Capitulo 2 "Nuevo Lugar, Nueva Escuela, Nueva Yo"

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         -Es hora- Dijo aquella persona desconocida. –Es tu tiempo de matar- no reconocía su voz, no podía mirarlo, todo era oscuro en aquel lugar, era como si estuviera en una caja sin luz, encerrada. Quería gritar pero pareciese que tenía cinta adhesiva en los labios y nadie me escuchaba. Corrí lo más rápido que pude, quería alejarme de él, pero no podía. Continuamente escuchaba su voz detrás de mí –Mátalo- Su voz se escuchaba tan agresiva, tan rotundamente maléfica. –Mátalo- Decía de nuevo y de nuevo, hasta que sentí que pude hablar... grite – ¡AYUDA!-.   

Desperté, solo era una pesadilla, estaba totalmente empapada de sudor. Estar sola en ese lugar me dio mucho miedo, lo único que pensaba, es que quería a mi madre, al recordar la voz sentí escalofríos de aquel hombre. Mire a mi alrededor, estaba sola como siempre, no se escuchaba ni un mínimo ruido más que el cantar de los pájaros –Nueva vida, nuevo lugar, nueva escuela, lo único que no es nuevo es la soledad- me dije para mis adentros.

Acabo de mudarme a un nuevo vecindario, es la tercera o cuarta vez que nos mudamos, se me está volviendo costumbre. Cuando llegue a mi nueva escuela, era grandísima, nada comparado a mi escuela anterior. Me tenía que dirigir a la oficina de consejero, ya que ahí me darían mi horario de clases.

-Hola, vengo por mi calendario pero, todavía no tengo mi consejero- le dije a la secretaria detrás del escritorio –Apunta tu nombre en la lista y ahorita te hacemos pasar- me dijo la señorita sin tomarme importancia, escribí mi nombre en la lista, cuando iba a sentarme un chico atractivo paso por lado mío, era alto, cabello castaño, buen cuerpo, lo examine de pies a cabeza hasta que entro a la oficina de uno de los consejeros –Señorita Eloísa, su consejera será la Sra. Villareal, entre a su oficina, es la de la esquina- me dijo la secretaria señalándome la oficina de la consejera, camine hacia la oficina de la consejera –Buenos días pase, pase- me dijo mientras estaba por su teléfono platicando con alguien.

 -Mira estoy ocupada, hablamos después, adiós- colgó su teléfono, se miraba un poco exasperada pero al momento de voltear conmigo cambio radicalmente su estado de humor –Tengo entendido que usted es nueva aquí, ¿cierto?- me dijo, se supone que ella ya sabe, no debería de estarme preguntando eso, solo quiero el maldito horario para retírame de aquí, claro tenía que contestarle de la forma más amable –Si lo soy, acabo de mudarme ayer- la consejera hizo un gesto frunciendo su ceño y mirando mis papeles, moviendo su cabeza en forma de si, esto no podía ser peor pensé en mis adentros –Bueno, veo que entrara al onceavo grado, eso quiere decir que no tendrá que hacer muchos créditos para  su último año, mire me imagino que ya sabe las reglas, son reglas básicas que se toman en todas las escuelas, no se acepta el bullyng entre los compañeros, mucho menos toleramos los juegos pesados, así que si se aleja de estas cosas podrá tener una vida calmada, ahora, teniendo el tema de los deportes, si quiere ejercer un deporte deberá tener calificaciones A's a C's no queremos menos de D's, si saca malas calificaciones no podrá hacer el deporte durante dos meses- me hacia la que escuchaba, pero la verdad es que no escuchaba nada y seguía con mi vida. Siguió hablando por un buen rato hasta que el timbre sonó –Bueno señorita aquí está la copia de su horario y un mapa del plantel, espero que las reglas le sirvan de algo, que tenga un buen primer día...-miró la hoja y volvió a mirarme -Srta. Eloísa- Voltee a verla y le agradecí con una sonrisa diciendo nada.

Me retire de la oficina. Mi primer periodo era historia.  Estaba perdida, no le entendía al "mapa" que me habían dado, camine por doquier, tenía la vista abajo, nomás subía mi vista para mirar los números de cada salón, pero  generalmente mi miraba guiaba abajo. Escuche a alguien corriendo, pero no tenía la vista fijada a aquella persona, solo seguía tratando de entenderle al mapa, escuche los pasos más cerca y se acercaban aún más...  -Oh lo lamento- dijo aquella voz, pareciera ser de un hombre, subí mi vista, exacto era un hombre, ya iba tarde a su clase al igual que yo -No te preocupes- Dije, seguí caminando –Espera, ¿eres nueva?- Me dijo, haciendo que me detuviera y volteara hacia él, -Si lo soy, nomás que no logro entenderle a este tonto mapa- Le dije, moviendo de un lado al otro el mapa como si eso diera resultado. Se acercó a mí y agarro el mapa -¿Qué periodo te toca y que profesor?- Me pregunto, mire mi horario de clases y le conteste –Me toca historia con la profesora Reyes- Me miro fijo y frunció el ceño –Te toca conmigo, así que sígueme- empezó a caminar y lo seguí detrás de él. El muchacho sí que estaba guapo, tenía una mirada que te llevaba hasta el fondo, de color café obscuro, -¿Cuál es tu nombre?- Me pregunto de repente, volteando hacia mí, me saco totalmente de mis pensamientos. -Eloísa Campbell, ¿el tuyo?- Me acerque más a él, ya estando a un lado me contesto –Antonio Di Arte- Llegamos al salón, me abrió la puerta como un buen "caballero" y pase primero que él, interrumpimos la clase y la profesora no se miraba tan contenta –Di Arte, me alegra que hayas llegado al fin- Hizo un tono tanto sarcástico –Veo que trajiste una compañera, ¿cierto?- Me acerque a ella y le di mi hoja de que era recién ingresada. –Bueno como veras Eloísa no me gusta que mis estudiantes lleguen tarde, si respetas el horario de llegada no tendrás problemas, siéntate al fondo- ¿Qué tienen los profesores con el "no tendrás problemas"? pensé, camine hacia la mesa libre del fondo –Mientras tanto señor Di Arte, tendrá que ir a suspensión-.

