6. Sin amor

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Esta vez no hubo una quinta vez, no hubo amor.

Fue sólo contacto físico, fue lo peor que pude haber echo, me arrepiento.

Esta vez no era rubia, sino pelirroja, esta vez para que mentir. Si era pelirroja pero la inicial de su nombre empezaba por una maldita A.

Como todas.

No me gusta la noche, tampoco el día. Me siento sólo y solitario, pero estoy a gusto.

No buscó amor no que me amén.

Era 29 de agosto aquella fecha nunca se me olvidará por ña simple razón que esta marcada en mi piel como todas las fechas importantes.

Ese día se me paró el corazón.

Fue la primera vez que cogí un taxi y la última. Estaba completamente lúcido sin ninguna gota de alcohol en la sangre.

Acababa de salir de la oficina, mi chófer aquella misma tarde se iba vocaciones, así que pedí un taxi. Esperé diez minutos y justo vino uno, subí. Sin mirar hacia delante ya que estaba mirando el móvil le di la dirección. Miré hacia delante me di cuenta queel desconocido quien conducía era una hermosa pelirroja de cabellos rizados.

Me miró, sonrío y me intrigo.

Tal vez la sonrisa de diabla o su mirada que gritaba peligro no se lo que fue ta vez simple curiosidad.

No habló, yo tampoco.

Era de noche tal vez las diez o diez y media, no me acuerdo muy bien.

No había tráfico, las calles estaban poco concurridas. Se desvió del camino, la miré intrigado y ella sólo sonreía.

Paro.

Se desabrocho el cinturón, abrió la puerta saliendo del coche, camina hasta la puerta trasera derecha y la abre.

-¿Te cuento un secreto?- pregunta, yo asiento. Continúa.- Me gustas.

Deja un pequeño bolso en el asiento izquierdo, se desliza hasta quedar encima de mis rodillas. Se mueve suavemente mientras sus manos acarician mi rostro.

-Desconocido sabes me llamó Astrid y estoy segura que a mi hermana le gustarias- dice melancólica.- Dime tú nombre- ordena mirándome a los ojos, esos ojos me inquietan.

-Azael.

Tal vez soy ingenuo o tonto, sólo soy un ser humano que se deja llevar por sus instintos salvajes que me hacen cometer errores.

Intenta besarme, pero la esquivó. Ella frunce el ceño molesta y le besó el cuello.

Sube su vestido y baja sus tirantes enseandome sus pequeños pechos firmes y duros.

Desabrocho el cinturón de mi pantalón y lo bajo hasta mis rodillas dejando libre mi erección.

Astrid se mueve agilmemte rozando mi miembro suspiro de placer. Intenta besar otra vez mis labios la vuelvo a esquivar y llamó y masajeo sus pechos. Ella se arquea, bajo mis manos hasta su húmeda entrada, le muevo las braguitas ha un lado y meto dos dedos de golpe. Gime de placer lástima que sus gemidos dañen mis oídos, dejó de masajear su pecho izquierdo y con mi mano liberada cojo el preservativo que esta en mi bolsillo trasero.

Meto dos dedos más los muevo rápidamente, Astrid se mueve en ellos intentando alcanzar su liberación. Cuando esta a punto quitó rápidamente los dedos y se los meto a la boca los lame cuando termina susurra 'capullo'.

Rompo el envoltorio y me colocó el preservativo.

Ella baja rápidamente y sube, poco a poco. Me dejo cabalgar.

Sujeto sus caderas y las aprieto más cada vez que baja y así baja hasta el fondo.

Seguimos así hasta que sentimos los primeros espasmos del orgasmo. Me monta como una fiera hasta llegar a su culminación gritando de placer. Yo sigo empujando me queda poco.
Su cuerpo está completamente flacido y recae todo su peso en mí. Doi el último empuje.

Recuperó el aliento, ella se levanta y se arregla la ropa, me quita el preservativo y lo tira por la ventana.

-Me gustaría probar te ¿puedo?- Pregunta inocente.

-Si- digo ronco.


Tengo la sensacion de haber dormido un siglo, es posible. Por fin logró abrir los ojos, veo todo borroso hasta que me acostumbro a la luz.

Estoy en cuatro paredes completamente en blanco, por lo menos hay una ventana.
¿Qué hago en este lugar?

Miró mi atuendo me cubre una manta azul, me la quitó y veo mi bata azul cielo con lunares azules. Quiero levantarme pero no puedo.

Me duele la cabeza, vuelvo a cerrar los ojos. Es como si rodó fuera una película a cámara rápida todos los recuerdos vuelven incluidos el momento del disparó.

Abro los ojos de golpe, esa loca no va a estar suelta. Me encargaré de ella y no saldrá de un maduro manicomio en su puta vida.

Ni para matarme tuvo puntería.

A la izquierda miró el botón ese para llamar ha algún médico ú enfermera. Lo pulso no pasa ni treinta segundos y viene una enfermera.

Me mira impresionada de acerca y vuelve a retirarse al pasillo, gritando el nombre de alguien, entra un médico de mediana edad.

-Buenos días señor Colton,me alegro que halla despertado.- dice con un tono  suave.

Intentó hablar pero se me dificulta me arde la garganta.

-Calmese señor Colton es normal después de dos meses en coma. Señorita Milo un vaso de agua para el señor Colton- dice amable.

Dos meses es mucho tiempo, demasiado.

Bebo del vaso, toso un poco y vuelvo a intentar a hablar lo consigo, pero no me reconozco la voz.

Me dice que me tiene que revisar por si acaso tengo secuelas por haber estado en coma. Después de veinte minutos termina.

-¿Qu..e.e p..pas..ó?- Preguntó con dificultad.

-Señor tuvo suerte la bala rozó el corazón y no dañó ninguna arteria, dentro de unas semanas saldrá del hospital. Y sobre el asunto, la mujer que lo disparó llamada Astrid Karenina esta muerta. El caso esta cerrado. Se la encontró dos días después de que lo intentará disparar. Los forenses dictaron que se tiró del acantilado. Tenía serios problemas mentales después de que su hermana muriera desapareció del mapa.

Debería de sentir lástima por ella, pero no puedo. Seguro que me culpó de la muerte de Anna.

Azael ColtonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora