Gorgeous

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Nunca me veía flotar en el agua,
podía volar según la gente,
pero el agua siempre me absorbía.
Pero allí estaba, como si fuese tierra, pero ondeando mi cuerpo.
Mis ojos cerrados,
era como hielo placentero en mi nuca.
Mi pelo se alejaba de mi torso para flotar,
como si fuera oro de sirena.
El sonido iba y venía,
el agua me cubría y me levantaba,
las gaviotas, raramente estaban, pero ahí se encontraban.
Pero tenía miedo,
fue ahí cuando el agua volvió a tomarme como parte de sí.
Y abrí mis ojos, mis ojos marrones,
tenían Sol,
tenían miedo,
pedían ayuda.
El océano estaba negro cuando me di vuelta,
y no lograba respirar.
Como si las leyendas del inframundo se volvieran reales,
y estaba a punto de comerme.
Todo negro,
el agua, mis ojos, mi cuerpo.
Y seguía viendo a lo eterno,
me movía y a la vez, me volvía ancla.
Caía, caía.
Y cerré los ojos nuevamente, y me dejé hundir.
Nunca creí que un amor fuese a hundirme,
algo tan azul, tan bello.
Pero volé, volé por los aires y al abrir las ventanas de mi ser,
en las nubes vi reflejado lila, lila claro,
eran mis ojos.
Pensé en caer otra vez,
pero nunca fue así.
El océano tomó un color azul, magnético,
con una intensidad como si nuestros ojos conectaran.
Le pedí que me dejara caer.
Me lo negó.
Solo, suavemente, extendió sus brazos hacia mí.
El agua ya no estaba fría,
era cálida,
como un baño de espuma,
porque era suave, y sus ojos me recordaban a alguien.
Y me llevó a él.
Nunca me veía flotar en el agua,
podía volar según la gente,
pero el agua me abrazó.
Era más vieja que yo,
cuánto habrá vivido.
Pero se volvió amorosa,
y no quería irme de allí.
No quería volver a la arena que quema,
que nubla la vista,
que confunde.
Allí tenía eternidades de agua para mí,
sus gotas me lo habían prometido.

IDILIO HADALDonde viven las historias. Descúbrelo ahora