2.

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Las flores ya no dañan, mas bien...giran conmigo.
Vueltas y vueltas, caigo en mi alma, mis pies vuelan con las abejas.
Desastroso mi pensamiento, valeroso mi momento.
Canto, imagino un alma con su cigarrillo...enamorado de mi falda voladora.
Mis manos acarician el viento,
y mi cabello por fin...ha encontrado un dueño.
Sus ojos emiten mariposas, alardean un giro más de mis telas neutras.
Lo olvido, no está allí...
Pero imagino que sus labios desean cortar todo movimiento,
pero me deja bailar.
Y bailo, y giro, y lloro...
Las abejas se apartan...porque su reina ha sido reemplazada.
Magnificencia la del aire que deja que mis mechones salten,
bañándolos de lujo.
Maravilla la del suelo sosteniendo los pies de una bailarina...los deseos de un extranjero enamorado.
El cielo está demasiado cerca,
al igual que el infierno para él.
Y bailo, y lloro, y giro.
Caigo y caigo, soy una niña.
Él es un hombre, fuerte, enamorado y sumamente machacado.
Las flores gritan, pues su hermosura ha sido eclipsada...él ya no las quiere.
Solo a su bailarina.
La de las telas blancas, que la mueve lo alterno. Como una caricatura.
Pero no me ama, tengo algo que lo encandila...brillo como un faro de señales.
¿Acaso el codiciado amaría a una triste y moribunda florecilla...poseyendo inmensas rosas, perfectas y eternas...amantes maravillosas?
Mis alas se mueven como si mis pétalos fueran de tela rasgada...
No soy una reina para las abejas.
Él sigue observándome, es un gato curioso.
Yo sigo sacudiendo mi falda blanca, y mi cabello...
Soy libre, estoy perdida...no soy esa flor.
Solo una bailarina...

IDILIO HADALDonde viven las historias. Descúbrelo ahora