Así siguió el resto del día, sin entenderle al mapa y sin saber los números de los salones, por suerte tenía la hoja de que era recién ingresada,  no volví a ver a Antonio por el resto del día, cabe admitir que en el primer periodo si me hizo de mucha ayuda. El último periodo había acabado, escuche a un grupo de chicas hablar sobre ir al centro comercial después de clase, parecían de las chicas que no conoces pero por una extraña razón te sacan de quicio.

Volví a mi casa. Había recordado  lo que había soñado  y para expresarlo agarre un lienzo, pinturas de óleo y unas brochas, cabe decir que no termine la pintura en un día, sin embargo la mayoría de la pintura estaba terminada, era un fondo negro que daba las sombras de una persona en color blanco mostrando que estaba asustada y que no podía salir de aquel lugar que la atemorizaba tanto. Así fue como en verdad me sentí durante el sueño, puedo sentirlo todavía, puedo escuchar el respiro de aquella persona, recordé, que su respiro era pesado, casi salía humo por su nariz, lo que me dio miedo fue que no podía hablar, no podía expresarme, era como estar atrapada en un cuarto por cuatro días y la noción del tiempo se va.

Decidí caminar un poco por el vecindario, quería comprar nuevas pinturas de oleo ya que las mías se estaban acabando,  estuve deambulando por las calles, el vecindario era algo pequeño, no importa el nombre del lugar. Llegue a una galería de pinturas, cada lienzo que miraba reflejaban paz, amor, felicidad, sin embargo, en mi vida todavía no encontraba esos sentimientos, el artista creo los cuadros respecto a sus sentimientos, pero la mayoría de sus retratos eran paisajes o parejas. Al salir de la galería mire un establecimiento de pinturas, entre, pero no se miraba nadie a la vista.

-¿Hola?- Pregunte mientras me acercaba al mostrador, nadie contesto. -¿Hola?- Dije de nuevo en forma de encontrar una respuesta, estaba decidida en irme, pero mire las pinturas de oleo aun lado del mostrador, si nadie salía iba a dejar el dinero. Agarre las pinturas necesarias eh hice las matemáticas para dejar el dinero, se me hacía tan extraño que no había nadie en el local.

-¿No pensaras robarte esas pinturas cierto?- Al escuchar la voz voltee rápidamente a ver a la persona, era el muchacho que tengo en historia.

-No mire a nadie, iba a dejar el dinero, toma- Me acerque a él dándoselo –Fueron  4 pinturas, ¿Quieres contarlos?- le dije, extendió su mano dándome a entender que las quería contar.

-Te sobra- abrió la caja registradora sacando el cambio. -¿Qué harías si no hubiera estado, te irías sin el cambio?- me pregunto con una sonrisa en su rostro.

-Seria tu propina por no haber estado- le dije en tono sarcástico –No te mire después de la clase de historia- se portó serio, no sonrió, solo se quedó serio. –Adiós- Me despedí con una sonrisa, no sabía cómo sacar una conversación –Gracias-.

Salí del local, ya no quería caminar, solo quería recostarme un poco en mi cama, lamentablemente me encontraba aqui caminando y tarareando. Para llegar a mi casa tenía que pasar un callejón, no daba miedo, tenía arte, grafiti, cada persona descubre su talento y sus sentimientos atreves de un pequeño dibujo, las personas que critican las artes callejeras se me hace tonto, ellos expresan sus sentimientos y sus ideas, la pared a un lado mío, representa a una niña llorando, sin embargo, no es solo una niña llorando, para el artista puede ser mas que una niña llorando, puede ser sus sentimientos, si se sentia afligido o asustado. Deje de tararear por un momento, escuche un ruido en frente de mí, casi nadie pasaba por aquí. Seguí caminando sin darle importancia al ruido, cada vez que caminaba se escuchaba el ruido más fuerte.

-Mátalo- era la misma voz que apareció en mi sueño, al acercarme más mire una sombra en el piso –Es tiempo no lo dejes irse, ¡MATALO!- Salí corriendo del callejón pase por arriba de la sombra, pero no había visto a nadie. Extraño pensé, salí de ese lugar como un rayo, por suerte, mi casa no quedaba tan lejos de aquí. Eso de nueva vida, es lo más escalofriante que ha pasado.

Mata al LoboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora