Capítulo 1

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CAPÍTULO 1
Gringotts

En una pequeña habitación en el 4 de Privet Drive, se encontraba acomodando sus pertenencias dentro de su baúl un joven de 14 años, cuerpo de compleción pequeña y delgada, cabello azabache, ojos verde esmeralda y una curiosa cicatriz en forma de r...

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En una pequeña habitación en el 4 de Privet Drive, se encontraba acomodando sus pertenencias dentro de su baúl un joven de 14 años, cuerpo de compleción pequeña y delgada, cabello azabache, ojos verde esmeralda y una curiosa cicatriz en forma de rayo en la frente.

El azabache estaba tan concentrado en su trabajo que no se percató de la lechuza que había entrado a la habitación hasta que esta se colocó frente a él.

—¿Qué tienes ahí, pequeña?— preguntó el joven tomando la carta que el ave llevaba.

Una vez la carta estuvo en sus manos, la lechuza emprendió vuelo para salir por la ventana e irse.

El azabache se sentó sobre su vieja cama y abrió el sobre para poder empezar a leer su contenido.


BANCO MÁGICO GRINGOTTS

Duende al mando: Greyven Gringotts

Señor Potter:

Necesitamos de su presencia en el banco Gringotts a más tardar en tres horas.

Tenemos información que creemos le gustaría saber.

Se dirige a usted,

Ragnok.


El azabache miro confundido el pequeño párrafo que conformaba la carta, ¿Por qué necesitarían de su presencia en Gringotts?

Decidió aprovechar que sus tíos y su primo habían salido a almorzar a algún restaurante elegante, y que no volverían hasta dentro de unas horas, para ir a ver porqué necesitaban de él en el banco.

El Potter tomó una sudadera y se la puso, guardo la carta en el bolsillo trasero de sus jeans y se colocó la capucha de la sudadera, para que así nadie lo reconociera en el callejón Diagon.

Bajó las escaleras y levantando su varita llamó al autobús noctambulo, cuando este llegó, subió y pidió que lo llevaran al caldero chorreante. Una vez frente al antiguo bar, bajó del autobús y se dirigió a la entrada del callejón Diagon para después ir al banco.

Caminó por el callejón hasta llegar a su destino, se adentró al gran edificio de mármol blanco y se detuvo frente al duende que se encontraba al final del pasillo.

—Buenos días— dijo el joven Potter para llamar la atención de la criatura, una vez que la tuvo, siguió hablando —He recibido una carta en la que solicitan mi presencia.

—La carta— exigió el duende.

El azabache se la entregó y la pequeña criatura lo miró sorprendido una vez terminó de leerla.

Una generación engañadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora