Capítulo 1

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Y ahí estaba yo, asustado, tembloroso, como un pequeño niño en la oscuridad en un día de tormenta, temiendo por mi vida, aguantando las ganas de llorar, gritar y salir corriendo. Pero esto último no cambiaría nada, pues "él" siempre me encontrará, no importa a dónde vaya. Siempre estará un paso adelante.

Todo empezó al encontrar una vieja foto de mi infancia, en la que jugaba en un pequeño campo, pero el problema es que nunca logré recordar dicho suceso, la existencia de aquella imagen era totalmente desconocida para mí, así que decidí preguntar a mi madre por el singular recuerdo, pero me llevé una increíble sorpresa al recibir la respuesta: ella no recordaba haber visitado dicho lugar.

Confundido por la situación, decidí ver la imagen a detalle, al buscar detenidamente y observar cada parte de la fotografía, noté un cartel a lo lejos en donde se leía, con letras poco visibles por la suciedad del lugar y la antigüedad del recuerdo, "San Jorge". Rápidamente fui a mi computadora e ingresé el nombre del lugar, buscando enlaces e imágenes que me indicaran la ubicación de tal sitio. Después de algunos minutos lo encontré, era un parque abandonado, a pocas horas de viaje. Lo extraño era que estaba cerca de un cementerio, casualmente también abandonado. Según una noticia que encontré, ambos lugares fueron clausurados debido a la desaparición de varias personas, entre ellas (la mayoría), niños.

Consternado por la noticia y la reputación del lugar, decidí ir a investigarlo. Lo que no sabía, es que fue la peor idea que jamás haya tenido en la vida. Pero la curiosidad me cegó, armé un equipo de viaje con cámaras fotográficas, linternas, brújula, varas luminosas, comida, agua, sogas, un arnés, etcétera.

Decidido, tomé el auto y emprendí el viaje por carretera durante la tarde, esperando encontrar algo, llevando la foto conmigo para identificar el lugar en donde fue tomada. Sin darme cuenta cayó la noche y decidí buscar un motel cerca para hospedarme y continuar al siguiente día mi recorrido. Al poco tiempo encontré un lugar, algo solitario, pero era mejor que nada y me estacioné.

Al llegar, noté que escaseaba la luz, era muy oscuro, apenas lograba ver dónde pisaba, pero una de las mayores fuentes de luz en ese sitio era la recepción y me dirigí a pedir una habitación. Al llegar, mi mente sólo se enfocó en el encargado, todo lo demás quedó olvidado, solamente veía al recepcionista de manera nerviosa, con escalofríos, me daba una sensación de perturbación. Era un hombre viejo, canoso, con señales de calvicie incipiente y, lo que me inquietó más, una gran sonrisa, de lado a lado, que mostraba unos dientes descuidados y amarillentos, con un toque malicioso que provocó que un terrible estremecimiento recorriera mi cuerpo.

Traté de ignorar estos detalles y pedir una habitación, le di mis datos, pagué por esa noche y procedí a retirarme. Mientras hacía esto alcancé a escuchar al hombre decir a lo lejos "Que pase una excelente noche, cuídese". Al oír esto sentí un frío extremo y quedé paralizado durante unos segundos, cuando decidí voltear, el hombre ya no estaba y las luces frente a mí se encendieron para guiarme a mi habitación.

Una vez adentro coloqué la mochila junto a la puerta, me quité los zapatos y fui directamente a caer cansado en la cama. Me quedé dormido después de pocos minutos.

Durante mis horas de descanso, soñé que una sombra del tamaño de un hombre mayor venía a matarme y una vez que lo hacía, yo regresaba a la vida al igual que él, con una nueva manera de asesinarme. Ya fuera estrangulándome, apuñalándome, ahogándome, disparándome, etcétera.

Cuando logré huir de él pude despertar, pero no podía moverme. Por más esfuerzo que hice no logré mover ni un dedo, sufrí la llamada parálisis de sueño. Sólo podía escuchar las hojas en movimiento, junto con mis pensamientos, mientras observaba mi entorno en espera de salir de ese mal que se apoderaba de mi cuerpo. Fue ahí cuando ví la sombra que había soñado esa misma noche y "eso", al darse cuenta que descubrí su presencia, empezó a susurrar "No vayas, es muy peligroso y te arrepentirás de haber tomado esa decisión". "Toma tus cosas y regresa a casa, si quieres seguir sano y salvo".

Dichas estas últimas palabras desapareció, al igual que mi parálisis. Me levanté rápidamente y fui al lugar en donde vi aquella sombra, pero no había nada. Sólo una pared común y corriente.

Traté de entender sus palabras pero no lograba averiguar la causa de éstas. Por más que pensaba, surgían más preguntas sobre esa sombra, lo que dijo y acerca del lugar al que me dirigía. Todas, preguntas sin respuesta.

Intenté relajarme, poner mi mente en blanco y prepararme para seguir el viaje. Una vez tranquilo, me di cuenta de que había dormido aproximadamente día y medio.

Me levanté rápidamente, me vestí, tomé mis maletas y me fui de la habitación para retomar mi viaje hacia el lugar de la foto.

Al subirme al auto y dejar mis cosas en el asiento del copiloto, alcancé a ver por el retrovisor la sombra que me había atormentado la noche anterior, instalada en el asiento trasero. Pero al ver de nuevo detenidamente, había desaparecido sin dejar rastro.

Pensando que estaba volviéndome loco decidí olvidarme de lo que había visto, escuchado y soñado para regresar a mi viaje.

Durante el trayecto creí ver sombras, pero de tamaño inferior a la que se me manifestó dentro del auto. Me daba la impresión que las sombras eran como pequeños, de no más de doce años. Aunque eran más niños que niñas. Los veía atravesar la carretera corriendo, a otros jugando con una pelota, pero se iban antes de pasar yo. Siempre los miraba a lo lejos.

Cerca de mi destino una sombra apareció frente el automóvil, pero más que una visión paranormal parecía tener cuerpo palpable, como si fuera una persona, pero sin cara. Y esta vez no se movió, se quedó quieta en mi camino, así que para no atropellarla, giré a la derecha, perdiendo el control del vehículo, chocando contra un barandal, destruyéndolo y, finalmente, un árbol se interpuso, el que detuvo mi auto y me dejó inconsciente.

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